Elecciones del PSUV y Estado burgués

Diosdado Cabello no dio cifras de participación en las elecciones del PSUV hacia el Congreso del partido, aduciendo que dar números no es sencillo porque en algunas circunscripciones se votaba varias veces. Bien, eso es lo que debe decir un dirigente político dadas las circunstancias. No es nuestro caso, tenemos otra función social, así que no nos iremos por las ramas. A nosotros no nos hace falta que nos den cifras, ya que fuimos a sufragar alrededor de las diez de la mañana, una hora bastante razonable para cualquier votante. La verdad es que había muy poca gente en las mesas. En la nuestra ni hicimos cola, llegamos y pasamos directo a votar. En otras mesas las colas no pasaban de tres o cuatro personas a lo máximo. Eso fue en Santa Rosalía, una zona de clase media baja. Es posible que en barrios más populares hubiese más electores, pero en todo caso lo de nuestra parroquia es una muestra de que estas elecciones internas no contaron con entusiasmo popular. Los únicos que parecieron “entusiasmados” fueron los dirigentes del partido. Repetimos: es lo que se hace en estos casos.

            Lo antes dicho es algo que nos preocupa, pero no nos quita el sueño. No hubo sorpresas, no esperábamos que ocurriera algo diferente. El Estado y el partido sufren de un marcado burocratismo que afecta enormemente la participación popular. No estamos descubriendo el café con leche. Lo decía Chávez y lo dice Maduro, quien está llamando a un sacudón en la estructura y la cultura del Estado burgués.

            Sin embargo, es ilusorio pensar que el Estado burgués va a cambiar por la simple voluntad de alguien. La voluntad hay que tenerla, por supuesto, pero otros factores inciden e incidirán en ese proceso. El Estado burgués existe y existirá todavía por mucho tiempo. No puede ser acabado por decreto, y además es necesario para las transformaciones a pesar de sus grandes defectos: no se puede construir nada, hoy por hoy, sin la presencia del Estado. Según Marx, y estamos de acuerdo con él, el Estado burgués no puede ser abolido sin más ni más, sino que más bien se extinguirá paulatinamente (si es que el capitalismo no acaba antes con la Humanidad).

            Por supuesto, tiene razón Maduro al insistir sobre el tema y al querer tomar medidas para aminorar la distancia entre el Estado y el pueblo. Aquí vale evocar un cuento tradicional chino, el cual hemos referido en anteriores oportunidades. Este cuento lo echó Mao alguna vez para ejemplificar una idea que también era de Bolívar, en el sentido de la necesidad, para construir Patria, de paciencia y más paciencia, constancia y más constancia, trabajo y más trabajo.

El cuento en cuestión es conocido como “El viejo tonto que removió la montaña” y trata de un anciano que vivía con sus hijos al pie de una gran montaña. En el lugar donde habitaban escaseaba el agua, así que para regar el campo debían hacer un gran rodeo, cargando cubetas de agua muchas veces desde el otro lado de la montaña, donde abundaba el indispensable líquido. Un día al anciano se le ocurrió la idea de remover la montaña y eliminar el obstáculo. Decidido a lograrlo, tomo un martillo y un cincel y empezó a cavar. Por el sitio pasó otro aldeano y preguntó al anciano por lo que hacía y este le respondió según se ha dicho. El aldeano replicó con sorna: “¡Qué tonto, eres, viejo, acaso si tendrás fuerzas para sacar un puñado de hierba! ¿Cómo piensas remover esa montaña?” Y el viejo respondió: “Yo cavaré, y cuando muera lo harán mis hijos, y después los hijos de mis hijos, y luego los hijos de los hijos de mis hijos, y así hasta que un día removamos la montaña”.

El PSUV es una correspondencia del Estado burgués, es por consiguiente un partido ideológicamente socialista y estructuralmente burgués. La montaña del Estado burgués no la removeremos mañana y será necesario cavar y cavar por varias generaciones para lograrlo. Los resultados definitivos no los veremos nosotros y creemos que tampoco nuestros hijos y ni siquiera nuestros nietos. Es un largo y sinuoso camino. Por eso decimos que es un tema que nos preocupa pero no nos quita el sueño. Todavía ha de correr mucha agua bajo los puentes.

 



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Néstor Francia


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