¡Unidad o la revolución se pierde!

Frente a los desafíos de este 2006 definitorio.

El año 2006 se presenta cargado de enormes desafíos. Siguiendo en la ruta de una revolución democrática el proceso debe ganar el favor popular traducido en millones de votos. Imaginar siquiera el precio de una derrota debería ser razón suficiente para volcarse con todas las energías posibles en pos de la victoria. La unidad más absoluta es la premisa imprescindible. Vacilar equivaldrá a perdernos. Los revolucionarios que respaldamos este proceso liderado por el Comandante Chávez no tenemos otra opción que la victoria. “No podemos optar entre vencer o morir…¡Necesario es vencer!. No obtener la victoria, no sólo retrotraería el movimiento revolucionario a las cotas que poseía antes de la llegada de ese personaje marcado por el destino que se llama Chávez, -eso sería un regalo de la providencia- sino que convertiría la patria en un campo de horror y muerte. No son profetismos desastrosos los que nos persuaden de ello, es la historia. La historia de cuanto aconteció allí donde, por errores propios y aciertos ajenos, se perdieron procesos revolucionarios: La España republicana o el Chile allendero están allí como recordatorio de ese horror. Las figuras tenebrosas de Francisco Franco y Augusto Pinochet se asoman al escenario cargados de muerte. Los que contribuyeron a la derrota desde lo interno fueron igualmente masacrados. Otros se convirtieron en verdugos. ¡Siempre lo fueron!. De nada valdrán los lamentos o el rechinar de dientes de los bien intencionados. Si lo ocurrido en las elecciones legislativas se repitiera en las presidenciales, la magnitud del desastre humano sería de incalculables dimensiones. Se perdería todo: patria, libertad, soberanía y la vida misma. Equivaldría al retorno de los brujos. Una suerte de tsunami social que todo lo arrasaría. Esto es bueno que se tenga bien presente al momento de priorizar acciones y medir cuanto decimos y hacemos. Dilemas como la devaluación del bolívar, la política petrolera u otras preocupaciones temporales serían poco menos que temas angélicos o discusiones bizantinas. Con todos los errores y defectos que tiene la revolución bolivariana, debemos estar claro, el dilema es simple: Patria o Imperio, Oligarquía o pueblo.

Es necesario ubicar claramente al enemigo. Atentos, alertas y decididos, hemos de no gastar ni un miligramo de pólvora en zamuros. Se han de seleccionar con claridad y objetividad los verdaderos enemigos del proceso revolucionario. Ordenar los objetivos a fin priorizarlos. La Revolución es un proceso dialéctico. Es con paciencia y sabiduría que se irán logrando las transformaciones y cambios cuantitativos en cualitativos. Aceleramientos impertinentes sólo nos dejarán como saldo la frustración y el desaliento. Paso a paso, sin carreritas engañosas, se debe alcanzar el objetivo. Ya está bueno de seguir empeñados en la búsqueda de objetivos parciales y subalternos. El primer y único objetivo ahora mismo es la reelección del Comandante Chávez por mayoría absoluta y aplastante. Quien no tenga eso claro, dolorosamente, trabaja para el enemigo aún animado por las mejores intenciones que respeto.

Nuestros enemigos históricos y de clase son: la oligarquía apátrida, una burguesía comercial agringada y los Estados Unidos de Norteamérica. Todos los demás obstáculos son circunstanciales y responden a la coyuntura. Vencer estos enemigos no sólo es prioridad sino causa esencial y hasta única. Alcanzado el objetivo cardinal, eliminar todos los obstáculos intermedios será cosa del hacer cotidiano, de la limpieza y la profundización del proceso revolucionario. Hasta hoy, históricamente, la reacción ha sido más sabia a la hora de aunar esfuerzos y seleccionar sus objetivos que los sectores revolucionarios casi siempre heridos de protagonismo. El imperio y la oligarquía criolla lo tienen clarito: el enemigo es Chávez. Todo cuanto se interpone entre ellos y la recuperación absoluta de sus privilegios está personificado en Chávez. Saben que si logran eliminarlos, -por la vía que sea- lo demás será coser y cantar…¿o debo decir, matar, torturar y arrasar?. Los sectores patriotas y revolucionarios, al menos, deberíamos reconocer lo que debemos defender como un solo hombre con sólo mirar hacia donde apuntan los cañones de la reacción.

¿Qué faltan muchas cosas por hacer y mucha basura por barrer a lo interno?. Quien lo dude es ciego o pertenece a la basura con boina roja que debemos purgar. La casa está muy sucia porque no podía ser de otra manera. ¿De que planeta llegaron estos revolucionarios químicamente puros?. ¡Llegaron de un planeta llamado IV República!. La mayoría eran adecos o copeyanos. AD y COPEI, llegaron a tener el 90% del padrón electoral. ¿No es suficiente ese dato? ¿No es esclarecedor que la izquierda nunca llegó a tener más del 5%?. Todos sabemos que sí. Estos “revolucionarios” llegaron de esos partidos con todos los vicios y perversiones bien aprendidos. Están ahí, no se en que proporción, pero están ahí, copando la burocracia, obstaculizando, proporcionando el peor de los ejemplos. Sin embargo… hemos de vencer al enemigo a pesar de ellos. Hemos de hacer triunfar la Revolución por encima de ellos. Representan un enemigo formidable pero circunstancial. Contribuyen con el enemigo real pero la coyuntura no debe cegarnos hasta perder de vista al verdadero enemigo. Si se alcanza el objetivo del triunfo de Chávez en Diciembre de 2006 sobrarán las oportunidades para barrerlos, o reeducarlos, o asimilarlos, o lo que sea. Si se pierde esa batalla fundamental, con esas escobas barrerán nuestros huesos, barrerán la patria hasta hacerla desaparecer, extirparán todo cuanto pueda oler a nuestros sueños. ¡Que nadie tenga duda!, al modo del clamor bolivariano…¡Vacilar es perdernos!.


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Martín Guédez


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