Chávez es revolución y Maduro es Gobierno

Con Chávez vivo la oposición atacó al gobierno y a la revolución. El matiz de ambos términos suena a socialismo. La mezcla de los tres produce poder popular, comunas, consejos comunales, comunidades organizadas, democracia participativa y protagónica. Es decir, conceptualmente la oposición no haya cómo entrarle a esta entramado ideolecto salpicado de nacionalismo zamorano, robinsoniano y bolivariano para poder desmontarlo de acuerdo a la vieja praxis diseñada, financiada y guiada por la CIA. Varias estrategias se les caen por su popito peso: gorras tricolor, comando Simón Bolívar, desconocer resultados electorales, guarimbear, sabotear al petróleo y la comida, acaparar y encarecer bienes esenciales como los alimentos y automóviles, desangrar las reservas internacionales vía cupos Cadivi con viajes inciertos, atentar físicamente contra líderes chavistas, desmitificar al finado y más vivo que nunca Comandante Eterno, promover peroratas como esa de la cubanización de Venezuela y venezuelanización de Cuba (según lo cual los cubanos se están llevando a Venezuela para su casa mediante regalos y dádivas), entre otras manías que ya trillan en disco rayado, por decir lo menos.

Cuarenta años del pasado modelo democrático tratan de vencer quince años del nuevo modelo democrático. El pasado queriendo hacer volver al pasado contra el presente tratando de avanzar hacia el futuro. Contra Chávez en diciembre 2012 la oposición ganó en 47 alcaldías de 335, es decir, Chávez ganó en 288 (con la añadidura de que en 11 estados Chávez ganó en todas las alcaldías). Contra Maduro, la oposición ganó en seis estados (Anzoátegui, Bolívar, Lara, Miranda, Nueva Esparta y Zulia) de modo que la relación quedó 16 a 6. Para la oposición estas ñapas no bastan. Según su líder lechuguino, ellos las ganaron todas y él debe ser el Presidente de Venezuela, pero ni papá Uribe Vélez ni el padrastro de la Casa Blanca le pueden ayudar a tumbar a Nicolás Maduro. Y sufre el pobrecito. Pierde a menudo el control y dice sandeces. Es que le falta casta para dirigir este pueblo bolivariano que despertó de las sombras.

La idea de creer que sólo Chávez encarnaba la revolución y que su liderazgo continental, y de más allá, se debió sólo a las relaciones comerciales, el petróleo “regalado” (así denomina la oposición la venta de crudo a países de las Antillas mediante subsidio y acuerdos bilaterales de asistencia recíproca), a su verbo encendido y rebelde (desconociendo su valor, su recio temperamento para plantear las verdades y proponer acciones contundentes en la política internacional) es su error primario. Chávez aspiró por todos los medios la diversificación económica nacional mediantes transferencias tecnológicas y científicas provenientes de otras naciones (puesta en órbita de satélites, fábricas de teléfonos, computadoras, autos, motos, bicicletas, derivados del plásticos, poliuretanos, bombillos, cables, taladros petroleros, lanchas militares, armas de defensa como drones y pistolas, entre otras) para desmantelar el gran negocio que en torno a la tenencia del dólar vía importaciones e exportaciones mantenía una pequeña casta burguesa que se da la gran vida a costillas de los más pobres.

Esta fractura de los privilegios capitalistas burgueses hirió en el ala a las fuerzas oposicionistas pro yanquis. Sin embargo, la desaparición física de Chávez y el dolor mayor de su ausencia en los escenarios de debate, de encuentro, de discusiones y de la administración pública hizo creer a muchos que Nicolás Maduro se sentaría en el Palacio de Miraflores a llorar las penas y chuparse el dedo. Lo veían reducido a ser sólo gobierno y por lo tanto llegaron a creer que con aplicarle el viejo esquema de las carencias materiales en los productos más sensibles para el consumidor, el hostigamiento, su desconocimiento como Jefe de Estado legítimo y de derecho, los chantajes en cuanto a su nacionalidad, la provocación a las fuerzas armadas, los atentados a personas ligadas a sus gestión y la cada vez más podrida y rancia embestida de los medios de comunicación privados, les bastaría para echarlo al suelo. Sólo que este pueblo noble —con defectos es cierto pero pueblo valeroso al fin—, les está demostrando que aquí está una revolución social y política, una revolución moral e histórica más vivita que nunca. Y un gobierno valiente para defenderla.

Si la oposición sigue creyendo en pajaritos preñados y no se dedica a formar líderes auténticos, capaces de dar la cara limpiamente en los escenarios electorales futuros, con la inteligencia mínima para interpretar el sentimiento del pueblo, hay serias dudas de que puedan salir del limbo donde transitan. Tendrán que gastar mucha saliva y jalar muchas pelotas para lograr que los gringos pisen la Patria de Bolívar, nos la arrebaten y se las entregue a las aves de rapiña de la rancia oligarquía criolla; la misma que mira a los pobres del pueblo como gallina mira maíz. La oposición jamás quiso a bolívar, jamás quiso a Chávez, jamás quiso al pueblo.

Petróleo, dólares y poder son sus aspiraciones. Trabajo, bienestar y democracia protagónica son las nuestras. Subordinación, privatización y monopolios son sus caprichos. Independencia económico-tecnológica, desarrollo autosustentable e identidad patriótica nuestras metas supremas. Venganza, crimen y aplastamiento del poder popular tienen ellos como estrategia política. Refundación de la patria, honra a la memoria de nuestros libertadores y al Comandante Eterno en un escenario de igualdad, solidaridad, paz y lucha son nuestros sueños y conquistas. Y con eso nos basta. Por ahora.


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José del Carmen Pérez


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