Ciertamente nuestra democracia está en peligro

La archienemiga de los venezolanos chavistas, María Corina Machado, se ha jurado a sí misma luchar hasta derrumbar este gobierno socialista revolucionario. Ella no tiene otro objetivo porque ese es el objetivo central del Departamento de Estado norteamericano, del Congreso de los Estados Unidos y de esa oligarquía tan rancia que ella representa. Por eso a su guarimbeo elitesco lo ha calificado como revolución democrática. Ella y su combo no tienen interés en esa paz del Presidente Nicolás Maduro. Aquí tiene que darse por unas o por otras el vainero que los gringos quieren y por el que están pagando tantos millones de dólares. Eso es así y no hay vuelta atrás.

Me sumo a ese criterio expuesto por José Vicente Rangel de que los gringos nos tienen ya en el asador. Somos su objetivo político directo e inmediato y urge estar mosca en las fronteras y el espacio, en los pueblos y en el poder. Los centros energéticos deben estar cubiertos con una reacción militar inmediata y la armada nacional debe extremar la vigilancia y los mecanismos de contención. Los Estados Unidos no fraguarán un combate cuerpo a cuerpo, pues tienen mecanismos discrecionales más efectivos y de menos costos.

En primer lugar, dejarán sin efecto todo el sistema de comunicaciones. Esto lo pueden hacer con sus satélites y sus drones indetectables. Además, les resulta sencillo bombardear las refinerías, vías de comunicación como la autopista Regional del Centro, la vía hacia La Guaira, la Autopista de Oriente y los puertos y aeropuertos, con un mínimo costo, según sus cálculos. En segundo lugar, la oposición encadenaría una serie de episodios de calles, para los cuales las guarimbas ya han servido de entrenamiento colectivo. Por ello, yo tampoco pecaría de desprevenido, como anticipa José Vicente, ni subestimaría la contrarrevolución, y pienso que eso de que ya está derrotado el golpe de estado y que ya está derrotada la contrarrevolución es un eufemismo. En tercer lugar, la resistencia civil al hambre y la escasez de alimentos se convierte en un mecanismo de rechazo al mismo Estado y al gobierno, lo que significa un arma en potencia para respaldar el derrocamiento, el golpe, la renuncia, el magnicidio y como quiera etiquetarse la consecuencia mayor de esos hechos de acuerdo a las proporciones del mismo y su desenlace en acción.

Si por ejemplo Maduro se esconde y los barrios bajan a defenderlo sin que haya una toma de Miraflores y de los cuarteles esto puede representar una patada en el culo para la oposición. Si por el contrario se logra asesinar a Maduro y reducir las instituciones, neutralizar a las fuerzas armadas e incomunicar a la sociedad civil, la invasión actuaría con una gran ventaja. Esto aplica, por ejemplo, en caso de un ataque a medianoche o en la madrugada, jugando al elemento sorpresa, muy al estilo Irak en sus diferentes versiones.

Los Estados Unidos tiene la capacidad de asegurar la fachada marina no sólo con su arsenal aéreo y satelital sino con los submarinos atómicos y sus enormes portaaviones. De modo que en 48 horas se asegurarían el dominio pleno de nuestras fronteras. Colombia tendría una rol capital para los intereses yaquis y nuevamente la hipocresía del gobierno colombiano nos haría una mala jugada histórica, igual o peor que la que le jugaron a Simón Bolívar. Por Brasil y Guyana tendríamos muy poco que buscar. La María Corina, el Capriles, el Leopoldo y toda la camada sucia de la Mud se volcaría a celebrar sobre la sangre de sus compatriotas artillados y masacrados. Se plantearían en lo inmediato la reconstrucción del país, Fondo Monetario y Banco Mundial mediantes más unos saquitos de dólares devenidos del generoso gobierno de los Estados Unidos.

Este es realmente el juego que se nos avecina. Por eso hay que dormir con un ojo abierto y otro cerrado. El gobierno debe activar mecanismo de alarmas públicas que no dependan del espectro radioeléctrico. Tampoco debe tomar las cosas tan superfluamente. Resulta necesaria una gran concentración urbana en puntos claves del país para alertar sin tapujos de esta amenaza. No tiene que ser la Guerra de las Galaxias pero esta guerra tendrá repercusiones insospechadas en el orden global. Propongo al Presidente de la República Nicolás Maduro activar mecanismos de intercambio militar inmediatos y permanentes con los ejércitos de China, Rusia e Irán, pues ante la presencia de estas fuerzas armadas en nuestro suelo patrio, los gringos lo pensarían dos veces para actuar. Intentarlo después de los hechos será tarde. Ciertamente nuestra democracia (mal llamada régimen y dictadura por los bocones de la oposición y los vendepatrias) está en peligro. Alerta pueblo, alerta.



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José del Carmen Pérez


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