Con paciencia y salivita, algo le hizo un elefante a una hormiguita

¡Alerta y confianza en el timonel!

La Revolución Bolivariana es atípica. Se equivocan quienes
sesudamente intentan buscarle similitudes con anteriores procesos
revolucionarios. Del mismo modo que lo hacen quienes la juzgan, en sus
acciones, según formas de actuar ortodoxas. Puedo imaginar su desconcierto.
Es, sólo para comenzar, una revolución que llega al gobierno jugando con las
reglas económicas, sociales y políticas de un estado capitalista incipiente,
apenas medio desarrollado en aquellas actividades importadoras que generan
los recursos provenientes del petróleo. Al tiempo que sobre una estructura
agraria que no se ha enterado todavía que el feudalismo terminó en el siglo
XVIII.

Sobre esa infraestructura y sus consecuentes superestructuras debió
comenzar su andadura esta tan original y espacialísima revolución.
Encadenada, conscientemente, por las reglas del juego jurídicas construidas
por decenios. Sometida a todos los sucedáneos y vericuetos legales que el
sistema anterior tejió para su protección y subsistencia. Amenazada
asiduamente por los organismos multilaterales así como por los convenios con
fuerza supraconstitucional que la República fue adquiriendo a lo largo de
sus peripecias de vagón de cola del imperio.

No ocurrió el acceso a Miraflores del modo en que la revolución de
los soviets lo hicieron al cuartel de invierno, ni entró a las calles de
Caracas sobre los tanques como lo hicieron los barbudos cubanos a la Habana,
con Fidel a la cabeza. Lo hizo, previo burguesísimo período de transición y
luego de la legalísima proclamación del Consejo Supremo Electoral. Obviar
esta realidad produce la natural confusión entre quienes quisieran la
aplicación de la cartilla revolucionaria sin más dilaciones ni miramientos.
Elegido o no, este es el tortuoso y largo camino que le ha correspondido
transitar a la Revolución Bolivariana. Ha tenido que ir haciendo revolución
casi sin tocar estructuras fundamentales. Quien mire hoy hacia Venezuela no
dejará de sorprenderse ante algunas paradojas, casi insufribles. Por un
lado, un discurso y unas acciones claramente orientadas hacia el
empoderamiento del pueblo y por el otro, unos intereses poderosos, criollos
y transnacionales, obteniendo las mayores ganancias de su historia,
navegando en el más cómodo mar propicio a sus intereses, casi como si
vivieran el más tórrido paraíso menemista.

No son pocos los angustiados, -me cuento entre ellos- quienes ven
cómo, gente que conspiró y conspira, abierta y grotescamente, documentada su
conspiración con mil y un videos, siguen por allí, como Pedro por su casa,
desafiando al sistema de justicia con un desparpajo y desvergüenza groseros,
sin que las estructuras del sistema de justicia haga, -o pueda hacer- nada
por reducirlos y escarmentarlos. La lista de ejemplos sería tan larga que
necesitaríamos una enciclopedia. Desde el alcalde que reconocía –orgulloso-
como había quitado las llaves de los autobuses a fin de desviar el tránsito
de personas hacia la edificación militar de Fuerte Tiuna… “para que no
pudieran salir los tanques en defensa del gobierno”. El dueño de una
encuestadora y un pasquín… sonreído con gesto de gorda comadrona, afirmando cómo: “no podíamos dejar que Chávez se fuera de Venezuela, lo necesitábamos en Caracas, y grabamos el pronunciamiento del general Néstor González…-añadiendo, mirando con picardía socarrona a un animador de televisión- que lo hicimos en tu casa Napoleón… o cómo luego, esta misma gorda amorfa, informaba que instaló su comando de estado mayor en Fuerte Tiuna para monitorear los acontecimientos. O esto de último momento, el mismo general Guaicaipuro Lameda, organizando el asalto a palacio, dando ordenes desde una moto, señalando los lugares de acceso, o saliendo de Miraflores después de haber sido nombrado Presidente de PDVSA, diciendo ahora…con descaro e impunidad infinitos: “si Danilo viviera lo demandaría por daños y perjuicios porque nunca habría podido probar que yo estaba en Miraflores”. En fin…¿sigo?. No es necesario ¿verdad?. No quiere amargarles el día.

