La estigmatización de la crítica en el actual proceso bolivariano

¿Por qué la crítica revolucionaria es temible para el oportunismo de izquierda y de derecha dentro del actual proceso bolivariano? En muchas oportunidades, personas que se han atrevido a hacer críticas sobre problemáticas y necesidades, practicas burocráticas, corrupción o desviaciones que oprimen a grandes o pequeños sectores de nuestro pueblo, se han visto estigmatizados por la dirigencia del proceso bolivariano como escuálidos contrarrevolucionarios por el solo hecho de atreverse a exponer públicamente las responsabilidades de uno u otro administrador público o vocero político oficial del gobierno o del partido oficial. A la crítica siempre se le hace alusión con desdén y descalificación, solo es aceptada cuando ella va desprovista del análisis de la causas que están detrás de cada problemática, de lo contrario se recurre al formato preestablecido de que nadie debe criticar en público ni evidenciar las debilidades y faltas en que incurre nuestra revolución. Mucho menos hacerle el juego a la burguesía enemiga del proceso ya que esta se aprovecharía de tal o cual debilidad para avanzar y debilitar la revolución.

El deber principal de los revolucionarios es hacer la revolución con las inmensas mayoría de obreros, campesinos, indígenas y pueblo trabajador en general, por ello La tarea inmediata de nuestras presente y futuras generaciones es la de derribar a la oligarquía capitalista y ejercer la crítica más contundente a todas sus formas de dominación y opresión, ello incluye a la presencia más despreciable de la canallesca quinta columna que desde el propio seno de la revolución, le hace el juego y establece con ella vínculos socio económicos y políticos de intereses ajenos al proyecto revolucionario por la construcción del socialismo, por ello es de primer orden avivar en el seno del pueblo, el sentimiento de repugnancia contra todo lo que ella representa para así poder germinar la razón que ha de convertirse en la fuerza material constructora de lo nuevo que ha de sepultar al viejo encorvado del capitalismo.

los medios de comunicación de la burguesía tratan de utilizar las debilidades y faltas que ocurren en toda revolución, sobre todo si ellas son el producto de la ignorancia, el embrutecimiento y la vida miserable de nuestros trabajadores, pero ante ello decimos los revolucionarios que no tenemos miedo de enarbolar nuestros errores a los cuatro vientos en el entendido de que son siglos de opresión los que pesan sobre la conciencia de nuestro pueblo y no podemos esperar que de la noche a la mañana eso sea superado por una suerte de erudición. Solo la crítica y la autocrítica pueden ayudarnos a salir de ese entramado peligroso del estigma a la crítica revolucionaria.

Ya en los albores de la primera revolución en el mundo y a propósito de la Revolución Rusa, Vladimir Lenin nos decía que “Las clases trabajadoras, oprimidas y mantenidas en la oscuridad durante siglos, condenadas por la fuerza a vivir en la miseria, en la ignorancia y el embrutecimiento, no pueden hacer la revolución, sin incurrir en faltas - o debilidades. ...El capitalismo muerto se pudre, se descompone entre nosotros, infestando el aire con sus miasmas, emponzoñando nuestra vida y envolviendo lo nuevo, lo fresco, lo joven, lo vivo, con hilos y vínculos de lo viejo, de lo podrido, de lo muerto. Por cada cien faltas nuestras proclamadas a los cuatro vientos por la burguesía y sus lacayos hay 10.000 hechos grandes y heroicos, tanto más grandes y heroicos por tratarse, de hechos sencillos, imperceptibles, ocultos en la vida diaria del barrio fabril o de la aldea perdida, de hechos realizados por hombres que no tienen la costumbre (ni la posibilidad) de gritar al mundo entero cada uno de sus éxitos. Pero, incluso, si fuera al revés -aunque sé que tal suposición es falsa-, incluso si por cada cien de nuestros hechos acertados hubiera 10.000 faltas, a pesar de todo, nuestra revolución sería, y lo será ante la historia universal, grande e invencible; pues por primera vez no es una minoría, no son sólo los ricos, no son únicamente los cultos, sino la verdadera masa, la inmensa mayoría de los trabajadores quienes crean por sí mismos una vida nueva, quienes resuelven con su propia experiencia los dificilísimos problemas de la organización socialista. Cualquier falta cometida en semejante trabajo, en ese trabajo tan concienzudo y sincero que decenas de millones de sencillos obreros y campesinos llevan a cabo para reorganizar toda su vida; cada una de esas faltas vale por miles y millones de "infalibles" éxitos de la minoría explotadora, de éxitos obtenidos en la obra de engañar y estafar a los trabajadores. Pues sólo a través de esas faltas aprenderán los obreros y campesinos a crear una vida nueva, aprenderán a prescindir de los capitalistas; sólo así se abrirán camino, a través de miles de obstáculos, hacia el socialismo victorioso”

He aquí el verdadero sentido de la crítica revolucionaria y el llamado a que por ningún motivo permitamos que se le enajene bajo el pretexto de que al realizarla se le hace el juego al enemigo. Todos los que han decidido callar y acoplarse al formato del estigma o sencillamente abandonado sus posturas críticas por miedo a tal o cual retaliación política flaco servicio hacen a la causa de los desgraciados de la tierra. Sus justificaciones solo alimentan el oprobio y retardan con tal actitud cobarde el nacimiento de lo nuevo, cierran con sus actitudes puertas y ventanas de los caminos que conducen al verdadero medrar del hombre colectivo. Si no enarbolamos ahora nuestras críticas para despejar el camino de las desviaciones, debilidades y del oportunismo, mañana quizá sea tarde por que el proceso corre el riesgo de estancarse y lo que se estanca retrocede, si a la sordera de los dirigentes del proceso agregamos nuestro silencio, la revolución bolivariana corre un grave peligro, el peor de todos: la omisión.

No se justifica bajo ninguna circunstancia que a la luz del reconocimiento critico de los logros y avances que significativamente hemos tenido en los últimos catorce años en lo jurídico político, en los social y en lo económico en las últimas elecciones presidenciales tuviéramos un descenso de la población votante chavista de un millón de votantes que en gran parte migro hacia la oposición o se abstuvieron de votar, y que esas condiciones causales propiciadoras de tal reflujo, hoy persistan en el escenario venezolano, aunado a los planes fascistas de los enemigos del proceso que no cesan en su empeño por conducir a nuestro país por el camino del odio y de la violencia.

El salto a la soberanía e independencia solo lo daremos cuando definitivamente enrumbemos el país hacia la productividad en todos los niveles y sectores, en especial en el sector agrícola para dar el verdadero salto a la soberanía alimentaria, ya que la burguesía parasitaria y rentista tiene agarrada nuestra revolución por el cuello con el control de los alimentos. Aquí la crítica debe hacerse sentir, ¿Que ha pasado con la agricultura de nuestro país y las inversiones más grandes de la historia económica de nuestro país en los últimos 14 años? ¿Qué paso con los más de 18 mil millones de dólares que entrego el SITME a los banqueros que saquearon las divisas del pueblo sin que todavía se establezcan las responsabilidades incluso de funcionarios que actuaron en complicidad con estos? ¿Se pude enfrentar la actual guerra económica y el plan colapso general sin una política de contraofensiva económica en el proceso productivo orientado a propulsar la participación y movilización general del pueblo en el combate permanente a las acciones de la oligarquía y sus medios informativos? De las repuestas que demos a la luz de la crítica política a estas interrogantes y otras muchas más, dependerá la suerte de la revolución bolivariana.

! Somos la alegría y la vida en tremendo combate contra la tristeza y la muerte!



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José Pereira


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