Venezuela : ¿País de buhoneros?

Reviso la prensa y me encuentro con la más insólita de las manifestaciones reflejada como hecho noticioso. Un grupo de motorizados ha trancado las calles en un sector de Caracas en protesta por las multas que les han venido imponiendo. Los motorizados se quejaban de que un buen número de ellos han sido multados por no usar debidamente el casco como exige la normativa vigente. La solución para no ser multados es simple: Usar el casco debidamente; pero, los trabajadores motorizados (al menos los que protagonizaban la rebelión) dicen que están siendo “acosados” y que no se explican cómo es eso de que los van a estar multando cuando ellos solamente están trabajando.

Esta noticia me hizo recordar una vez que me tocó inspeccionar a unos comerciantes informales que estaban pesando las frutas utilizando la libra (y no el kilogramo) como unidad de medida, además de ocupar de seis a ocho metros cuadrados del espacio público cada uno, cuando el acuerdo era ocupar solamente 1,5 por 1,5 metros por estación de trabajo. Ante la posibilidad de ser sancionados con la suspensión de su actividad debido a estas violaciones de las normas acordadas, los buhoneros se iban a las puertas de la oficina a protestar porque –según ellos- se les estaba violando el derecho al trabajo. Nos tocó discutir mucho el tema y escribir bastante para que se entendiera que el derecho al trabajo no podía estar por encima del derecho al libre tránsito.

Estos dos ejemplos –que se pueden citar como parte de una larga lista- dan cuenta de que la riqueza generada a través de la renta petrolera, nos ha convertido progresivamente en un pueblo proclive a reclamar derechos pero muy reacio a aceptar los deberes. Todo el mundo sabe lo que le corresponde recibir, pero es difícil encontrar hoy por hoy, quien este claro en lo que le corresponde dar.

Los médicos por ejemplo, estudian seis años en una universidad pagada con los recursos de la renta petrolera (en Venezuela no ha facultades de medicina privadas, todas son subsidiadas por el Estado) y posteriormente las especializaciones las realizan en un hospital del público, mantenido (bien o mal) con la renta petrolera. Pero una vez graduados, dicen que su título lo obtuvieron única y exclusivamente gracias a que se “quemaron las pestañas”. Ninguno dice “soy médico gracias a un Estado social de derecho y de justicia que me garantizó un sistema gratuito de educación superior”. Valdría la pena sacar la cuenta en términos económicos de cuánto le cuesta al Estado formar un médico.

Este médico, formado con los recursos del Estado, puede terminar trabajando en una clínica privada cobrando entre seiscientos y mil bolívares por paciente y atendiendo un promedio de diez al día. Eso no es lo grave, pues igual que los buhoneros, los médicos también alegan su derecho al trabajo; el tema es que además, son profundamente renuentes a entregar factura a los pacientes cuando prestan el servicio privado de salud y se quejan vehementemente cuando les toca pagar los impuestos, pues pocos declaran la totalidad de sus ingresos por la vía de las consultas.

Cito el ejemplo de los médicos para dejar en claro, que los abusos de exigencia con carencia de cumplimiento de deberes no es un asunto sólo de motorizados y buhoneros, sino que en Venezuela, tenemos buhoneros de todo tipo.

Si vamos más allá, nos enteraremos de que el 80% de las divisas que se utilizan para importar productos al país, son entregadas al sector privado. Ese sector privado, solo genera el 20% de las divisas que entran al país, mientras que el resto, las genera la renta petrolera; es decir, el Estado. Traduciendo este juego de cifras a “palabras de a centavo” como diría Conny Méndez, en Venezuela, el Estado produce las divisas y las empresas privadas las gastan sin producir algo que genere divisas nuevas. En este sentido muchos de los grandes empresarios son también unos buhoneros (a gran escala) que compran mercancía en el exterior con las divisas del estado y la venden en el país generando máxima ganancia con mínimos compromisos. Claro, hay empresarios que descaradamente dicen: “es posible que especulemos, pero generamos fuentes de empleo”. El empresario genera fuentes de empleo (cuando las genera) única y exclusivamente porque necesita la fuerza de trabajo para enriquecer su capital.
Esa es la razón (bastante simple por cierto) por la que el gobierno ha decidido intervenir en el control de las importaciones, y en la cadena de distribución de algunos productos pues si los empresarios quieren divisas, tienen también que generarlas, no pueden comportarse como algunos buhoneros, motorizados y médicos que abusan de la renta petrolera.

En Venezuela, el precio de la gasolina es de 0,097 bolívares por litro. Es por amplio margen la gasolina más barata del planeta tierra. Solo al cruzar la línea fronteriza, en Colombia, la gasolina cuesta 20 bolívares por litro. No podemos justificar el hecho de ser exportadores de petróleo para que el litro de gasolina no cubra ni siquiera el salario del bombero y que sea el mismo Estado que paga la carrera del médico-buhonero que no quiere pagar impuestos ni dar factura, que cede ante el motorizado-buhonero que no se quiere poner el casco ni quiere que lo multen por no usarlo y financia al empresario-buhonero que no genera divisas, pero gasta el 80% de las que produce el Estado el que, además, subsidie el descarado precio de la gasolina nacional.

Debemos reflexionar esta situación y entender el contexto económico mundial para así darnos cuenta de que no podemos seguir siendo un país de buhoneros y pasar a una ofensiva productiva, donde cada quien haga su parte.

@marcosmelendezm
marcosleonardove@yahoo.com



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