El juramento del monte sacro en la revolucion bolivariana

  El juramento del monte sacro constituye uno de los documentos bolivarianos que nos aporta claves determinantes, para el desarrollo del conocimiento, necesario en la construcción del mundo por hacer de justicia, paz y libertad con el que sueñan los pueblos del mundo y para el que los pueblos de América Latina y el Caribe tienen, de acuerdo al planteamiento futurista del  Libertador, rol protagónico. 

            Se ha popularizado la parte sentimental de juramento ¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!;  pero es poco lo que se ha divulgado y debatido del contenido medular.

            Consideramos de gran vigencia la valoración que hace Simón Bolívar de la presunta civilización europea, al considerarla negativa en términos casi absolutos, y en contraposición asigna un valor supremo y definitivo a la sociedad emergente en Latinoamérica y el Caribe

Este pueblo ha dado para todo; severidad para los viejos tiempos; austeridad para la República; depravación para los Emperadores; catacumbas para los cristianos; valor para conquistar el mundo entero; ambición para convertir todos los Estados de la tierra en arrabales tributarios; mujeres para hacer pasar las ruedas sacrílegas de su carruaje sobre el tronco destrozado de sus padres; oradores para conmover, como Cicerón; poetas para seducir con su canto, como Virgilio; satíricos, como Juvenal y Lucrecio; filósofos débiles, como Séneca; y ciudadanos enteros, como Catón.

Este pueblo ha dado para todo, menos para la causa de la humanidad: Mesalinas corrompidas, Agripinas sin entrañas, grandes historiadores, naturalistas insignes, guerreros ilustres, procónsules rapaces, sibaritas desenfrenados, aquilatadas virtudes y crímenes groseros; pero para la emancipación del espíritu, para la extirpación de las preocupaciones, para el enaltecimiento del hombre y para la perfectibilidad definitiva de su razón, bien poco, por no decir nada.

 La civilización que ha soplado del Oriente, ha mostrado aquí todas sus fases, han hecho ver todos sus elementos; mas en cuanto a resolver el gran problema del hombre en libertad, parece que el asunto ha sido desconocido y que el despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo.

            Como en una ecuación matemática El Libertador plantea valores conocidos y la incógnita:  Un valor negativo,  el conocimiento  europeo  hegemónico preexistente; un valor positivo: el enaltecimiento del hombre  y la perfectibilidad definitiva de su razón  y la incógnita, el nuevo mundo.

            En este sentido, las búsquedas de la revolución bolivariana, el mundo por hacer del que nos habló Hugo Chávez,  debe explorar los cuestionamientos metodológicos de las verdades surgidas de la lecto-escritura y la lógica racional y mecánica.  Debe  investigar y  reinterpretar el proceso de desarrollo de seis mundos (Indoamericano, africano, árabe, europeo, asiático) y no de dos mundos (Europa, indoamérica) como se ha impuesto a sangre y fuego.

            Los valores socio-culturales indoamericanos preservados en la resistencia contra la opresión,  los procesos de desarrollo contradictorios de nuestros pueblos aborígenes, antes  y después de la conquista y dominación; los valores socio-culturales  expresados en las contradicciones sociales y políticas, que arribaron a este continente junto con los estados imperiales europeos, están vivos en la práctica social de nuestras sociedades, y constituyen un campo ineludible de búsqueda para la revolución bolivariana, como lo planteara de manera tan clara y premonitoria  un  Simón Bolívar de apenas 22 años, en su histórica visita a la colina romana del monte sacro, en compañía de Simón Rodríguez y Fernando Toro.  



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