#LaVinotinto: Somos esperanza aprendida

En Venezuela fueron muchos los años de desesperanza aprendida con la que nos impusieron la resignación con lo menos, lo poquito, para que aprendiéramos a ser poquita cosa, mínimos, como querían los amos del valle, porque para explotar al pueblo venezolano, debíamos incluso, resignarnos y creer que esto respondía a "los designios de dios", como lo predicaba la jerarquía la iglesia católica, incluso, relegitimada en la llamada "iglesia del pueblo", que a fin de cuentas siempre ha sostenido ese estado de cosas, sembrando falsas esperanzas para preservar su estructura y hegemonía.

Fue con el Comandante Hugo Chávez con quien se abrió la esperanza desde la emancipación, con quien además aprendimos a triunfar y a derrotar la desesperanza y la abulia, empoderándonos como pueblo,es decir, que individualmente nos liberamos desde el espíritu.

Antes estábamos destinados a la derrota y al fracaso, tanto, que muchos llegaron a creer y sentir que solo conjurarían tal destino, en la mímesis y licantropía con todo lo alienante que nos enseñaron y aún exhiben en los medios de comunicación al servicio del estado burgués,que fabrica su pobreza. Por eso, entre otras cualidades, mal llamada "clase media" siente pena étnica, remeda en sus poses y es una pea copia de la burguesía, razón por la cual, odia al resto de los de su clase,ea decir, reniega de su condición Con mucho resentimiento a la inversa.

Es con el Comandante Chávez y ahora con el obrero Presidente de la República, Nicolás Maduro, con quienes se ha levantado una juventud de oro, sin los traumas de la IV República, porque con Chávez y Maduro es el Pueblo el que gobierna y por esto se explica el que se ha invertido, promovido e incentivado el deporte, se ha hecho un gran esfuerzo por emancipar a la mujer venezolana y se está haciendo un gran esfuerzo por la construcción de la mujer y el hombre nuevo, pese a la avasallante cultura de masas que nos impone el capitalismo, que impone antivalores, porque para ellos todo es una mercancía sujeta de valor de uso y cambio, de la que una minoría se lucra y, de esto no escapa el deporte, específicamente, el fútbol profesional, como lo han denunciado ex-jugadores profesionales y víctimas de la gran máquina de hacer millones, como Diego Armando Maradona,en su estilo de llamar las cosas por su nombre y desacralizar a Joseph Blater y al cartel creado con la FIFA.

El caso es que la selección venezolana de fútbol, ha marcado un hito histórico que a ciertos sectores y factores fascistas criollos y extranjeros repugna. Se trata de la emancipación que como equipo han mostrado desde su primer juego en la Copa América 2015, en encuentro frente a Colombia, que igual pudo haber sido frente a la Argentina, Alemania u Holanda.

El país no es lo relevante, ni siquiera en el triunfo, para efectos de nuestra identidad de eso nuevo que estamos empezando a ser, que no es producto del azar, sino de ese empeño de Bolívar, Chávez, Maduro, San Vicente y de todas esas mujeres y hombres empeñados en hacer patria, que hoy se expresa en un cuerpo de jugadores como ese grupo disciplinado y cohesionado, que conocemos como nuestra VINOTINTO.

Se trata del empoderamiento del entorno y de las situaciones desde lo que somos individualmente, que ha superado todo complejo de inferioridad y todo consuelo de bobo, con aquello de que "lo que importa es competir y no ganar".

Para nuestra VINOTINTO importa competir y ganar. Pues, ya hemos ganado en mucho con nuestra selección venezolana y con la lección que nos están dando cada uno de ellos. Ellos sin ese reflejo de lo que estamos empezando a ser, la generación de oro, muy diferente al sifrinaje estúpido que nos han vendido desde las empresas y marcas comerciales, que solo venden productos y no valores.



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Luis Alexander Pino Araque


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