¡Sólo el pueblo salva al pueblo!

Las revoluciones son esencialmente culturales, sino están destinadas al fracaso. Cambiar una cultura nos es tarea fácil. Que la gente se comporte distinto a como está habituada a hacerlo es un reto arduo, un reto revolucionario.

Si tomamos la llegada al poder del Presidente Chávez como un hito en el proceso revolucionario venezolano, entonces es a partir de ese hecho histórico que Venezuela toma un giro que podría cambiar para siempre su rumbo.

La primera acción de gobierno, trascendental, que realizó Chávez fue la convocatoria a un proceso nacional constituyente, que dio origen a la actual Constitución y con la cual se cimentaron las bases para la transformación total del estado venezolano (en su estructura y en su superestructura); y el aspecto clave de esa transformación está en aquella expresión del Preámbulo de la Constitución, cuando expresa: "... con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica...". Este modelo de Democracia Participativa es la que debe romper con la “cultura” de la Democracia Representativa.

La Democracia Representativa, producto de las revoluciones burguesas de finales del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX, con sus 237 años (aproximadamente) es una concepción de ejercicio del poder político muy arraigada en la cultura política universal. En Venezuela fue, con el Pacto de Punto Fijo (1958) y la promulgación de la Constitución de 1961, que se instaura formalmente ese sistema; y tanto la derecha como la izquierda venezolana acogieron y se adaptaron a esta forma del ejercicio político, donde el pueblo entrega su soberanía a la burocracia “representante” y ésta decide el rumbo del país.

Como en este sistema se entiende que la responsabilidad sobre el rumbo del país, descansa sobre las acciones de la burocracia representante, todo lo bueno o malo que ocurre en el país el culpa del “Gobierno”; y en este sentido, la oposición al Gobierno no hace otra cosa que criticar y criticar; mientras tanto el pueblo juega banca.

Esa “cultura política” no ha cambiado en Venezuela: el Gobierno Revolucionario asume que se las sabe todas y no le para a nadie. Hace lo que considera sin ver para los lados; por su parte, la oposición de derecha parasitaria y violenta, no hace otra cosa que criticar y conspirar; y buena parte de la izquierda que no está en el Gobierno, no conspira, pero sólo critica; mientras el pueblo, mayoritariamente, sigue en la banca porque no sabe que puede salir al campo y asumir el control del juego. En síntesis: aunque tenemos nuevas reglas de juego que permiten, promueven y facilitan la participación activa de TODOS en cualquier escenario de la vida nacional (Art. 62 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela), seguimos jugando a la Democracia Representativa. Esa cultura política debemos derrotarla; sobre todo quienes creemos en la Revolución Bolivariana.

Ya es hora que desarrollemos la participación y ese protagonismo con el pueblo y desde el pueblo. ¿Cuántos de los izquierdistas que criticamos al Gobierno Revolucionario, estamos organizando al pueblo para cambiar la estructura económica burguesa que aún tenemos, y desarrollar un sistema productivo diferente y eficaz? Y existen, a parte de la Constitución Nacional, un conjunto de leyes que acompañan y apoyan cualquier iniciativa popular en ese sentido.

Menciono el aspecto económico por la coyuntura actual y porque toda transformación hacia el socialismo pasa por una transformación en la estructura económica burguesa; pero igual podemos organizar y organizarnos con el pueblo, en cualquier aspecto de la vida social, y siempre tendremos, con este gobierno, más posibilidades de desarrollar la participación y el protagonismo popular, que con cualquier gobierno de derecha. No niego la importancia y la necesidad de la crítica, pero la considero más real y productiva cuando proviene de un intelectual que en su labor organizativa del pueblo donde participa enseñando y aprendiendo, detecta fallas que considera perjudican el avance del poder popular, y la señala con la autoridad que la da su participación en el desarrollo de esa estrategia socialista.

Es ese proceso organizativo de la sociedad venezolana, el que en la práctica, le mostrará a ese pueblo que el camino es el socialismo.
La práctica y la teoría deben ser inseparables, pero cuando están separadas, es la práctica nuestro mejor maestro, para luego entender, confirmar o negar la teoría.

valgo7968@gmail.com


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Juan Carlos Valdéz G.


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