Somos David y Goliat

Desde que nací, siempre fui chico, y a partir de los 15 años de edad siempre he pesado lo mismo. Por ser chico, y por haber crecido un tiempo en pobreza y en las calles, tuve que aprender a defenderme de los jóvenes abusadores y arrogantes que tenían la costumbre de caerles a golpes a los más pobres y débiles.

Cuando tenía 9 años de edad, un joven, muy gordo y grande, súper racista, y muy violento, me cayó a golpes por ser un Indígena – en aquellos días en Canadá, a los niños Indígenas el gobierno y la iglesia los secuestraban y los mandaban lejos de sus familias a las escuelas de tortura llamadas “escuelas residenciales,” donde les cortaban el cabello, les prohibían a palizas hablar su idioma, les cepillaban la piel con cepillos de metal para quitarle “los indio,” y a muchos los violaban para humillarlos.

De todas maneras, ese súper violento joven me dio tan duro, y tantas veces, contra la reja de la escuela, que me encontré lleno de sangre al lado de la reja, sin poder levantarme durante casi una hora, aporreado, pero no lloré. Fue en ese momento que decidí aprender a defenderme, pero por ser tan pequeño, y flaco, tenía que aprender cómo ganar cada pelea físicamente, contra cualquier persona, o grupos de personas, utilizando más que nada mi inteligencia, y desarrollando técnicas de combate de autodefensa personal. Por suerte, tenía muchos amigos, algunos mayores, quienes se la pasaban en cárcel, y me enseñaron muchas técnicas, como por ejemplo:

1) cuales son los puntos nerviosos de más vulnerabilidad del cuerpo, por ejemplo los testículos, la parte alta de la frente, la garganta, el lado interior de las rodillas, y los interiores superior de los brazos, etc.,

2) como utilizar la fuerza del oponente para desestabilizarlo en conjunto con el uso inteligente del balance, y

3) como utilizar la paciencia y el desgaste psicológico para desviar y engañar al oponente, y golpearlo por sorpresa con la suficiente fuerza para que caiga al piso, no importe su tamaño o su capacidad física.

4) como defenderme contra un oponente armado.

Nunca más perdí una pelea.

Aprendí muy rápidamente lo siguiente:

1- Cuando el oponente es muy poderoso, hay que primero estudiarlo desde lejos, segundo conocer sus armas y costumbres, tercero acercarse lo suficiente para conocer sus debilidades, es decir, para poder engañarlo y pretender ser su amigo, y cuarto, hay que planificar como utilizar sus debilidades y sus propias armas en contra de él si fuese propicio, o inventar nuevas armas. Estas técnicas se usan mucho en las artes marciales y en la lucha olímpica. Si el oponente siempre pega con la derecha (costumbre), uno se prepara para recibir ese golpe desde la derecha, y desviar el impulso hacia un lado para que pierda el balance, y enseguida uno le quiebra o le disloca el brazo derecho, y en seguido lo ataca. O, por ejemplo, si el oponente le gusta las drogas (debilidad), uno le consigue suficiente drogas para llevarlo a un estado de vulnerabilidad, o si le gustan las mujeres, se le envía mujeres para distraerlo, y después se ataca, pero hay que también conocer cómo reaccionará. Por eso hay que tomar el tiempo necesario para estudiar al oponente en detalle.

2- Hay que utilizar la inteligencia y la creatividad, porque la fuerza bruta no sirve cuando uno es muchos menos fuerte físicamente. Esta técnica se usa mucho en la calle y en prisión – es la táctica de la sorpresa. En este escenario es importante que el oponente no sepa quién le pegó, ser “macho” contra un poderoso enemigo es ser estúpido.

