El petróleo nos duele

El aumento de la gasolina aparece en el dolido escenario económico venezolano como una medida inevitable. Anuncia el Ministro de Energía Rafael Ramírez como Presidente de PDVSA que la empresa deja de percibir quince mil ciento noventa y tres millones de dólares anuales sólo por subsidiar integralmente ese y otros carburantes. El costo actual de un litro de 95 octanos es de 0,10 céntimos de bolívar. Sin embargo, revela este funcionario que diariamente el país consume setecientos tres mil barriles de gasolina de los cuales cien mil barriles se fugan mediante el contrabando. Esto último resulta innegable. Sé de amigos que se han ido de la isla de Margarita para San Cristóbal y han cambiado de vehículos por camionetas grandes como la Chevrolet Gran Blazer para traficar diariamente combustible, con el soborno de guardias nacionales y demás funcionarios y luego vienen a la isla a divertirse con sus viejos amigos. Esta gente desprecia al gobierno y se burla del Estado con absoluto descaro y desfachatez. Ante nuestra queja también recibimos burlas por ser “chavistas piches”. Esa es la vergüenza y el coraje que tan bien explica y defiende la amiga Flavia Riggione en sus notas de aporrea.org cuando señala que anónimamente libramos la batalla diaria contra la guerra psicológica de gente malsana que apuesta para que se derrumbe cuánto Hugo Chávez Frías logró conquistar para el pueblo soberano a través del proyecto socialista bolivariano.

La merma de PDVSA se agrava aún más con los veinte mil millones de dólares estafados al Estado a través de Cadivi. Sólo los raspacupos o raspatarjetas se amañaron la bicoca de ocho mil millones de dólares. Siempre refiero el caso de gente que trabaja en los bancos del gobierno que se aprovecharon de esa ventaja para traerle dólares a setenta, ochenta y noventa bolívares a los turcos y demás comerciantes del Puerto Libre, personas que por lo general hablan pestes del gobierno y tienen una marcada actitud antigubernamental. Las recientes guarimbadas los puso de manifiesto en las zonas de los centros comerciales Sambil, Costa Azul y Rattan Plaza, entre otras.

Otro aspecto delicado de la economía lo representa el costo actual mensual de la canasta básica familiar de Bs. 19.454,80 según la medición de mayo 2014 proporcionada por el Centro de Documentación y Análisis, Cendas. De esta se desprende la cesta alimenticia integrada por sesenta rubros fundamentales para la manutención, cuyo valor actual también ha sido fijado en Bs.10.980, 71. Considerando que el salario mínimo vigente desde mayo es de Bs. 4.251,78 se observa la enorme pérdida del poder adquisitivo de los productos esenciales del hogar, agravado por especulación, sobreprecio, acaparamiento y escasez. Además, la inflación bordea el sesenta por ciento. Los esfuerzos para importar y suministrar alimentos, aplicar regulaciones mediante la Ley Orgánica de Costos y Precios Justos y lo que se deriva de ésta constituyen enormes sacrificios del equipo del Presidente Nicolás Maduro pero eso no remienda ni soluciona la situación grave del aparato económico. Al contrario, la economía parece más vulnerable cuanto más paternalista es el Estado.

Las reservas internacionales han experimentado un flujo de caja en caída constante durante 2014 y apenas ha logrado sobrepasar los veinte mil millones de dólares en el Banco Central de Venezuela, de los cuales dieciséis mil o diecisiete mil millones están en lingotes de oro acumulados de la producción nacional y del repatriado oportunamente por nuestro Comandante Eterno. Sin embargo, hasta el oro ha perdido valor en el mercado mundial y para colmo se robaron una buena tajada en El Callao de manera misteriosa. Hay toda una mafia y complicidad del ejército en las minas, y muchos funcionarios de uniforme verde oliva son auténticos mercaderes del negocio. Por llevar alimentos a las minas y pasar prostitutas y licores, por ejemplo, piden fortunas e imponen su matraqueo más hostil y miserable. La naturaleza termina siendo la víctima mayor de la ambición humana, destruida y contaminada, por las garras de la codicia y el lucro.

Este cuadro indeseable propicia malas condiciones para el gobierno en lo relativo a dos decisiones en ciernes para las próximas semanas: la devaluación del bolívar, para poner la paridad cambiaria supuestamente en cien bolívares, y el aumento del litro de gasolina a dos bolívares, considerando que el costo real por litro parece ser de dos bolívares con setenta céntimos. Surge acá una especulación mayor: ¿Se atreverán a bajar los cerros para darle un templón de orejas a la revolución bolivariana? Amigos que viven en Caracas me han informado que los cerros aguardan estas dos chispas para prender un polvorín. Si ello ocurriera, al margen de cuanto beneficio político puede tomar del mismo la oligarquía y los adversos al proyecto socialista, no creo que el gobierno tenga la empalizada asegurada para evitar que se le suelten los chivos. Obviamente no se puede reprimir militarmente al pueblo. Tampoco tiene el Estado medidas inmediatas para subsanar la actual carestía de bienes ni sería democrático abandonar el barco a la deriva.

El Presidente Nicolás Maduro ha empezado una fuerte campaña de consulta para remodelar el aparato gubernamental a partir del quince de julio. Si ya superó las angustias del magnicidio preparado para aniquilarlo debería estar pensando seriamente en qué hacer con nuestro petróleo los próximos seis meses, incluyendo la gasolina, la devaluación, el oro, las reservas internacionales, el costo de la vida actual, el salario insuficiente, la inflación extrema, la angustia colectiva del no hay esto ni hay aquello, la corrupción administrativa, los estafadores de Cadivi en todas sus variantes y el alto costo de las importaciones, entre otros aspectos sensibles para la nación. Aún queda la fuerza moral de los logros de las misiones sociales, en las cuales se han invertido seiscientos cincuenta mil millones de la renta petrolera según cifras oficiales, pero hasta éstas necesitan oxígeno y esa sola fuerza nos soportaría el aluvión del descontento y la rebeldía que baje de los cerros como un torrente descontrolado.


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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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