Es el precio que debe pagar una revolución que ha tomado un camino
que no pasa por la justicia expedita, sumaria, popular y revolucionaria.
Igual pasa con esa pesada estructura que es la administración pública.
¡Sencillamente intocables!. Bien que urdieron la maraña para atornillarse en
la administración pública quienes hoy están en los cargos medios y bajos de
ella. Cientos de miles de profesores, médicos y funcionarios que no dejan
pasar las medidas revolucionarias, que sabotean todo, simplemente porque no
quieren, porque no les da la gana y punto. ¿Qué otra explicación tiene que
el gobierno revolucionario haya tenido que baypasear la pesada y costosa
estructura del Estado para adelantar las misiones? ¿Por qué para misiones
como Robinson I, II y II, Ribas o Sucre, no se han usado el cuarto de millón
de profesores y maestros del Ministerio de Educación? ¿Por qué la nueva
política de inclusión universitaria no se ha llevado adelante sobre la
inmensa y costosísima estructura de decenas de universidades nacionales?
¿Por qué la nueva estructura de salud debió elegir el camino de Barrio
Adentro, con médicos cubanos en su mayoría y no se usó la estructura
hospitalaria del sistema de salud perteneciente al Ministerio de Salud y sus
centenas de miles de médicos, médicas, enfermeros y enfermeras?. Por muy
distraído o ingenuo que se sea todos sabemos la respuesta: Esos gremios, sus
estructuras y sus recursos juegan a la destrucción y el fracaso del proyecto
revolucionario.

¿Cómo se permite la conspiración diaria de unos medios de
comunicación que violan groseramente el derecho a la información veraz y
oportuna de un pueblo? ¿Por qué se tolera la burla a la Ley de
Responsabilidad Social en Radio y Televisión, o se les permite que arrecien
la campaña de descrédito contra el testigo del caso Anderson luego de la
sentencia de un Tribunal, que por cierto, han llevado a todas las instancias
nacionales e internacionales como “golpe mortal a la libertad de expresión?
De nuevo… todos lo sabemos. Si la conducción de la estrategia revolucionaria
perdiera la paciencia y atacara como recomiendan la pasión, la justicia y
las vísceras al siguiente momento estaríamos aislados, seríamos condenados
en todos los foros internacionales y júrenlo, sin anestesia ni disimulos,
seríamos intervenidos, invadidos y barridos. Cierto que resistiríamos.
Cierto que se abriría un proceso en el cual, estoy persuadido, el Imperio
saldría escarmentado. Pero… ¿es eso lo que queremos? ¿Es una Venezuela
ensangrentada, destruida, -porque quedaría destruida- con sus mejores hijos
en la resistencia, -y no la de esta oposición Sambil sino en una resistencia
armada- y en medio de una larga guerra?. Vamos a pensarlo con madurez
revolucionaria. Venezuela debe prepararse para ese escenario, pero, jamás
debemos provocarlo. Si ese escenario de violencia fratricida se da, que nos
encuentre preparados, pero que jamás se diga que no hicimos todo cuanto
debimos por evitar esa violencia.

Por eso, camaritas, el momento es de profundo talento estratégico. El
momento no aconseja loqueras ni absurdos aceleramientos suicidas. El momento exige confianza absoluta en el timonel. ¡Que no me vengan con el cuentito del culto a la personalidad! ¡Por favor! ¡Ya está bueno de pendejadas, que no somos niños y nos conocemos todos! ¡Confianza en el timonel, en el
conductor y disciplina! El momento más bien debe acercarse a esa imagen que
tanta gracia me producía de niño, porque desafiaba mi imaginación… paciencia
y constancia… resolución e inteligencia, confianza en quien comanda…
paciencia… paciencia… que con paciencia y salivita… algo le hizo un elefante
a una hormiguita. No se que le hizo, pero según el cuento… lo logró…y
nosotros también. ¿Quieren ejemplos? Recuerden la Plaza Altamira.

HUGO PARA TODOS Y TODOS PARA HUGO.

LA BARRICADA SÓLO TIENE DOS LADOS.


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Martín Guédez


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