Alquimia política

Estudio al Plan de la Patria (13)

El sexto objetivo nacional, del primer gran objetivo histórico, dice: “Fortalecer la capacidad de respuesta del país para proteger la independencia y soberanía nacional”. De aquí surge uno de los objetivos fundamentales que inevitablemente debe considerarse para la preservación de la revolución; el objetivo de derrotar el ejército burgués y desamar a la burguesía, porque si bien es cierto no cuenta con la Fuerza Armada Nacional, cuenta con financiamiento foráneo que le ha dado capacidad de fuego para confrontar las fuerzas del orden público e institucional.

El este aspecto, el principio fundamental que debe guiar la estrategia de milicia popular revolucionaria bolivariana, debe estar constituida para derrotar las guarimbas contrarrevolucionarias, así como las emboscadas urbanas propias de grupos para-militares que aspiran, por la vía de la violencia, desequilibrar el Gobierno y detener el proceso de transformación de la sociedad venezolana. Las milicias son una condición indispensable para garantizar y reforzar la posición independiente de la clase obrera en materia política, para defender los resultados de su lucha y crear las condiciones para la realización de la revolución popular. De lo anterior se deduce un principio fundamental de la estrategia militar revolucionaria y es que el contenido esencial de la confrontación a la violencia será siempre la combinación de la lucha política con la lucha armada, de las fuerzas políticas con la fuerza armada. Por ello es que la concepción de la estrategia de la revolución bolivariana será siempre una estrategia político-militar, en unidad cívico-militar.

La experiencia de todas las insurrecciones triunfantes en América Latina, indica que solamente hay dos formas posibles de alcanzar el triunfo y mantener la revolución conquistada: una, es que los revolucionarios logren concientizar y culturizar todos los cuadros armados del Estado, para ponerlos al servicio de la Constitución y la institucionalidad, creando milicias como complemento a esa Fuerza Armada Nacional, para colaborar en actividades de inteligencia social; la otra es que las fuerzas y milicias populares, cuenten con un apoyo económico y moral, del Estado y del pueblo en general; un ejército popular revolucionario independiente, sobre el cual descanse la tarea decisiva de enfrentar y derrotar las situaciones promovidas por el movimiento contrarrevolucionario. En uno y en otro caso, se puede apreciar que para el triunfo total, en tiempo y trayectoria, de la Revolución Bolivariana. La forma en que es posible organizar y preparar militarmente a estos sectores de nuestra sociedad, desde la organización militar no profesional, irregular y sobre base territorial, es por lugar de vivienda o trabajo, y es por ello que se adecúa como forma de organización amplia de masas, pues permite incorporar a sus filas a sus trabajadores revolucionarios que no abandonan sus actividades laborales normales. La milicia, sin embargo, tiene limitaciones militares importantes cuando se trata de enfrentar a un ejército regular. La Milicia al no ser un cuerpo militar profesional, no puede tener una preparación militar permanente sistemática y regular. La milicia no es una fuerza militar permanente y profesional ya que sus cuadros están incorporados a la producción, las unidades de la milicia están limitadas en su territorio, lo que les quita movilidad; sus unidades tienden a ser irregularmente constituidas; es por ello que sus tareas de defensa han de estar limitadas a movimientos concretos y seguros, buscando no desgastarlas, y creando un frente ideológico activo que haga que sirvan de multiplicadora de las bondades y beneficios directos del proceso revolucionario. Una maquinaria de defensa y publicidad permanente; no se puede dejar espacios a la disidencia y a la violencia.

El aparato de partido revolucionario, debe promover concibe la constitución de una Fuerza Armada Nacional como parte de un proceso nacional en que a través del desarrollo de una ofensiva revolucionaria popular, prolongue las etapas superiores de la revolución y le dé sentido a tres grandes desafíos: la concreción de unas fuerzas políticas y sociales del movimiento revolucionario y popular que pasen a constituir en fuerza militar en la lucha contra la oligarquía derechista venezolana y latinoamericana, sus cuadros y fuerzas represivas; la desarticulación de los sectores violentos de la contrarrevolución, identificados y ganados para el bando revolucionario y popular, como vía expedita para desarrollar una inteligencia creativa y con mucha información valiosa; y el apoyo internacionalista del movimiento revolucionario continental y mundial, al proceso que se lleva adelante en el país. La unidad cívico-militar a consolidarse tiene un carácter múltiple, pero se resumen en dos tipos de fuerza principales: las Milicias Populares, de autodefensa, grupo de choque permanentes que constituye la base inicial del ejército Revolucionario; y las unidades regulares que constituyen una fase superior del Ejército Revolucionario.

A todas estas, las condiciones organizativas y militares para hacer efectivo, en lo correspondiente al mandato organizativo y de planeación, del Plan de la Patria, se delimita en dos realidades: que el aparato de partido revolucionario (el PSUV y sus Partidos Aliados) construya una base de apoyo social organizada de la resistencia, redes clandestinas de comunicaciones y logística, que aseguren la sobrevida tanto de los grupos de choque clandestinos, semi-permanentes y permanentes; y que el aparato de partido revolucionario constituya grupos combativos irregulares clandestinos, semipermanentes, con combatientes bien preparados para la supervivencia y modalidades de lucha en cada teatro de operaciones, adecuadamente armados y apertrechados, con conocimiento a fondo de las características geográficas, sociales, políticas y militares de su teatro de operaciones, con información de las fuerzas enemigas y sus tácticas, y con capacidad de golpear contundentemente para dispersar a la enemigo.

Toda esta propuesta, entra en el marco de consolidación de la cultura democrática e institucional, de un proceso revolucionario que cuenta con el apoyo mayoritario del electorado; por ello fortalecer la unidad cívico-militar, y solidificar la Misión Soldado de la Patria, trae consigo el aseguramiento de un Sistema Político que apuesta a la democracia y que ha creado mecanismos, constitucionales y democráticos, para defender las libertades y las políticas incluisionistas de un Gobierno que le ha dado características al Estado de priorizar lo social por encima de lo económico-financiero.


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Ramón Eduardo Azocar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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