¿Por qué no se Sustituyen Importaciones en Industrias Canaima?

La industria venezolana, en estos años de gobierno revolucionario, ha sido un tema de tratamiento diario, permeado de muchas visiones, orientaciones e intentos instrumentales que se pasean por un abanico de eficacia demasiado amplio y flexible. No por ello pudiera generalizarse afirmando que todo ha sido en balde, pues existen experiencias que, si bien no llegan a ser totalmente ajustadas a un esquema de desarrollo política y técnicamente coherente, han venido a demostrar que existe un universo laboral y productivo diferente al comercio y a la industria petrolera.

La industria de la manufactura para la electrónica es uno de esos espacios, donde claramente queda evidenciada la intencionalidad política, del gobierno revolucionario, por la incorporación y el desarrollo de estructuras productivas, que diversifiquen nuestra industria y que incorporen nuevos elementos tecnológicos.

Es en este punto donde comienzan las preguntas:

.- ¿Reconocen verdaderamente los funcionarios, con responsabilidad en la conducción de estas empresas, que uno de los fines prioritarios de estos espacios es el reconocimiento del trabajo como herramienta de liberación?

.- ¿Reconocen estos funcionarios, que son los trabajadores los sujetos fundamentales en ese proceso de apropiación, no sólo de las herramientas de producción y el plus valor del trabajo, sino también del plus valor intelectual?

.- ¿Existe verdaderamente una propuesta que aglutine las necesidades nacionales en términos productivos, las necesidades en términos de formación científica y tecnológica, y las potencialidades en términos de la orientación de foco?

.- ¿Existe verdaderamente la intención de sustituir importaciones en nuestras empresas ensambladoras?

No seré chocante respondiendo a manera de monólogo esquizofrénico.

En el sector de la manufactura para la electrónica, las posibilidades para avanzar de manera exitosa en la producción de determinados rubros es enorme, y las oportunidades de desarrollo de nuevos productos, de la incorporación de nuevas tecnologías, de la apropiación de conocimiento y de la generación de conocimientos nuevos, son infinitas.

Hablemos del caso que titula a este documento, Industrias Canaima, una empresa de la cual salen alrededor de un millón quinientas mil (1.500.000) computadoras portátiles para uso educativo anualmente. A quienes conocen muy someramente del mundo de la manufactura para la electrónica, quizá les sorprenda poco ese número si se compara con el del comercio de teléfonos celulares, pero es verdaderamente un número impresionante.

Evaluemos:

Esta empresa mueve en la estructura industrial internacional lo siguiente:

• 1.500.000 unidades de la industria de los microprocesadores
• 1.500.000 unidades de la industria de las tarjetas de circuitos impresos
• 1.500.000 unidades de la industria de los discos duros
• 1.500.000 unidades o más de la industria de las memorias RAM
• 1.500.000 unidades de regalía por el uso de algunos paquetes de software
• 1.500.000 unidades de la industria de las carcasas en PVC, policarbonatos u otros polímeros
• 1.500.000 unidades de la industria de las pantallas
• 1.500.000 unidades de la industria de los cargadores y fuentes de poder (que a su vez poseen tarjetas de circuitos impresos y carcasas)
• 1.500.000 unidades de la industria de los teclados
• 1.500.000 unidades de la industria de las cajas de embalaje
• 1.500.000 unidades de la industria de las bolsas plásticas para embalaje

Y otros elementos disgregados que no coloco, para no hacer más escandalosa la lista de partes y piezas que movemos de industrias internacionales y que pagamos con dólares.

¿No son acaso esos volúmenes lo suficientemente obvios, o al menos interesantes, para motivarnos a incursionar en el desarrollo de alguna de esas industrias como complemento de la cadena de valor de nuestras Canaimitas? ¿No es acaso interesante el incremento de ese volumen con la incorporación de los dispositivos para la educación media y diversificada?

Admito que no soy economista, ni experto en mercadotecnia ni en ninguna de esas áreas de estudio que pueden visualizar, con clarividencia vertiginosa, el movimiento de los mercados y las tendencias de las tecnologías para el aprovechamiento de oportunidades de negocio. Pero es que el tema nuestro no es necesariamente la oportunidad de negocio, el tema nuestro, en esta etapa de nuestro desarrollo, debe enfocarse en las oportunidades para captar conocimiento, para apropiarnos de tecnologías, para mejorar esas tecnologías y crear nuevas.

Esto redunda, por supuesto, en la incorporación de nuevos elementos que agregan valor a nuestros procesos productivos, a nuestros productos y a nuestras estructuras de conocimiento. Es así como debemos interpretar entonces que estamos perdiendo:

• 1.500.000 oportunidades de captar conocimiento
• 1.500.000 oportunidades de apropiarnos de tecnologías y
• 1.500.000 experiencias que impulsen la creación de nuevas tecnologías

¿Comenzaremos algún día a sustituir partes y piezas de las Canaimitas?
¿Por qué después de algunos años en funcionamiento aún no se ha hecho?

La actividad preponderante en este espacio es el ensamblaje simple de partes y piezas, por parte de un grupo de trabajadores que jamás intervinieron en la concepción de esos productos, y menos en la planificación de la producción. No es reconocido entonces el trabajo como herramienta de liberación, pues sólo estamos emulando los métodos de maquilas.

Tampoco se reconoce entonces a los trabajadores, como sujetos protagónicos en la generación del plus valor intelectual que deviene del proceso transformador del trabajo. Y nos conformamos con esos fulanos paquetes de Transferencia Tecnológica, que no son más que el acompañamiento que una empresa le hace a otra por la venta de un producto. Es decir, compramos servicios post-venta a precio de revelaciones divinas.

Los convenios binacionales (Venezuela vs otros países) para la producción conjunta de un rubro determinado, poseen cláusulas de suministro de partes y piezas que nos atan a nuestras contrapartes como compradores de paquetes tecnológicos, y normalmente su vigencia ronda los 5 años. A partir de ese momento es cuando se “nos libera” para la incorporación de otros suministros que, en teoría, deberían ser de producción nacional. Eso aún no ocurre, y la voluntad de hacerlo, ténganlo por seguro, no va a venir de nuestros socios internacionales. Nuestra soberanía no sólo se debate en nuestras fronteras en el combate contra el bachaqueo (fundamental en esta coyuntura); se debate también en las mesas de negociación de proyectos industriales y en la activación de esas pequeñas cláusulas que nos abren las puertas hacia otros estadios. Existen guarimbas sin llamas ni molotov, pero más terribles en sus destrozos.

No podría aventurarme a afirmar que no existe una data de necesidades, de potencialidades y algunas propuestas de formación técnica. Pero todo esto ¿está cruzado de manera tal que se pueda poner sobre la mesa del país, un plan de industrialización que incluya metas de formación técnica, de emprendimientos fabriles y de evolución tecnológica para el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales, en una ventana de tiempo y en el marco de nuestra propuesta de socialismo?

El “Plan de la Patria 2013-2019” lo enuncia, el “Plan Nacional de Ciencia y Tecnología 2005-2030” lo augura y trata de hacerlo instrumental en su “Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología”, la “Ley de las Comunas” lo afirma, las “Leyes de Poder Popular” lo claman y la “Ley del Trabajo, Los Trabajadores y las Trabajadoras” lo grita…

Y nuestros ministros ¿qué hacen…?

vladimirhuelva@gmail.com



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