Bassil y Juancho, dos muertes que no pueden quedar impunes

La jugada macabra y el intento de conducir a Venezuela hacia una guerra civil como ya lo hemos dicho (http://aporrea.org/ddhh/a181882.html) ha cobrado la vida de dos hombres de este país. Encontrados en polos opuestos, irreconciliables tal vez, Bassil y Juancho son la muestra clara de que la Parca no distingue de colores políticos a la hora de hacer su trabajo. Menos aún si es incitada a cortar los hilos gracias a dirigentes irresponsables, de esos que llaman a inmolarse por el interés nacional, pero cogen a su mujer de la mano y se largan al carajo, dejando la vaina alborotada (http://aporrea.org/actualidad/n245131.html).

El hecho cierto, sin entrar a calificar la calidad humana del uno y del otro, su trayectoria, el qué hacían en el lugar y la hora en que encontraron su triste y doloroso final, es que dos hogares de este país se han enlutado. En verdad muchos hogares se enlutan en Venezuela todos los años producto de la inseguridad desbordada, pero el luto producido por la intolerancia y el odio político produce una amargura, sin duda mucho más terrible. Ellos cada quien en su trinchera, seguro imaginaron habría un mañana. Ellos con sus diferencias tenían algo en común, ser venezolanos.

Gerbasi  quien le contó a Carratú lo que sucedería, tal vez ni se asomó por allí, y el convocante, quien ahora llora y busca apoyo internacional porque el Gobierno de una buena vez lo busca para meterlo en la cana, raudo y veloz huyó del lugar consciente de lo que ocurriría.

Pero ¿qué pasa ahora? ¿Quién responderá por los muertos? ¿Hasta cuándo vamos a permitir los venezolanos buenos y honestos que cada vez que el país sufra un momento de tensión tenga que acostarse con la lamentable noticia de que un compatriota cayó defendiendo lo que cree? ¿O será que no hay sensatez a la hora de identificar cuando nos quieren conducir al matadero?

Aquí hay un reto político que el Estado debe asumir, su liderazgo debe evitar que el sentimiento de impunidad se apodere de la gente y la venganza sea una atajo para muchos. Quienes han trazado el plan saben que precisamente ahí puede estar su ventaja, logrando con ello que entre grupos comiencen a brotar los muertos que le califique entonces como Estado Fallido y justifique cualquier acción internacional para “mantener la paz y proteger a la gente inocente”, ¡ay célebre discurso, cuantas atrocidades se han cometido luego de pronunciarte!

El Estado entonces pone en juego su credibilidad y la de sus instituciones, no se puede vacilar, los responsables deben caer y con ello sus ánimos desestabilizadores. A los venezolanos de buen corazón, esos que somos capaces de reconocer los retos y problemas del país en paz aunque desde ópticas diferentes, nos toca seguir abogando por el diálogo. Lo venezolanos de bien, trabajadores que se oponen a este gobierno, que salen a protestar pacíficamente y en el marco de la constitución, que lo hagan, que argumentos tienen de sobra. A quienes siendo también venezolanos de bien y trabajadores, que apoyamos desde nuestra posición al gobierno nacional y la memoria de Hugo Chávez, nos toca seguir dialogando, poniendo nuestro granito de arena desde el lugar en que estemos para construir un mejor País, reconociendo errores, rectificar donde tengamos que hacerlo y avanzar hacia la consolidación de una sociedad más justa, igual, democrática y socialista. Sin justicia, no hay paz social posible.



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Wolfgang Rojas


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