Carta urgente al ministro de Vivienda Ricardo Molina

Ente todo quiero señalar que estoy esencialmente de acuerdo con las recientes medidas económicas adelantadas por el presidente Nicolás Maduro. A la usura y la especulación hay que atacarla por todos los frentes y a como dé lugar. Los venezolanos merecemos mejores condiciones de vida y las recientes medidas adoptadas por el Gobierno Nacional no hacen más que ratificar el decidido empeño del presidente Maduro darle mayor nivel de felicidad al pueblo venezolano.

En este caso, un hecho plausible, es la preocupación de Ejecutivo por darle más poder al pueblo; y ello pasa, necesariamente, por darle una mejor calidad de vida a aquellos que históricamente fueron excluidos por políticas públicas erráticas, pero sobre todo (y en el largo sueño neoliberal), por gobiernos que colocaron como centro de su acción al corporativismo privado por encima de las necesidades de la gente de a pie. Sin embargo, y a pesar de los buenos tiempos que soplan, existen elementos que deben ser profundamente revisados, sobre todo en materia de adquisición, compra y alquiler de viviendas. No es un secreto para nadie que los alquileres escasean, sobre todo en la ciudad capital, pocas son las personas que se aventuran a alquilar sus inmuebles.

Las razones son diversas: algunos temen que su inmueble no sea devuelto, creen que la seguridad jurídica en esta materia perjudica al arrendatario y promueve, de alguna forma, todo un aparataje para que el arrendador salga favorecido, e incluso, a posteriori, pueda hacerse del inmueble, sobre todo si el arrendador tiene niños menores de edad. Otros temen por el mantenimiento de sus inmuebles. Lo cierto es que el mercado de alquileres de vivienda está muy complicado sobre todo para los sectores medios de la población; toda vez que las políticas públicas en materia de vivienda apuntan, sobre todo, a los sectores populares históricamente desfavorecidos.

Lo cierto es que, en el caso de quien escribe, se ha hecho imposible la adquisición de una vivienda (el calificativo digna vendría de la mano con la forma vivienda). Ya sobre este tema me había pronunciado hace exactamente un año atrás en un artículo intitulado: Breves (y tristes) reflexiones de un profesional sin vivienda (http://www.aporrea.org/actualidad/a155235.html). Es complicado, por decir lo menos, tener que vivir en un cuarto alquilado a sabiendas de todo el esfuerzo personal emprendido para mi formación académica y profesional dentro y fuera país. No puedo siquiera alquilar una vivienda en una zona popular y ello debe ponernos a reflexionar muy seriamente, no por un asunto particular, que sea exclusivamente mío (un problema personal), sino porque sé que esta situación también la viven otros profesionales del país, muchos, diría yo; sobre todo profesionales jóvenes y trabajadores menores de 45 años. Las implicaciones son de diversa índole. Por una parte la desazón que produce el hecho de que aun teniendo un sueldo para poder costear un alquiler, no exista tal posibilidad, toda vez que simplemente no hay en el mercado inmobiliario disponibilidad. Por otro lado, y ante la precaria situación del alquiler, algunos dueños de inmuebles colocan los alquileres de sus viviendas a precios realmente impagables para cualquier profesional de la clase media nacional.

Eso es parte de una situación realmente dramática y alarmante. Lo peor del asunto no queda allí, sino que algunos profesionales terminan por vivir, como quien escribe, en una habitación de 4x3 y pagando una suma casi irracional por un cuarto y en una zona popular de la capital del país. Las implicaciones de todo ello son diversas, sería absurdo señalarlas, sin embargo esbozaré, en ocho palabras, una de ellas: no puedo tener familia viviendo en un cuarto. Esa expresión condensa un gran sentido de frustración de desesperanza; dos palabras que deben estar lejos de las pujantes aspiraciones de los profesionales que con ahínco y sacrificio hemos alcanzado una carrera universitaria y hasta nos hemos postgraduado.

