Diplomacia y desestabilización

La actividad diplomática es una de las ramas más antiguas en la vida de los Estados y un componente esencial en las relaciones modernas entre los Estados y, en la prevención y solución de los conflictos de intereses que se producen en las relaciones internacionales y en la presente etapa de crisis global del capitalismo, de desequilibrios geopolíticos y tensiones políticas y militares, constituyen un instrumento imprescindible para la solución política negociada de la confrontación entre Estados y bloques de Estado e incluso, en la solución de situaciones de conflictos políticos y sociales internos en donde la intervención diplomática de uno o varios Estados son necesarios para promover el diálogo, conversación y negociación de soluciones al referido conflicto.

Con base al contenido de la Convención de Viena Sobre Relaciones Diplomáticas de 1.961, la actividad diplomática constituye, esencialmente, un conjunto a actos dirigidos al relacionamiento político, económico y cultural entre los Estados y de promoción legítimos intereses de los Estado y sus nacionales en el territorio donde están acreditado; para lo cual, no solo establece vínculos regulares con sus gobiernos, sino que también dirige su actividad hacia las organizaciones sociales, académicas y culturales, con el fin de proyectar la vida social de su país y generar eventos que vinculen tales sectores con la sociedad de su país; todo lo cual es compatible con la Diplomacia de los Pueblos promovida por el Comandante Supremo Hugo Chávez Frías, la cual promueve las relaciones con los gobiernos y se abre a los pueblos para construir la amistad, la solidaridad y la integración; respetando a la Soberanía Nacional y loa Independencia de los Estados.

La historia de la Diplomacia de los Estados de las Clases Propietarias es la historia de la agresión y la guerra contra las naciones, pueblos y los Estados débiles y hoy, tal comportamiento, se hace aún más agresivo por la existencia de una grave crisis sistémica del Capitalismo en su fase global, que no tiene solución en los cambios estructurales de sus economías nacionales e, incluso, regionales, sino en la reconquista del dominio de sus antiguas posesiones colonizadas – hoy Estados soberanos- , el derribo de sus fronteras comerciales y el apoderamiento de las riquezas enrgéticas y mineras; todo lo cual viene provocando la actual situación de tensión y confrontación generalizada y permanente en todo el planeta y, que hace de todo conflicto inter-estatal, un conflicto de dimensiones o efectos mundiales.
Los 750 mil documentos reservados, secretos y confidenciales que el (la) soldado (a) Bradley (Chelsea) Manning le transmitió al portal Wikileak y que al ser publicado reconfirmó la actividad de espionaje y desestabilización que desarrolla la Diplomacia de los Estados Unidos de América en todos los Estados y, las últimas revelaciones del “contratista” de la Agencia Nacional de Seguridad, NSA, Edward Snowden, sobre el programa cibernético global de espionaje que desarrollan los Estados Unidos, los cuales incluyen a sus ciudadanos, países aliados y organismos internacionales como la ONU, magnifican el desprecio que ese Estado imperialista y colonialista, centro hegemónico del Capitalismo mundial, tiene al Derecho Internacional, a la Soberanía de los Estados y el Derecho a la Privacidad de las Personas.
No sorprende entonces, las documentadas denuncias del gobierno del presidente Nicolás Maduro Moros contra la Encargada de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos de América en Caracas y otros dos diplomáticos de esa Misión Dipolomáticas incursos en una descarada operación de desestabilización política de la República Bolivariana, al reunirse con factores desestabilizadores de la oposición contrarevolucionaria, como SUMATE, el gobernador opositor del Estado Amazona, Liborio Guarulla y un sector minoritario radicalizado de los trabajadores de SIDOR implicados en la paralización de esa planta estratégica, hoy en situación de conflicto; excediendo todo norma y principio de las relaciones diplomáticas entre dos Estados.

Más allá de las correctas medidas diplomáticas aplicadas por el gobierno bolivariano y injustas represalias del gobierno de Barack Obama, lo importante es sostener, sin vacilaciones ni claudicaciones, la defensa intransigente de la Soberanía de la Nación venezolana y de todos los Estados de América Latina y el Caribe y del planeta Tierra, víctimas de la “Diplomacia Espía” y la desestabilización de los agentes de espionaje con coberturas diplomáticas, que forman parte importante de la actual ofensiva global del imperialismo para reconquistar su alicaída hegemonía mundial.
 



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Yoel Pérez Marcano


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