Antonio Ledezma y el arte de conspirar desde un cargo público

Parecer un líder demócrata mientras se conspira contra el Gobierno Nacional desde alcaldías, gobernaciones, poder legislativo o cualquier cargo de elección popular es un arte y Antonio Ledezma como Alcalde Metropolitano es un máximo ejemplo de ello mediante su paralela promoción del experimento guarimbero terrorista conocido como "la salida".

A esta forma de actuar también se le conoce como Fascismo Funcionarial y todo consiste en actuar en la legalidad y la ilegalidad dentro de una operación combinada que genere desgaste al adversario en su prestigio y en su estructura administrativa de gestión burocrática o política en el mediano o largo plazo.

Algo así como lo que dijera María Corina Machado (tal vez la mente más avanzada en la cúpula oposicionista) en su muy comentada charla interceptada con el intelectual Carrera Damas: "Atornillamiento y domesticación (...) Mecanismos de control social total (...) Confrontaciones, no dialogantes, no electoral".

El fascismo no se limita a la agresión frontal contra los adversarios políticos o ideológicos, porque en esencia consiste en el desprecio a los derechos humanos, ya sea concretándose mediante los actos, o preparándose en el plano de las ideas del sujeto para tarde o temprano arremeter contra su entorno.

Cuando el fascista no está en ejecución del ataque (el cual según su particular moral siempre está justificado en nombre de su doctrina), anda predicando su creencia e inoculando odio en la sociedad para generar la confrontación entre ciudadanos de un mismo país. Su propósito es instaurar un clima de aguda polarización social, para que el debate político no se fundamente en razonamientos, sino en resentimientos, prejuicios y falsos enemigos.

Es posible detectar el fascismo en el ejercicio de la función pública porque dentro de la vieja concepción de aplicar todas las formas de lucha, el fascista puede ser candidato en elecciones aunque en el fondo no crea en la democracia.

De lo que se trata es manipular a electores inocentes para penetrar la estructura burocrática del Estado, ascender a cargos de elección popular, tomar las riendas del poder público, y desde esa ventajosa posición funcionarial, desplegar violencia en función del triunfo de la pretendida hegemonía fascista. Pero tal violencia no siempre se muestra abiertamente, puede ser de forma solapada, ello depende de las circunstancias y la conveniencia del momento.

Fascismo funcionarial ocurre cuando el gobernante invoca su propia legitimidad como mandatario electo por los votos, pero desprecia la autoridad y las funciones de otros mandatarios que provienen de la soberanía popular y el sufragio.

Es así cuando un gobernador o alcalde maneja recursos de espaldas al poder popular, no rinde cuentas al consejo legislativo o municipal (según sea el caso que corresponda), no sigue pautas de control fiscal (contraloría); alega que poder electoral (CNE), judicial (TSJ), ciudadano (Fiscalía) son ilegítimos y se confabulan al servicio de un proyecto ideológico o político que los aparta de la imparcialidad.

Este comportamiento de extiende a cualquier dirigente opositor que conquiste un cargo de elección popular o haya sido designado en un cargo público, se trata de el uso de pretextos (victimización política) para ejercer una autoridad abusiva al margen de las obligaciones que impone el Estado de Derecho y el deber de cooperación con las demás autoridades públicas.

El objetivo es entrar al aparato burocrático (legitimado por el voto popular) pero no para servirle a los electores, sino para golpear, desestabilizar, desprestigiar y derrocar desde adentro a la estructura institucional del Estado.

En verdad, creer que la única autoridad legítima es la propia, se trata de una miserable excusa propagandística del fascista gobernante para negar el Estado de Derecho y actuar delictivamente, pero con un disfraz de legalidad tanto en el ámbito nacional como internacional, esto con el fin de ganar tiempo y escenarios más ventajosos para la comisión de sus actos conspirativos en pro de menoscabar la gobernabilidad, la paz ciudadana y asaltar el poder.



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Jesús Silva R.

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

 jesussilva2001@gmail.com      @Jesus_Silva_R

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