El otro drama de la vivienda para los sectores medios pasa por un hecho puntual, e ilustro con un ejemplo: un apartamento en una zona popular como El Valle está por el orden de los 2.500.000 Bs., cuando hace apenas un año, esos mismos apartamentos estaban en el orden del 1.000.000 Bs. Ni uno ni otro precio favorecen al profesional que desea su vivienda propia. Y uno se pregunta, lejos de las suspicacias: ¿Por qué las medidas económicas no iniciaron por el sector vivienda sobre todo por el énfasis que ha puesto el Gobierno Nacional en esa materia? Creo que eso debe ser una prioridad, sobre todo porque los denominados sectores medios nos sentimos en un profundo estado de orfandad en cuanto a políticas públicas para la adquisición de viviendas. Simplemente sentimos que ha faltado voluntad férrea para atender las demandas de estos sectores. Recientemente, el presidente Maduro señaló: Seré el Presidente de la clase media.

No dudamos del empeño del Ejecutivo por hacer que los venezolanos y venezolanas tengamos mejores condiciones de vida, eso sí, todos los venezolanos y venezolanas, no sólo los sectores populares tienen necesidades, claro que las tienen, y muchas. Pero los profesionales también deseamos ser parte de las políticas públicas en materia de vivienda. Una propuesta Señor ministro Ricardo Molina, sé de muchos amigos y amigas profesionales que estarían dispuestos a pagar cuotas iniciales para adquirir su vivienda. Para lo cual se propone: hacer planes masivos de construcción de viviendas para los sectores medios de la población y que se coloque una cuota inicial de 100.000 Bs. y así poder iniciar un pago planificado y sostenido en el tiempo, haciendo uso de la FAOV.

Ya existen, por lo menos en Caracas, algunas viviendas construidas, seguro estoy que muchos profesionales estarían animados a cancelar esa cuota inicial si hay garantías de una vivienda. Ministro Molina, es una necesidad urgente. La clase media clama, más que por vehículos y electrodomésticos, por una vivienda propia. Recuerdo que hace algunos años el presidente Hugo Chávez dijo que se construirían 60.000 apartamentos para alquilar a la clase media; de hecho, Chávez (siempre mirando más allá) dijo que esas viviendas se darían en alquiler y que el cobro de ese alquiler iría a un fondo y sería tomado como forma de pago de la vivienda; es decir, que lo que se pagaba por alquiler, finalmente era parte del pago del inmueble.

Esa medida no se ha visto por ningún lado y, a mi parecer, es justa y necesaria, sobre todo en estos momentos tan apremiantes de la vida nacional. Ojalá el presidente Maduro tenga el tino de retomar esa medida y se diversifiquen las ofertas para todos los profesionales del país en las formas y modos de adquirir una vivienda. Finalmente, el asunto pasa por una forma simbólica potente: ya se abrió el caudal de la esperanza. La gente se sumó a este tipo políticas y no está en capacidad de cejar en sus legítimas aspiraciones de crecer y ser mejores venezolanos. Ya la prédica fue lanzada: equidad, justicia social, emancipación popular; estas palabras tienen consecuencias, sobre todo porque las mismas han ido acompañadas de acciones concretas que deben, definitivamente, ser ampliadas y mejoradas; sobre todo habrá que voltear más la mirada a los sectores medios, sin desatender, claro está, el clamor y las demandas de los sectores populares.

Los demás, ese 10% de la población que sí puede acceder a viviendas dentro y fuera del país, puede comprar productos sin problemas, es decir, las clase pudiente nacional, ellos tienen la oportunidad de seguir creciendo al ritmo que ellos deseen; sin embrago, el grueso de la población ubicada entre los sectores populares y la clase media, son quienes apalancan los cambios reales de un país, sobre todo porque las clases oligárquicas nacionales, a diferencia de otros países, no tienen sentido nacionalista. Ese 90% de la población a la que alude constantemente el presidente Maduro (clase popular y clase media) quiere seguir desarrollándose armónicamente; seguro estoy que el clamor de la clase media se hará escuchar; por ello apostamos firmemente.

Caracas, 2 de diciembre de 2013



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Johan López


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