De su puño y letra: Un “libro de batalla” acompañó a Chávez durante el paro petróleo

Cada 21 de diciembre algunos países, y Venezuela no escapa a ello, celebran el llamado “espíritu de la Navidad”, otro cuento de los mercaderes del imaginario colectivo, inventado para que la gente gaste comprando velas, inciensos y otras bisuterías. Una leyenda que nada tiene que ver con nosotros, traída de la península escandinava, para ser más precisos.
Pero tal día como hoy, un 21 de diciembre de 2002, Venezuela debería conmemorar algo mucho más importante: la victoria sobre el paro petrolero criminal que emprendieron los locos de la oposición. Ese 21 de diciembre de 2002, el tanquero llamado “Pilín León”, fue movido tras 16 días de estar varado con 44 millones de litros de combustible en la bahía del Lago de Maracaibo.

Un año después, Chávez transmitió su Aló Presidente desde Bajo Grande, estado Zulia, sitio donde ancló el enorme tanquero, al mando del capitán patriota Carlos López Peña, marino mercante nacido en el estado Falcón. Había muchos barcos varados. Chávez llamó a los capitanes golpistas pues tenía sus números celulares. Fingían desmayos cuando llegaban a llevárselos presos por traidores.

Fueron momentos emocionantes pues todos vimos el barco moverse lentamente y las maniobras que hicieron hasta anclarlo de nuevo en Bajo Grande. Ese día se quebró el paro petrolero y Chávez llevaba en su cuaderno, que él llamaba “mi libro de batalla”, todos esos eventos “de mi puño y letra”, según dijo.

En aquel Aló Presidente No. 175, retransmitido este domingo en VTV Canal 8, leyó algunos pasajes del histórico cuaderno y reveló que al 21 de diciembre siguieron seis días decisivos para acabar con la estrategia golpista en un plan que denominó “1.621” por las fechas. No hubo quien, en medio de la presión, no le dijera que adelantara las elecciones. Chávez respondió “¡No!, que vengan a tumbarnos!” y se desplegó entonces un gran movimiento “pueblo y gobierno” que poco a poco fue retomando el control sobre la industria petrolera. Pusieron a prueba nuestra soberanía. Chávez supo que Pdvsa no nos pertenecía y decidió poner punto final a esa distorsión.

El Pilín León fue llamado después, el 16 de julio de 2003, “Negra Matea”, y otros tanqueros con nombres de misses fueron re-nombrados. El Bárbara Palacios cambió a “Manuela Sáenz”, el Susana Duijm, a “Luisa Cáceres” y el Maritza Sayalero a “Negra Hipólita”. Necesario es decir que todas esas ex misses apoyaron el paro petrolero.

Así pues, en aquel “libro de batalla”, Hugo Chávez llevó el día a día de una de sus tantas luchas y uno se lo imagina guerreando desde su despacho en Miraflores; con el teléfono en la mano llamando a todos; sin dormir y con aquella tensión que sufrió el país entero pero que en sus hombros, seguramente, fue peor. Algunas imágenes del diario muestran páginas escritas a mano, con tachones, círculos en rojo, números de teléfono hasta de los capitanes golpistas; palabras y frases sueltas sobre puntos álgidos; agenda de muchas reuniones políticas; anotaba con quién habló tal día; con quien se reunió; palabras desconocidas para él como “llenadero”, y otras. “Hacen falta “consolistas” (“no sé qué es eso”, decía); o “necesitamos un gerente para El Palito. Buscar”. Allí, en ese librito que luego fue “empastado” en azul, está la historia de una gran batalla. ¡Quiero tenerlo!

Se creó el Comando PetroMar. “Todos los días estábamos inventando” dijo con su risa de siempre. “Rompimos el bloqueo de alimentos”, leía en su cuaderno. El 19 de diciembre de ese aciago año, entró por Puerto Cabello un barco cerealero; vino de Petrobras otro buque mandado por Lula, lleno de combustible; “Llegaron los rusos”, para ayudar desentrabar la maraña de las claves. Comenzaron a salir los patriotas y a ocupar los puestos de los golpistas “meritocráticos”. Y así llegó enero de 2003 y el cuaderno se llenó de apuntes sobre la recuperación del “cerebro de Pdvsa”.

El 3 de enero escribió un mensaje de Socorro Fernández: “Presidente, estamos nacionalizando el cerebro de Pdvsa”. Aquel diario ya estaba lleno de buenas noticias y de todas las estrategias montadas para derrocar la guerra del petróleo. Muy emocionante escuchar de labios del presidente Chávez cómo se iban reiniciando los llenaderos; qué era lo que hacía falta para esto y aquello; cómo se surtieron de petróleo los barcos para Citgo y cómo se reactivaron los pozos.

El diario culminó el 6 de marzo de 2003, cuando se dio por ganada la batalla.

Así que éste y todos los 21 de diciembre celebremos ese espíritu libertador y mostremos al mundo que el pueblo de Chávez está intacto, listo para a próxima batalla.



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Luisana Colomine

Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.

 @LuisanaC16

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