La Universidad Campesina y la siembra del Acetaminofén

Ciertamente, la forma como la oposición y junto con ella, el academicismo tradicional ha tratado el caso de la joven candidata a diputada Rosa Gómez, en su intervención en "la Hojilla" el pasado 6 de junio, es digno análisis, sólo para entender lo que en una oportunidad Néstor Francia llamó "el antichavismo y la estupidez ilustrada". A través de las redes sociales hemos asistido a una polémica donde se desataron los demonios del antichavismo enfermizo y de la defensa a ultranza de la joven chavista quien en un esfuerzo por desmontar las matrices mediáticas y generar soluciones desde la perspectiva popular a la guerra económica que azota al pueblo, planteó "sembrar maticas de acetaminofén" ante la escasez de este medicamento precisamente desaparecido por las redes farmacéuticas en pleno ataque del virus del "Chikungunya".

Ahora, imaginemos cuando Alberto Adriani primero y luego Uslar Pietri hablaron de "sembrar el petróleo", los escuálidos de su tiempo hubiesen puesto el grito en el cielo, puesto que habrían gritado alterados en su psiquis disociada: "pero Uslar está loco". "Que burrada es esa. ¿Cómo se le ocurre que se puede sembrar el petróleo si este es una sustancia orgánica extraída de la tierra imposible de sembrar". Y hubiesen usado cuánta forma de comunicación existente para ridiculizarlo y a través de él, a quienes serían sus seguidores diciendo: "los uslaristas son todos unos burros pues quieren sembrar el petróleo". Bien, a estas alturas, hasta el más ingenuo sabe que cuando Adriani y Úslar hablaron de sembrar el petróleo, se referían a diversificar la economía. No se referían a sembrarlo literalmente sino a emplearlo como puntal para el desarrollo de otras industrias.

Pero tratando el otro asunto, como muchos deben también saber, el gobierno bolivariano creó la Universidad Campesina de Venezuela "Argimiro Gabaldón", la cual rompe los esquemas academicistas y nace del seno del mismo pueblo, que está decidido a participar y protagonizar la lucha por construir el socialismo bolivariano, y para ello coloca a disposición de este proceso todo el acervo cultural representado en los saberes campesinos que han estado sometidos e invisibilizados por el capitalismo, tal como lo establece su documento-rector. En tal sentido, promueve la formación integral del campesino en la lucha por la seguridad y soberanía agroalimentaria, pero también de la vida integral, mediante el desarrollo de proyectos productivos y saberes campesinos como los principales insumos para la generación de conocimientos, que potenciarán su participación en el desarrollo comunal y la construcción de una sociedad justa, equitativa y solidaria. Para ello, se propone Preservar, proteger e impulsar nuestras formas de cultivos ancestrales, las semillas autóctonas así como los métodos y tradiciones de la espiritualidad campesina que son utilizados para la labor agrícola.

He allí donde se conecta la Universidad Campesina con el planteamiento fresco de la joven venezolana a la que ha pretendido ridiculizar. No lo permitimos. Su planteamiento encuentra eco en nuestra universidad.

Los campesinos y nuestros habitantes originarios han sobrevivido durante miles de años haciendo uso de las plantas, de la naturaleza como fuente originaria de vida, tanto para su alimentación, como para sus medicamentos. Ahora tenemos la posibilidad de realizar en la práctica, el hermoso encuentro entre el saber académico y el saber popular, entre la ciencia y la empiria, entre el desarrollo tecnológico y la transmisión de la cultura popular campesina, bajo un enfoque socio-productivo agroecológico, saludable y sostenible.

No es una utopía, ni un contrasentido proponerse integrar a los campesinos y campesinas, al pueblo todo, a un proceso de formación caracterizado por la construcción y socialización del conocimiento y los saberes populares que junto a la ciencia y la tecnología potencien la solución de nuestros problemas alimenticios y de producción de medicamentos. Algunas universidades lo han intentado, pero han sucumbido ante el avance del capitalismo farmacéutico, de los grandes laboratorios y de las transnacionales de la medicina. Así que es necesario impulsar nuevos modelos. Como decía el gran Simón: "O inventamos o erramos" y completaba Mariátegui: "No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano". http://revoltaglobal.cat/article531.html

Por ello, saludamos con regocijo el excelente artículo de Luigino Bracci, donde expone: "Una sociedad socialista, en la que el conocimiento emitido desde las universidades y centros de investigación pueda coexistir junto a los saberes ancestrales de nuestros pueblos, sin duda que sería un gran avance rumbo a nuestra independencia y soberanía tecnológicas. Donde el conocimiento no se privatice, sino que su acceso sea libre para todas y todos. Ojalá podamos ver a técnicos, científicos y farmaceutas, de los millones que se están formando en estos momentos en nuestras universidades públicas, elaborando el fármaco acetaminofén a partir de compuestos químicos y, en la habitación de al lado, a yerbateros y shamanes elaborando infusiones medicinales usando plantas medicinales claramente identificadas.

Pero trabajando juntos, y no compitiendo entre sí, ni mucho menos despreciándose". http://www.aporrea.org/actualidad/a208939.html

No hay que inventar y errar. Tenemos en los maestros y maestras campesinas y en nuestros científicos comprometidos la ecuación perfecta para generar las soluciones a los problemas que confrontamos. Si a esto le agregamos que ahora, la educación universitaria está unida a la ciencia y la tecnología en el nuevo superministerio que dirige Manuel Fernández, tenemos la conjunción perfecta para realizar el noble sueño de la joven venezolana: usar los saberes populares, más la ciencia y la tecnología para la alimentación y la salud del pueblo. En eso consiste "sembrar acetaminofén". Y para ello. La Universidad Campesina es terreno fértil, junto al pueblo campesino y la organización comunal y/o popular.



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Cécil Gerardo Pérez


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