3- Antes de atacar al oponente, hay que tener un plan detallado de escape o de continuación por si acaso el plan de ataque no diese los resultados esperados. Aun si el ataque fuese exitoso, hay que asegurarse que el oponente, en algún momento en el futuro, no te sorprenderá a ti. De nada sirve por ejemplo quebrarle las piernas al oponente si carga una pistola sobre su persona, o si tiene amigos que le deben favores, los cuales vendrán por ti en algún momento. Hay que ser inteligente para combatir a un enemigo poderoso. Hay que tener la paciencia para estudiarlo, no solo a él, pero a su entrono y sus amigos también, en detalle. Asaltar al enemigo sin medir las consecuencias es una ridiculez.

4- Frente a un enemigo poderoso, hay que siempre estar vigilante, y sospechar que está siempre planificando como matarte. En serio, no sirve para nada suponer que solo te va a golpear, no, porque un enemigo poderosos, cuando se pone bravo, o cuando pierde la cabeza, utiliza la fuerza bruta, es decir, usa sus manos, sus pies, su cráneo, pistolas, ametralladores, rifles, machetes, cañones, o cualquier otra cosa que se encuentre en su arsenal. Te buscará para matarte. Entonces, uno tiene que estar SIEMPRE en alerta continua, lo que significa que hay que estar muy bien organizado para vigilar día y noche su entorno, las 24 horas del día, por el resto de la eternidad. El enemigo poderoso nunca duerme.

Les hablo de todo esto porque hay personas que escriben en Aporrea que dicen que la única manera de salvaguardar la revolución es de atacar al enemigo de inmediato, con la fuerza bruta, es decir, quitarles el poder capitalista que siempre han tenido, y entregar ese poder al Pueblo. No hay nada malo en esta intención, pero yo no creo que sea la mejor manera de pelear contra un oponente tan poderoso. Es más el enemigo se encuentra de muy mal humor, es capaz de sacar todo su arsenal en cualquier momento y masacrarnos, porque no estamos preparados para enfrentar tal enemigo. Debemos ser inteligentes, planificar, y atacarlos cuando menos lo esperan, y eso requiere mucha paciencia. Lo conocemos bastante bien al enemigo, pero no tan bien, porque cada vez que volteamos la cabeza, nos mandan otra patada desde un rincón que no sabíamos existía.

Un día nos golpean con la derecha, y otro día con la izquierda, y nos quedamos sorprendidos. Este hecho – y nadie lo puede negar - obviamente, significa que no conocemos suficiente al enemigo para atacarlo donde sea efectivo. Todavía necesitamos estudiarlo con más detalle, debemos acercarnos para conocerlo mejor, para poder engañarlos en el momento propicio – y yo creo que Nicolás Maduro y nuestro equipo de gobierno están muy conscientes de esto.

No son estúpidos, son muy inteligentes, es más casi todos vienen de la lucha de clases, de los sindicatos, y de los barrios, donde para asegurar de no ser golpeado a muerte por algún enemigo, uno debe saber cómo pelear inteligentemente contra un oponente más poderoso que uno.

Un buen ejemplo de lo que estoy diciendo se encuentra en la historia de David y Goliat (1 Samuel: 17), donde Goliat hacia 40 días que pedía a los Judíos de mandar a un oponente para enfrentarlo. Durante esos 40 días los Judíos estudiaron a Goliat, no lo atacaron porque Goliat era un oponente demasiado poderoso.

Cuando David apareció en el campo de guerra a los 40 días, él tampoco decidió de enfrentar a Goliat inmediatamente. No. Habló con sus hermanos, discutieron sobre las diferentes opciones, y compartieron lo que conocían sobre este formidable oponente. Al final, después de muchas discusiones, y después de haberse asegurado que si ganaba no iba a generar más problemas entre las dos bandas, David decidió de actuar. Pero a causa de su pequeño tamaño, él sabía que no podía ganarle a Goliat a menos de utilizar su inteligencia, y así lo hizo.

Ver: http://www.biblegateway.com/passage/?search=1+Samuel+17&version=RVR1960

Somos David y Goliat.

oscarheck111@yahoo.com


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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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