“Qué hacer” para imponer un ajuste cambiario y económico regresivo

Sin duda, los serios problemas y desafíos que tiene hoy en día Venezuela requieren un debate serio y nada mediocre ni impresionista sobre sus motivos y alternativas.
No alcanza con una enumeración de la preocupante coyuntura (desabastecimiento, carestía, contracción productiva, corrupción e ineficiencia) sino que es preciso partir del reconocimiento de posiciones y disputas se están planteando en el campo económico, financiero y social, con su directo correlato político, que tienen como campo las políticas públicas.

Ello es esencial en el caso de Venezuela, sobre todo por la significación central del rol del Estado en la percepción y distribución de la renta petrolera del país, incrementada significativamente a lo largo del mandato de Hugo Chávez por el fortalecimiento del poder de negociación centralizada de PDVSA como empresa pública nacional.

El documento “Qué hacer”, que ha circulado profusamente por las redes sociales (1) parte de la falacia engañosa de simplificar su diagnóstico afirmando que lo ocurre en Venezuela es una “crisis artificial” (obviamente no lo es), para luego, sin ninguna transición, plantear la necesidad de “medidas de política económica que corrijan y reviertan drásticamente la situación” y “cambios sustanciales”.

¿Qué es lo que propone este particular grupo heterogéneo formado por aparentes leninistas, chavistas y entusiastas del libre mercado con gran difusión en redes sociales y mediáticas tanto locales como internacionales? Afirman que el eje de su propuesta inmediata es “simple” ¿pero cuáles son concretamente las medidas “no tímidas” que presentan?, bajo el paraguas del pragmatismo, que más bien suena a apostasía. .
El documento asevera que el problema fiscal se resuelve “fácilmente con una sinceración cambiaria que ubicaría el tipo de cambio, unificado, en unos 25 bolívares por dólar”, sumando a ello “el aumento del precio de la gasolina” y unos misteriosos “impuestos a iniciales al ingreso de la banca” para cerrar por completo el déficit estatal, lo cual llevaría a “frenar la inflación en seco”.

A ello suman un reclamo habitual del establishment financiero: que el Banco Central “no sea del gobierno, sino una persona respetable” (¿banquero?) y la referencia a un “plan productivo de largo plazo” basado sin otra referencia argumental ni aclaración en “conversaciones” con el sector productivo y los trabajadores que traería aparejado una repatriación de capitales “de USD 160 millardos como mínimo”.

Pero, ¿cuáles serían las consecuencias reales de aplicarse del Plan Qué Hacer? El escrito plantea la aspiración de un “un ajuste socialista y no neoliberal “, pero pese a su declamación engañosa, no existen dudas que sus propuestas serían totalmente regresivas para la gran mayoría del pueblo venezolano.

a) No existe antecedente alguno en el mundo que en un marco de alta inestabilidad política y económica que una fuerte devaluación de más del 200% no se transmita inmediatamente a los precios. La propuesta no considera la estructura altamente monopolizada por grupos económicos privados de sectores clave de la economía venezolana, que genera mayor concentración de ingresos y una mayúscula desarticulación social. Resulta absurda e insostenible la idea que “inflación ya fue anticipada el año pasado”.

b) El planteamiento de devaluación abrupta más el aumento de la gasolina sin mejoramientos compensatorios para los sectores populares, al plantearse en forma simultánea al congelamiento del gasto público en un marco de un incremento fuertemente previsible de la inflación, significaría una histórica caída de las condiciones de vida de la mayor parte de la población.

c) La perspectiva de “Qué Hacer” de impulsar mayores concesiones liberalizadoras y privatizadoras y una menor incidencia del sector público -que reclaman coincidentemente
sectores económicos privados y financieros que son hoy justamente partícipes centrales de maniobras cambiaras y fugas de capitales con la connivencia de funcionarios corruptos-, sólo garantizaría la apropiación de los ingresos petroleros del país para ahondar su conversión en fugas de capitales y el drenaje de recursos.

d) La conversión productiva de Venezuela no puede hacerse a través de la atomización de las grandes decisiones nacionales en las comunas –más allá que ésta deben sin duda ganar una mayor participación, control y protagonismo social-, sino en unir el país en el debate y en decisiones que impliquen, integren y complementen el conjunto del país.

En un marco de ataque sistemático a Venezuela y su proceso popular, la confusión, el desapego a la verdad y/o la confusión, la descalificación de todo aquel que tenga pensamientos progresistas, para introducir con aparente sonoridad revolucionaria el mismo programa que plantean los sectores más retrógrados locales e internacionales contra el proceso bolivariano, deben ser puestos en evidencia.

Es el deshacer.

Notas

1. Ver en http://que-hacer.wikispaces.com/Qué+Hacer%2C+Versión+5. +Resumen+Ejecutivo. Obviamente nada tiene que ver con ¿Qué hacer? (en ruso Что делать?), el tratado político, escrito por Vladímir Lenin entre finales de 1901 y principios de 1902, donde presenta propuestas concretas sobre la organización y la estrategia que debe seguir un partido revolucionario.



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