Recorriendo pueblos y evaluando la revolución: Aregue edo. Lara

Hace dos semanas atrás decidí ir a Barquisimeto donde mi hermano el “dotoorrr…” como ledice el “compae Nayo”, para hacerme un chequeomédicode rutina.Después de la consulta clínica se nos ocurrió (a mi hermano y a mí) acercarnos un rato al pueblito de Aregue que celebraba sus dos semanas de fiestas patronales. Ni Cortos ni perezosos emprendimos el viaje por la autopista Lara-zulia hacia el destino acordado. Poco a poco, sin apuro, contemplábamos a losbordes de la carretera los parajes del parque nacional Cerro Seroche, lo que nos animó hacer dos paradas puntuales para comprar un suerito picante,las muy conocidas acemas tocuyanas y el delicioso dulce de leche( cabra) de unsabor único incomparable, entre otros productos artesanales que ibannutriendo la conversa y particularmente me resolvían un problema de no regresarme a casa ( Valencia) al día siguiente con las manos vacías.. En media hora ya estábamos en Carora,capital del municipio Pedro León Torres: hicimos un recorrido relámpago por el hermoso casco histórico colonial,incluso por la casa donde el libertador pernoctó días antes de enfilarse hacia el campode Carabobo ha inmortalizar la batalla que selló nuestra independencia.

Tan sólo 7 kilómetros aproximadamente recorrimos desde Carora para llegar a la población de Aregue:enclavada en la “otra banda” como dicen los lugareños, entre las quebradas la Ciqueña(un brazo del río Urere) y la del Sorocloco. Es realmente fascinante percibir que a pesar delo caluroso de la zona,muy típico de los climas áridos y semiáridos, donde abundan tunas,cujisales y cardones por doquier, convive una generosa comunidad que con gran entusiasmo y alegría disfrutaba de unas de las fiestas y advocaciones marianas más antiguas incluso que la tradicional y emblemática divina Pastora. La Chiquinquirá de Aregue es el nombre de la patrona que según la leyenda popular religiosa de esta localidad es la verdadera, refiriéndose a la otra, la tocaya del Zulia.

Mi papa (el viejo René Barco) oriundo de Carora, concretamente del caserío Altagracia, siemprenos hablaba cuando éramos carajitos (y todavía lo hace) de que estas fiesta constituían el uno de los atractivo más importante de la muchachada de su generación,quienes meses antes se preparaban para emprender una especie de peregrinación que implicaba un recorrido nada más y nada menos de más de 30Klm en dos día de camino para llegar al pueblo en cuestión. Mochila en lomo y mapires de sacos en los brazos, se llevaba el bastimento (agua, suero, café, queso e´’ cabra, carne de chivo salada, arepa pelada,etc.) además de las hamacas y una sola muda de ropa que alcanzabapara la permanencia durantetoda de feria. Todo ese batallón campesino según-- mi viejo-- era conducido con mucho juicio y disciplina por adultos baquianos entre los que se encontraba mi abuela y bisabuela Margarita y Justiniana Barco. En las riberas de la quebrada del Sorocloco se apostaban los visitantes que no podían pagar las viejas casonas que fungían como posadas. En tendidos de chinchorros y alrededor de fogones improvisados se prendía jolgorio que todavía el viejo Barco recuerda “clariiitoo” como si hubiese sucedido ayer.

Entonces, siguiendo con el recorrido,como a las 11 am ya hacíamos entrada al pueblo: desde lejos se avistaba las cúpulas de la iglesia de una majestuosa e imponente arquitectura colonial, de amplios salones añadidos recientemente para albergar a la gran cantidad de personas que vienen de todas partes del estado Lara y del país a pagar promesa.En los alrededores de la misma estaban los tarantines de los comerciantes de feria, haciendo su octubrepor supuesto, además de las mesas y “taturos” que se disponíanpara los juegos de envite y azar (guarañas, ruletas, dados, etc.) que desordenadamente abrían paso para observar los viejos y casi destartalados carruseles que me recordaban los ambientes de ferias de las películas mexicanas enblanco y negro. Ya el calor estaba haciendo estragossobre nuestros rostros, las gotas de sudor eran verdaderos torrentes por lo que no vacilamos en refrescarnos con unas cuantas frías en el club social adyacente a la plaza Bolívar, atendidas por un gentil y pintoresco mesero apodado el Neto, que con su peculiar acento de guaro rajao nos daba la más cordial bienvenida.

