Historiadores opositores al ideal bolivariano

Un porcentaje significativo de responsabilidad en el desequilibrio que cunde en la oposición política al proyecto bolivariano proviene de su no-tesis (no-ser), entrelazada con una manera de contar nuestra historia que lo que huele es a desencanto por todas partes.

El espíritu de cada libro que leemos de los historiadores del nuevo siglo (salidos todos como a propósito de la aparición del ex-presidente Chávez y el revivir de un proyecto bolivariano) es siempre contrarrestar el discurso idealizador de la propuesta de nación del Libertador. En este subconjunto de la élite historiadora entran personajes como Edgardo Mondolfi, Guillermo Morón e Inés Quintero. El objetivo, remarcamos, es desencantar y aterrizar al publico lector en una realidad político/social que terminó en lo que terminó en 1994, mostrando de esta manera una "idealización" y añoranza por el pasado siglo XX (posiblemente añorando aquella tesis de Teodoro Petkoff –"estamos mal pero vamos bien…no se preocupen…tengan fe hermanos y hermanas").

Es de todos conocido el estudio que hizo el conde León Tolstoi sobre la interpretación de la historia y sobre el error que cometen los historiadores al centrar los acontecimientos pivotes sobre individuos en lugar de intentar mostrar el flujo infinitesimal de las voluntades de pueblos enteros que deciden (obligados o no) ponerse en marcha y provocar rupturas. Los historiadores del nuevo siglo caen dentro de esta clase de investigadores que describe Tosltoi cuando refiere la manía de responsabilizar a una docena de individuos por los movimientos de la historia

Cita-"Pero la razón humana no solo se niega a creer en esa explicación, sino que nos dice abiertamente que su procedimiento es ilógico porque toma el fenómeno m+as débil por la causa más fuerte. La suma de las voluntades humanas ha producido la revolución y a su Bonaparte, y solamente ella los ha contenido y los ha aniquilado"-Fin de la cita [1]

El flujo de ideas entre los sujetos (sea que se trate del pueblo en general o de dirigentes militares o estadistas) es horizontal en el caso de las revoluciones y los procesos de ruptura. Más aún, la creación de imaginario que sirve de apoyo e impulso en el camino de los procesos de cambio/ruptura, que en algunos casos pueden durar décadas, es una necesidad humana. Así que lo que es un error de apreciación desde el punto de vista e la investigación histórica, es una necesidad desde el punto de vista de los sujetos que protagonizan el cambio.

Pero los historiadores "nacionales" de este nuevo siglo no son los únicos que han buscado contrarrestar la creación de un imaginario, sano, sobre el periplo vital del Libertador. Ejemplos hay muchos, empezando por los historiadores colombianos (neogranadinos). Desde Inglaterra nos llega una biografía del Libertador escrita por el historiador John Lynch (2006). Fue un encargo de la Universidad de Yale (la universidad de luminarias criollas como Henrique Salas Römer) que, al igual que muchas universidades estadounidenses, han tenido mucho interés en nuestro proyecto bolivariano con el objetivo de ridiculizarlo y lograr un desencanto en el público lector. La organización de la obra de Lynch sigue el mismo molde de las obras de los historiadores "nacionales": una obra de investigación extraordinaria, con un prólogo intachable, para luego, al final, caer en la chabacanería de la opinadera personalizada y con una interpretación de su objeto de estudio que, con los años y el curso que han seguido los acontecimientos dentro y fuera de nuestra patria, se comprueba como herrada.

El capítulo doce de la biografía del Libertador de Lynch, incluye una sección última que lleva como título "El culto a Bolívar" y en la cual leemos lo siguiente

Cita-"En 1998 los venezolanos descubrieron asombrados que su país había sido rebautizado como República Bolivariana de Venezuela por decreto del presidente Hugo Chávez, quien se autodenomina bolivariano revolucionario. Populistas autoritarios, neocaudillos, militaristas bolivarianos o comoquiera que se los denomine su forma de apelar a Bolívar no es menos ardiente que la de gobernantes anteriores, aunque no se sabe si el Libertador habría respondido a sus llamamientos. El culto tradicional de Bolívar había sido empleado como una ideología conveniente por dictadores militares, en especial en los regímenes de Juan Vicente Gómez y Eleazar López Contreras; éstos habían al menos respetado en parte el pensamiento básico del Libertador, incluso a pesar de haber tergiversado su significado. Pero la nueva herejía, lejos de mantenerse fiel a las ideas constitucionales de Bolívar, como se ha asegurado, inventó una nueva figura, el Bolívar populista, y en el caso de Cuba, se le otorgó una nueva identidad, el Bolívar socialista. Aprovechando las tendencias autoritarias que ciertamente existían en las acciones e ideas de Bolívar, los regímenes de Cuba y Venezuela han convertido al Libertador en el patrón de sus políticas, distorsionando sus ideas en el proceso. De este modo, un régimen marxista se ha apropiado de las ideas bolivarianas de libertad e igualdad, y ha encontrado en ellas un sustituto útil al fracasado modelo soviético, pese a que en realidad no tiene en muy alta estima ninguna de las dos. Y en Venezuela un régimen populista del siglo XXI ha buscado legitimarse políticamente aferrándose a Bolívar como a un imán, una víctima más del hechizo del Libertador. ¿Quién puede decir si será la última?"-Fin de la cita [2]

No se extrañe nadie si le digo que una de las fuentes bibliográficas de Lynch es el historiador criollo Germán Carrera Damas.

Observemos como el autor inglés se mueve en un hilo muy delgado, cuidando no contradecirse al haber hecho una casi apología a la gesta del Libertador, mientras, en esta última sección, arremete contra lo que no le gusta a él personalmente. Entre este proceder del historiador Lynch y el de los politiqueros de televisión que habitan este territorio no hay diferencia: todos tratan de hacer un buen trabajo de preámbulo y un grueso de argumentos que aparentan coherencia, para luego caer en un ataque de incontinencia anti-chavista que lo que resuena es a proceder disfuncional.

El historiador señala una apropiación de las ideas de libertad e igualdad de Bolívar. Esto es falso. Esas no eran ideas de Bolívar. Bolívar, como todo estadista y militar avanzado de su época, desde el punto de vista ideológico, envolvió sus escritos, su pensar y sus acciones con el manto de los derechos del hombre, que tuvieron un origen revolucionario y de ruptura. Bolívar, al igual que muchos de nosotros hoy día (claro, usando la gesta de nuestro Libertador), buscó empalmar su vida con la historia noble de la lucha por la emancipación de los pueblos frente a los regímenes imperiales (entre ellos el imperio del cual Lynch es súbdito distinguido).

En resumen, es una conclusión que nos mete a todos en un saco de perversión, ignorancia y confusión, con un objetivo que no nos deja muy claros. Qué quiso buscar con esta arremetida el historiador. Nada. Lo que buscaba es lo mismo que han buscado los historiadores criollos del nuevo siglo: que el pueblo lector abra los ojos y se de cuenta que apoyar a Chávez es una brutalidad y que esto de proyecto bolivariano es una locura total. Claro, nunca los vemos haciendo planteamientos políticos (y de proyectos) alternativos. Se dedican a opinar, a desmontar, a crear teorías de complot y listo: traguemos mierda y nos vamos cada quien a nuestra casa y nos encerramos sin hacer nada.

Así están las cosas en el mundo "intelectual" neo-conservador y por eso es que hoy día no pegan una (ni ellos ni sus fans lectores y "marchadores").

jportillo34@yahoo.com

Referencias

[1] Tolstoi

[2] Lynch, John – Simón Bolívar – Yale University Press, 2006



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