Tips de conciencia

Un gran esfuerzo de confusión

En la presente serie me he venido refiriendo a las patrañas mayores de la oposición contra el Gobierno revolucionario: dictadura, no libertad de expresión, amenaza a la propiedad privada y comunismo. En torno a las dos primeras, que se caen por su propio peso, pasé rasante. A la tercera dediqué cuatro enfoques. Ahora entraré a considerar la última, propósitoacerca del cual he recibido algunas sugerencias de mi hijoFederico.

         El comunismo sigue siendo un fantasma que le quita el sueño a los reaccionarios de toda laya, quienes han realizado un gran esfuerzo ideológico y propagandístico para tergiversar el contenido histórico y teórico-revolucionario del mismo, con el fin de alejarlo espiritual e intelectualmente de quienes son la razón de su origen y desarrollo: los asalariados,desheredados y marginados del mundo.       Al respecto lo han convertido en sinónimo delas experiencias que concluyeron en fracaso, dirigidas por partidos denominados comunistas, cuya raíz popular y consecuentemente revolucionaria fue negada en gran medida por su práctica posterior. Son esos intentos fallidos los que la derecha mundial asocia de manera maniquea al “comunismo” (tildado también de “totalitarismo”, para hacer creer que es de naturaleza igual al fascismo), reduciéndolos a sus rasgos más negativos de gobiernos dictatoriales en el sentido burgués del término, es decir, ejercidos de manera despótica por personas o élites que pretenden representar la voluntad popular; gobiernos, por tanto, enemigos de la libertad de expresión y, ¡oh pecado mortal!, de la sacrosanta propiedad privada.

         La derecha mundial pretende, además, que es esa la única consecuencia histórica lógicamente derivable de los planteamientos de Marx.

         Ahora bien, ninguna de las experiencias que dicho sector insiste en identificar como comunistas se autodefinió a sí misma como tal, ni tampoco ningún actor político o teórico relevante de la izquierda mundial, fuese partidario o crítico de ellas, pretendió que lo fueran. Quienes de estos se prestaron al juego de confusión ideológica, lo hicieron luego de iniciar una veloz carrera hacia las posiciones del reformismo socialdemócrata, y algunos no pararon hasta llegar a la extrema derecha en lo político y al neoliberalismo en lo económico.

         Con el término “socialismo” ocurre algo parecido y hasta peor dada la magnitud de la confusión producida. Sectores de la derecha mundial e incluso progresistas han realizado también un gran esfuerzo intelectual y propagandístico para apropiarse de él. “Socialismo real” se utiliza para identificar favorablemente a las experiencias arriba indicadas, y “socialismo burocrático” para condenarlas. Otros tratan de presentarlo como una categoría opuesta al desvirtuado comunismo de su visión, mediante la argucia de apellidar su “socialismo” con epítetos diferenciadores: “libertario”, “liberal”, “democrático”, “democracia social”, “socialdemocracia”, “socialismo nacional” (hasta los nazis, en su momento, intentaron arroparse con el prestigio y el alcance social del término: ¡se llamaron a sí mismos “nacionalsocialistas”!).

         Agreguemos que los críticos derechistas vulgares, nuevos y viejos, niegan la posibilidad de establecer un continuohistórico teórico y político entre la raíz revolucionaria nacional latinoamericana, la teoría marxista y la experiencia revolucionaria mundial. Alegan que las dos últimas surgieron en contextos históricos y políticos alejados del nuestro y que Marx es eurocentrista y antibolivariano, por lo que mal puede nadie venezolano incorporarlo a un discurso que incluye también el pensamiento y la acción del Libertador.

         Pero la verdadera intención de tales críticos se evidencia cuando al mismo tiempo saltan a descalificar a nuestro máximo héroe, junto al marxismo, como antigualla decimonónica, y a la experiencia revolucionaria mundial como una lista de fracasos. Solo al pensamiento académico con fianza imperial dan reconocimiento esos “patriotas”.

         Los revolucionarios de hoy, comprometidos como estamos con las luchas actuales y las tradiciones revolucionarias de nuestros pueblos y de toda la humanidad, consideramos en cambio que el socialismo del siglo XX desemboca en el del siglo XXI, el cual, inspirándose en los legados de aquel en cuanto a sentido de justicia social, humanismo profundo y aportaciones políticas y teóricas, rechaza sus deformaciones y procura evadir sus errores, en tanto incorpora al mismo tiempo el acervo libertario proveniente de nuestras luchas populares, llevadas a la cumbre por Bolívar, así como el procedente del pensamiento original cristiano y los combates sociales de la humanidad.



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Freddy J. Melo


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