Una Ciudad para el Buen Vivir

1-Que alguien me explique ¿Que es una ciudad?

La ciudad, luego del lenguaje, es el hecho cultural más importante. A través del lenguaje el ser humano configuró un sistema de códigos visuales y verbales que le ha permitido interactuar para constituirse en comunidades altamente organizadas, es decir, en sociedades. Por su parte, la ciudad, es el espacio donde estas sociedades se han asentado en la búsqueda de satisfacer sus necesidades colectivas y expresar sus sueños comunes. Se podría decir, entonces, que la ciudad es un fenómeno colectivo, desarrollado a lo largo de la historia, por hombres y mujeres que se agrupan en un espacio territorial, y se unifican en torno a códigos culturales que le permiten avanzar hacia el futuro compartiendo un proyecto de vida.

Una ciudad configura el comportamiento de sus habitantes y, a la vez, sus habitantes son autores de la composición morfológica y el funcionamiento de la ciudad. En esta relación recíproca se va desarrollando una sociedad, donde cada generación hace sus aportes y va dejando huellas a lo largo del tiempo; es lo que podría llamarse el patrimonio. Una ciudad es el tiempo y el espacio donde se expresa una cultura. Una ciudad es cultura en todas sus expresiones.

La cultura se genera en un proceso lento, histórico, que surge de las relaciones humanas en estado puro, sin embargo, en algunos puntos de ese desarrollo se impone la fuerza de algún ente superior que incide de manera profunda en la sociedad. Por ejemplo, los dictámenes legales y las acciones de un estado, o la naturaleza y sus fenómenos. Se podría concluir que es un proceso dialéctico, permanente, del que nace un orden cósmico.

En ese sentido, lo que hoy día es el comportamiento natural de la sociedad ha surgido de alguno de estos dos elementos o de la suma de los dos en la marcha de la historia. Una ciudad, por ejemplo, surgida en torno al río Portuguesa, expresa una cultura distinta a otra que surge en torno a una refinería o empresa petrolera. Su urbanismo, su comida, y su funcionamiento, tendrán íntima relación con su entorno físico. Tampoco es la misma ciudad aquella que durante décadas sostuvo su economía en base a la explotación de la pesca de arrastre y luego es sometida a una ley que impide dicha práctica comercial. Un terremoto de un minuto puede cambiar para siempre a una ciudad de doscientos años.

Dicho en términos concretos, una ciudad (vista como expresión cultural de un colectivo), es resultado natural del comportamiento de su pueblo a lo largo de la historia, de las acciones que resuelva el estado y de los fenómenos naturales de su entorno.

2- A falta de Políticas de Estado, se impone la Ley del Mercado.

Barquisimeto, por tomar una referencia, ha venido experimentando una transformación progresiva en términos de funcionamiento e incluso de comportamiento social. Desde la construcción del C.C. Sambil, la ciudad se ha venido configurando en torno a ese espacio. La zona llamada Triángulo del Este, pasó de ser un solar vacío a ser unos de los epicentros de la vida pública. Es el Sambil, hoy día, uno de los espacios más atractivos para el encuentro de los ciudadanos sin distingo de clases sociales; y es el Triángulo del Este uno de los terrenos más cotizados de centro-occidente para construir modernas edificaciones. Todo esto desde una perspectiva comercial, capitalista, que va borrándole el rostro a la Barquisimeto del cuatro, del cocuy, del chivo y de la gente… esa Barquisimeto guara de profundas raíces históricas que está siendo sometida a un terrible proceso de culturicidio.

