Nnuestra revolución ha estado más amenazada

Bajo el titulo Obama no aceptara derogar su Decreto, escribí en artículo publicado en esta misma tribuna, el 4 de abril próximo pasado, que tal vaticinio obedecía a que la orden ejecutiva implícita en el mismo, nos deja a su merced para justificar cualquier acción que impida materializar el sueño de un nuevo socialismo en Venezuela y, esta es la peor amenaza que la revolución bolivariana deba confrontar.

Lamentablemente, aun cuando, entonces pedía a Dios estar equivocado, las macabras intenciones del imperio avaladas por el servilismo de sus lacayos aquí, se impusieron, aun por encima, de cuantos pudieran ser los deseos aparentemente nobles del propio mandatario estadounidense.

Ante la proximidad del proceso electoral para designar quienes integraran la nueva Asamblea Legislativa; el imperio ha demandado de esa oposición venezolana apátrida el que, de no tener clara la derrota electoral del "régimen", deberán jugarse todas las cartas tendentes a evitar que el socialismo bolivariano pueda consolidarse.

El considerar a Venezuela como una amenaza para la seguridad de EEUU. y su política exterior no es tan absurda como se ha querido interpretar; obedece al temor de que esta tierra de libertadores se convierta en espejo donde puedan mirarse los pueblos, no solamente de Latino-américa, sino del mundo que han empezado a ver en el rostro abyecto del capitalismo, la expresión de un monstruo depredador que se resiste a morir y, por ende, se torna cada vez más peligroso.

La guerra económica y psicológica secundada por ese poder mediático nacional e internacional del que se vale el sistema capitalista para confundir y atemorizar a los pueblos mediante la especulación y desinformación aliñada con noticias alarmantes en función de desmoralizar a sus otrora colonias es, actualmente, una de sus armas más letales.

No obstante, hay que hacer notar que, gracias a la conciencia revolucionaria sembrada en su pueblo por el gigante inmortal, Hugo Chávez, ha servido, hasta ahora, para brindarnos ante tales pretensiones.

Sin embargo, el dramático panorama sigue su marcha implacable en el desabastecimiento de los productos de la cesta básica, de las medicinas, de los electrodomésticos, de repuestos y partes automotores, etc., producto del contrabando y el oculta-miento de bienes imprescindibles, por parte de esa oligarquía empresarial comprometida con la oposición golpista para obligar a la ciudadanía a sufrir las penurias de las largas colas, cuyo incremento igualmente forma parte de la estrategia tendente a culpar al gobierno de semejantes desgracias, continua siendo una amenaza que no se puede soslayar.

Sin dejar de admitir que en toda esta debacle figuran también efectos colaterales de la crisis económica que azota a la mayoría de países orbitales del llamado sistema neo-liberal donde también: el cierre de empresas, la reducción del empleo, la rebaja de salarios, el aumento de la edad para las jubilaciones y pensiones, el desalojo de viviendas y otras no menos nefastas políticas, como ocurre en España; se debe a las viles condiciones impuestas por organismos como el Banco mundial y el Fondo monetario internacional para "asegurarse" el pago de las deudas contraídas por gobiernos victimas de su propio modelo rentista, cuya experiencia sufrimos ya antes en América latina pero que hoy la ecuación se da a la inversa de lo que vive Europa, gracias a las bondades propias de procesos anti imperialistas y, en ello, Venezuela se constituye en "la piedra en el zapato" para la bota Yanqui.

Todos los esfuerzos del presidente Nicolás Maduro para contra restar la estrategia de esa guerra económica, tropiezan con lo peor de los enemigos de la revolución: los infiltrados en instituciones del Estado, quienes sobrevivieron dentro de las mismas, gracias a la inamovilidad laboral, garantizada paradójica-mente por la propia revolución, sin descartar a traidores que como los judas de siempre, por unas míseras monedas se venden al "mejor postor".

La batalla no será fácil y la clave para la victoria estará en el grado de conciencia revolucionaria que hayamos alcanzado la mayoría de los venezolanos para no caer en las garras de del imperio agresor y sus lacayos locales.



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Mauro Briceño Prato


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