Luego de allí, cuando nos pegó el “filo”, nos fuimos al negocio del popular gordo Pei, heredero de la tradición culinariade Doña Mercedes, su madre(ya fallecida), quien preparaba las mejores recetas de chivo de toda la regiónaregueña. Fuimos testigo comensales de quelasazón de la doña todavía perdura en los fogones gracias al esfuerzo de su vástago por mantenerlo.De entrada degustamosde unas deliciosas arepitas con natilla, mientras esperábamos la parrilla de cabrito tierno, acompañado de“carotas”, ensalada pico e’ gayo y el infaltable queso de cabra, soberana “papa” que íbamos digiriendo lentamente con un divino guarapo de panelita servido con mucho cariño en la mesa. Ah… y para variar el amigo Pei nos mandó a preparar un guayoyito negro de esos cerreros que dejamos para el final, después que nos “sampáramos”un guamazo de Cocuy de Penca...¡Esa también va por la casa mi doctol!gritaba entusiasmado el amigo anfitrión. De verdad nos faltó estomago para seguir probando de la variada gastronomía torrense de Lara, sobre todo la tan demandada tostada caroreña entre otros platos.

De lo harto que quedamos por los apetecidos condumios, sinceramentenos provocaba una prolongada siesta, que prácticamente fue imposible hacerla cuando escuchamos la eléctrica música de un grupo de “raspa canilla” que sonaba en una taguarita donde no cabía la gente contagiada de esta melodía serrana campesina. Una bella parranda democrática, no había discriminación de ningún tipo, las personas se sacaban a bailar indistintamente: viejitos con muchachas y viceversa, borrachitos con señoras,niños con adulto… Al inicio de cada set, los músicos no habían terminado de afinar los instrumentos cuando la sala se ponía repleta esperando el perolazo que anunciaba la siguiente canción. Una verdadera gozadera popular.
A pesar de que particularmente yo andaba en otra onda distinta a los juicios y análisis político, como humilde pateador de calle y crítico-constructivo de este proceso de trasformación, era casi inevitable no hacer una evaluación de los alcances y efectos de las políticas de la Revolución en este inolvidable rincón de la Patria: A pesar de que en el municipio, torres-- del cual Aregue es una parroquia-- el chavismo ha gobernado pormás de 10 años, no se ve, ni se siente, las políticas sociales del gobierno nacional y mucho menos local. Como es posible que las 4 o 5 calles principales de este pueblo estén prácticamente intransitable. Además de ello los locales donde alguna vez funcionó mercal y Pdval están completamente cerrados, la misión barrio adentro prácticamente no existe y la Agro Venezuela fue sólo un saludo a la bandera como así lo corrobora lo conversado con algunos nativos de esta localía descendientes de los milenarios indígenas Ayamanes que alguna vez habitaron estas tierras.

Casualmente nuestra rápida estadía en el pueblo coincidió con la presencia del gobernador del estadoHenrifalcón, quien movilizó toda una estructura de servicios sociales y médico asistenciales en el marco de las ferias, suponemos. Monitoreando la presencia del gobernante pudimos observartambién a un grupo de funcionarios de dicha gobernación en labores de limpiezas de aceras, retoques de pintura en casas, en dispensarios, etc, con los colores de la consigna políticaLaraprogresista. Ojalá que lo visto no sean los tradicionales maquillajes electoreros de la ruta por donde “pasarála reina”, metodología politiquera que tanto daño le ha hecho a este país, tanto en la cuarta, como en la quinta, y que a los populista les gusta mucho porque les genera muchos votos pero que a la postre tal perversión política destruye conciencias.Y esto es lo más grave.

Con el morral a cuesta y la libreta a tiro, seguiré recorriendo pueblo y evaluando la Revolución. Hasta la próxima entrega.




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