En contraparte a este fenómeno inducido por el gobierno local de Lara y la mano invisible del mercado, está la referencia de Caracas, donde se ha venido rescatando, en el marco de un plan estratégico, el centro de la ciudad. Caracas toma un nuevo sentido. Lo que antes fuera el espacio de la buhonería, la oscuridad, el crimen y la desidia urbana, es ahora café, bares, librerías, patrimonio arquitectónico, museos, teatros y bulevares. La ciudad se mueve hacia el centro, volviéndose éste, nuevamente, el gran espacio de la vida pública, del encuentro, de la convivencia sana. Las y los ciudadanos retoman su derecho a una ciudad digna y la viven a plenitud, reencontrándose con la historia que abrigan la casa del Libertador, El teatro Principal, la Casa del Vínculo, la Plaza Bolívar, la Catedral… en equilibrio con los parques, jardines y también, por qué no, centros comerciales, en un despliegue de oportunidades que hace más democrática la vida de cada persona.

Estos ejemplos denotan cómo incide el gobierno en la configuración de una ciudad, para bien vivir o para mal vivir. Por eso decimos: a falta de políticas del estado, se impone la ley del mercado, y ésta generalmente va en detrimento de las y los ciudadanos.

En una ciudad sin ordenamiento ni políticas concretas que coloquen al ser humano como su eje estratégico, se obstaculiza el surgimiento de una cultura para el Buen Vivir, cuyos valores orbitan en torno a la solidaridad, el respeto, la igualdad, la tolerancia, la justicia social; por el contrario, impera el caos y se agudiza la búsqueda del bienestar individual por encima de lo colectivo. Es así como lo determina la ley del mercado.

En conclusión, desde una perspectiva revolucionaria, una ciudad ordenada para la gente (y no para las cosas o el capital) es derecho fundamental de las y los ciudadanos, ya que es el escenario donde se desarrolla la sociedad y se perpetúa la existencia humana. Por lo tanto, es deber del estado y de todas las instancias de gobierno garantizar Ciudades para el Buen Vivir, es decir, ciudades cuyo centro sea la vida plena en armonía, la felicidad colectiva, el óptimo funcionamiento de los servicios públicos, viviendas dignas, oferta cultural, productiva y recreativa.

3- ¿Y qué aportamos nosotros para lograr ese Buen Vivir? Se pregunta el sabio pueblo.

El proceso de democratizar la ciudad y hacerla vivible, amable y justa no es tarea exclusiva de un alcalde, alcaldesa o determinada figura de gobierno, el poder popular y los movimientos sociales deben plantearse una política clara sobre el concepto del Buen Vivir, con un programa estratégicamente estructurado en el propósito de hacerle protagonista de dicha transformación. Nuestro pueblo ha sido el constructor histórico de las ciudades, pero desde la perspectiva de la clase dominante, con todos los privilegios que esta aspira en sus prácticas comerciales. Con esa misma capacidad, ese pueblo organizado debe concebir y diseñar ciudades para el Buen Vivir, con un uso adecuado y justo de las tierras urbanas y agrícolas, viviendas dignas adecuadas a su forma de vivir, con espacios para la vida pública fraterna, con garantías plenas para el desarrollo multidimensional de la sociedad, en lo cultural, productivo, académico, recreativo, deportivo, político, etc. Concebir y diseñar estas nuevas ciudades es tarea del pueblo organizado, la construcción de las mismas se hará de la mano de un gobierno o autogobierno comprometido, socialista, que se plantee la revolución urbana y territorial como un asunto fundamental para refundar la patria.

Consejo comunales, comunas, círculos populares de lucha, movimientos de pobladores, juventud organizada, agrupaciones culturales, movimiento obrero y estudiantil… vamos juntos por la ciudad nueva.

¡Sí es posible! Un pueblo organizado en torno a una política clara es altamente dinamizante y se enrumba a la conquista del poder político. Es momento de transcender, como movimiento popular, hacia una organización de base que nos permita concebir esa ciudad que nos exprese como sociedad nueva, como colectivo que aspira la mayor suma de felicidad posible, con mentalidad de empoderamiento popular.

Todos y todas al debate y la organización!!! Pensemos y hagamos nuestra Ciudad para el Buen Vivir!!!



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