El tema de la agricultura



El tema de la agricultura

Por Profesor Arnaldo Guédez



Al proponernos la creación de la Universidad Campesina de Venezuela “Argimiro Gabaldón”, lo hemos hecho con la absoluta convicción de abordar los problemas de la agricultura tocando los temas estructurales, que no le permiten a esta ciencia un crecimiento acorde a los requerimientos de nuestro pueblo y de la Revolución misma.

Saber de dónde venimos nos permitirá saber hacia qué puerto conducir esta embarcación; venimos de aquella Venezuela "abatida por la desesperanza, la Venezuela de solares olvidados, de surcos sin semillas, sin riego, sin lágrimas; aquella Venezuela abandonada a su suerte, explotada, inoculada de desasosiego y claveles marchitos..." (Harnecker y otros, 2005).

Esto implica un complejo proceso que a fin de comprenderlo hemos tenido que hundir en las aguas profundas de la historia, para poder entender la formación económico-social de Venezuela y desde allí, ubicar las causas pasadas que originaron el actual estado de cosas: la estructura latifundista, el predominio del monocultivo que obedece a la economía de puerto, la preferencia a la ganadería en oposición a la agricultura, tributar al modelo agro-exportador colonial, la destrucción de las prácticas comunitarias de la agricultura para introducir la agricultura individual y con ella la propiedad privada sobre la tierra, luego el Estado terrateniente, las concesiones de tierras de vocación agrícola, entregas en regalías a consorcios internacionales para la explotación petrolera y con ellas, "las casas muertas" en detrimento de las áreas agrícolas y las fracasadas reformas agrarias.

Aunada a todos estos factores está la inexistencia de una poderosa y verdadera educación emancipadora y liberadora, que responda a un modelo educativo basado en una concepción originaria e independiente de nuestra agricultura, que no vea al campesino y su cosmogonía como un simple productor, sino como un ser cargado de una extraordinaria experiencia que proviene de su relación con la tierra, esto constituye sólo una parte de la complicada maraña en la que se ha convertido el problema agrícola en Venezuela.

Lo acertado o no de una política agrícola depende del enfoque con el que se trate el tema, es evidente que la manera como fue tratado en el pasado obedeciendo fundamentalmente a las orientaciones de la llamada Revolución Verde, cuyos principios son la dependencia tecnológica y la sujeción a las políticas impuestas por transnacionales de la industria de la alimentación, no es la mejor mirada. Los resultados son palpables, este camino condujo a nuestra economía agrícola y al sector en general al empobrecimiento, a la pérdida de nuestras semillas autóctonas y algo más terrible, a la contaminación y a disminuir el rendimiento de nuestros suelos, así como a la afectación casi irreversible de nuestros acuíferos.

Todo esto ha ocurrido bajo la mirada cómplice del Estado y sus instituciones. Cuando me permito hacer estas consideraciones no las hago en el sentido de culpar a tal o cual institución, no. El sentido es comprender que el problema no es una cuestión de buenas intenciones o de asistencialismo a nuestro campesino, el problema es el sistema, es el Capitalismo que ha conducido a una buena parte de la humanidad hacia el hecho real de atentar contra la existencia de la vida en el planeta. He allí la importancia del Plan de la Patria como plataforma política para dirigir acciones tendientes a detener la voracidad del Capitalismo, que poco le interesa la producción de alimentos para combatir el hambre sin perjudicar la fuente originaria, la tierra y su clima como elementos fundamentales para la sobrevivencia.

Muchos son los criterios que se tienen de nuestro problema en materia agrícola, algunos sostienen que es sencillamente una cuestión más de producción que política, pues están equivocados, por lo menos desde nuestro enfoque. El desarrollo del Capitalismo dependiente en los campos venezolanos ha desolado nuestros territorios, su régimen latifundista ha frenado el desarrollo de las fuerzas productivas, ha marginado de la cultura y de las ciencias a nuestros campesinos, obligando a grandes masas de cultivadores al éxodo rural, y los que han permanecido resistiendo, se encuentran en condiciones de endeudamiento, sin los conocimientos y hasta usando tecnologías y propuestas de escasa posibilidad de mantenimiento. Aún persiste en buena parte del territorio agrícola del país, la agricultura a tempero, los campesinos siguen dependiendo de la naturaleza y de los regímenes de lluvias, como en los primeros años de la civilización.

En la era o en los tiempos de los cambios climáticos ocasionados por el calentamiento global, que ha originado grandes sequías o en su defecto feroces inundaciones y por ende una disminución significativa de los productos del campo, la disposición del comportamiento del clima en el planeta es fundamental para avanzar, y esto no tiene otro nombre: ciencia y conciencia, dos elementos claves para la conformación de una nueva Bioética, de otra forma de mirar al mundo y a las necesidades.


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Arnaldo Guédez


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