¡No al dólar viajero!

En los últimos años el gobierno venezolano decidió subsidiar los viajes al exterior del país mediante los llamados dólares viajero. A medida que la diferencia con el dólar paralelo aumentaba, y viajar se convertía en un negocio muy rentable, más y más gente hace uso de este subsidio. Todos conocemos a alguien que ha viajado con los dólares Cadivi y que regresa bronceado, contento y con dinero. Y a todos nos han ofrecido, de una manera u otra, viajar y “vender el cupo”. Las ofertas al respecto proliferan en Internet y basta llegar a un punto turístico en el extranjero para conseguir un cartel de “se compra cupo Cadivi”. Esto ha producido un significativo incremento del número de viajeros que paso de medio millón a casi tres millones en pocos años.

El resultado es una bola de nieve, que crece y crece, en la cual estamos gastando una inmensidad de recursos que bien podrían tener un mejor destino, sobre todo en momentos de precios petroleros bajos y de dificultades financieras del país.

Para que una elite que no llega al 10% de los venezolanos viaje y disfrute, y en muchas ocasiones vuelva con dinero, el estado venezolano dilapida una cantidad equivalente a la que utiliza para la importación de alimentos para todas las familias de Venezuela.

Pero ¿cuanto nos cuestan realmente al año los llamados dólares viajeros? Y con esa cantidad ¿que otras cosas se podrían hacer? ¿Cuales son las razones para mantener este subsidio?

Tengamos paciencia para revisar bien los números que como decía el comandante Chávez, rememorando a Pitágoras, “Dios habla con las matemáticas”.

Primero cuantifiquemos cuanto gana una familia tipo que viaja a raspar cupo. Asumamos que Marta, su madre, su marido y los dos hijos viajan a Chile por ocho días. Entre efectivo y tarjeta reciben 10.000$. Gastan, como mucho, entre los pasajes, el costo de los dólares y la estadía un total de 7.500$. Cambian al regresar los 2.500$ que les quedan y … ¡como un milagro bíblico han aparecido 430.000 Bs.! más de lo que le ingresa a la familia de Marta trabajando todo el año. Es muy difícil que un imperativo ético o un intento de control posterior frene a Marta a raspar su cupo. El problema de fondo no está en Marta sino en el absurdo en que se ha convertido el subsidio viajero.

Pero sigamos. Para que el milagro de Marta se haga y con ella el de cientos de miles de venezolanos más, todos los venezolanos perdemos una increíble cantidad de dinero. Dinero que sale de nuestro petróleo, que cuesta producirlo y que termina la mayoría en manos extranjeras.

¿Cuánto nos sale? La cifra anual del gasto en dólares viajeros oscila entre siete mil y ocho mil millones de dólares según la fuente. Tanto Rafael Ramírez como el propio Nicolás Maduro han sostenido la cifra aproximada de 8000 millones por lo que la usaremos para realizar los cálculos.

Para tener mejor perspectiva pongamos ese monto en bolívares. Si lo cambiáramos a dólar Simadi de hoy (172 Bs por dólar) nos da la friolera de 1.376.000.000.000 Bs. El número es tan grande que cuesta dimensionarlo pero, para que tengamos una idea, alcanza para darle a cada venezolano mayor de edad un bono mensual de 7000 Bs ¡durante todo el año! *

Si asumimos que repartir ese dinero a todos por igual, aunque apetecible, no es la mejor idea (¡y no lo es!) ¿Que podríamos hacer en vez de subsidiar viajes?

La respuesta la dió el Comandante Chávez en el Golpe de Timón. Inversión productiva y construcción acelerada de la economía comunal. Es por todos sabido que el problema estructural de Venezuela es productivo. La escasez, la inflación y demás males que nos aquejan vienen derivados de nuestra falta de producción. Con mayor producción no hay guerra económica que valga.

Con solo 2.000 millones de dólares (la cuarta parte del monto total) se puede realizar una gigantesca inversión productiva y de infraestructura con énfasis en las comunas y movimientos sociales. Maquinaria, industrialización, asistencia técnica, procesos de distribución, formación productiva, etc. Podríamos cambiarle el rostro productivo a la Venezuela comunal en el corto plazo.

Para tener una aproximación dividamos esa cantidad entre las 1000 comunas registradas (en el entendido de que no es ese el mecanismo para la inversión). A cambio Simadi son ¡344 millones de Bolívares de inversión para cada comuna del país!

Con los seis mil millones restantes se puede reactivar una gran cantidad de obras paralizadas, acometer obras de infraestructura pendiente, importar los rubros que presentan escasez, y en general solventar el déficit que implica la caída del precio del petróleo para nuestra economía. Incluso se puede acometer una compra masiva de deuda venezolana (que esta a unos precios bajísimos) y reducir la alta carga de deuda que presentan los próximos tres años.

Ahora la pregunta que todos nos hacemos es ¿Por qué se siguen dilapidando esos recursos en los subsidios a los viajes?

Hay quienes asoman una respuesta “política”. Los grandes favorecidos del subsidio son los integrantes de la clase media y no conviene en año electoral retirar un subsidio, sobre todo después de la insurrección guarimbera del año pasado. Algo así como no le metamos más candela a la clase media.

Esa respuesta no es compatible con los revolucionarios. Mantener ese subsidio es contrario a los intereses de la patria, atenta contra las posibilidades de victoria del proceso venezolano y no puede ser sostenida por un gobierno bolivariano.

Por eso creemos necesario que todos los sectores populares organizados exijamos al gobierno que cambie radicalmente su política de manejo de las divisas petroleras (el tema de los dólares viajeros es prioritario mas no es el único), que incluya al poder popular en el diseño de los planes de inversión productiva y que, en medio de la crisis existente, pasemos a la ofensiva productiva.

*Nota al pie: Hay quienes sostienen que si se introduce un monto significativo de divisas en el Simadi este bajaría sustancialmente su valor. Esto, de ser cierto, redundaría en una baja de la inflación y en una mejora sustancial de la situación económica. Aún en ese caso, las posibilidades de inversión productiva que se proponen en este artículo con esos recursos se mantienen intactas.


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Douglas Aponte


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