La Venezuela invisible y que la Revolución no ha podido visibilizar

La revolución venezolana, desde sus inicios ha sido sistemáticamente demonizada con matrices de opinión, organizada por el Imperio Capitalista Internacional y puesta en práctica por la oligarquía y los medios de comunicación, cuya intención es, inocular en la conciencia de la población nacional e internacional, la imagen de un país en crisis y al borde del caos.

Estos planes, desatados una y otra vez, contra las sociedades, gobiernos y países  que se atreven a desafiar el estado de las cosas, siempre el imperio los pondrá en práctica. Ese estado de cosas, que durante siglos obligó a los pueblos con monarquías, a creer que los reyes era una imposición divina. Hoy la imponen los países desarrollados y poderosos a los países más débiles. Es decir, empresas transnacionales que producen bienes y servicios, y países subdesarrollados consumidoras de estas mercancías. Desafiar este estado de cosas, siempre será un desafío a estos intereses y atentará con su hegemonía mundial.   

Bolívar y Chávez se rebelaron contra ese estado de cosas y fueron brutalmente atacados. El presidente Maduro, continuó  con esa política de rebelión y le decretaron una guerra económica. Declarada no contra él, sino contra el pueblo, con la única intención de agotar, desgastar y confundir a la población venezolana. Y, ante unas elecciones el próximo 8 de diciembre, intentar lograr que tanto el pueblo chavista, como la población en general, pierdan la confianza en este proceso revolucionario.

Repiten en Venezuela, las mismas tácticas aplicadas en el Chile de Salvador Allende y en la Nicaragua de Daniel Ortega, recetas elaboradas y planificadas en los años 70, por el Secretario de estado Norteamericano de la época Henry Kissinger y el Presidente Norteamericano, Richard Nixon. El acaparamiento y el desabastecimiento de alimentos, provocados por empresas locales e internacionales, desestabilizaron estos gobiernos. La especulación y la inyección de dólares en sus economías, debilitaron las monedas e incrementó artificialmente la inflación. Con los objetivos alcanzados y unos medios de comunicación, como elemento multiplicador de la crisis inducida, se logró sembrar en esas sociedades la idea de la incapacidad del gobierno para conducir el país. Algún parecido con la Venezuela de hoy, no es coincidencia. La estrategia del imperio, que afecta a toda la población, y aunque resulta paradójico está dirigida a conquistar a sectores sociales con visión de países desarrollados, pero no dispuestos a sacrificar nada, para lograr ese desarrollo. Sin entender, que esos logros afectan poderosos intereses y nos harán pagar un precio hasta alcanzarlo.

La respuesta de la revolución no se ha hecho esperar, medidas que se han producido día a día. Solo se le puede criticar ser algo tardíos, por cuanto los escenarios lo conocía y padecían la población. Una guerra económica que juega con las cartas abiertas y que la revolución no aprovecha. Pareciera que la alta burocracia del estado, no conocieran los manuales de la CIA, aplicados a países que se atreven a independizarse de su influencia.

Cuál es la otra Venezuela que los medios privados no muestran, y que la revolución no ha sido capaz de visibilizar. Disculpándome antes que nada, por expresarme en primera persona. El hecho y mi condición, de haber ejercicio modestamente la carrera de ingeniería por más de 35 años, me ha permitido conocer una amplia población de artesanos, técnicos y profesionales a lo largo y ancho del país. Para entenderse bien lo que deseo destacar, solamente por esta condición, es como logro enterarme, siempre a través del contacto continuo mantenida con ellos, de las ejecuciones y logros en materia de desarrollos industriales y tecnológicos. Cómo llevar esa información a la población y hacerla suya esos logros. Es el reto.

Me pregunto, porqué no se conocen ni se hablan de las misiones industriales, por rebautizarlas de alguna forma. Recordemos a Chávez, cuando les llegó a decir en varias oportunidades a los responsables de estos desarrollos no se lo digas a nadie. A quién tenemos que responsabilizar por estas costosísimas omisiones, que de revertirlas nos potenciarían en estos momentos. Hoy día puede convertirse en un comodín, con suficiente fortaleza para neutralizar los ensayos de los medios privados de mostrar un país sin rumbo.

Romper con esta pasividad, parsimonia, omisiones y deficiencias para mostrar estos avances no es nada fácil, los esfuerzos que realizan de vez en cuanto Ministros y otros altos funcionarios, dando algún testimonio de estos avances, nunca serán suficientes. Por el contrario,  los medios de desinformación siempre después de estas buenas noticias e incluso antes de su ocurrencia,  pican adelante y muestran la información con títulos e informaciones manipuladas, o tergiversadas por fuentes evidentemente tarifadas.

En estos momentos, la revolución tiene muchos proyectos industriales en desarrollo. Creo que instruyendo a cada uno de los responsables de estos proyectos, la obligación de informar públicamente sus objetivos, puestos de trabajo a crear y los beneficios a traer al país, no habrán medios de comunicación escrito, hablado ó visual suficientes para cubrir estos avances. Solo masificando la información, sin darle tiempo a la oposición y medios de desinformación de montar matrices adversa, se podrá dar al traste con la desinformación impuesta a los venezolanos.    



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Rafael Montes


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