Las huellas de Chávez en la historia

Es a partir de diciembre del 1998, cuando se inicia en Venezuela un sistema político que marcara hito en nuestra evolución republicana. De extracción humilde y formado en los llanos venezolanos, el Teniente-Coronel Hugo Rafael Chávez Frías será reconocido como el padre de una controversial criatura que registra la historia contemporánea como revolución bolivariana. Aunque en su alborada fue apenas un movimiento nacional, muy pronto se extendería a otros países como Ecuador y Bolivia, donde en circunstancias y especificidades muy propias, se están adelantando transformaciones profundas en las viejas estructuras. Incluso se dice que ya es público y notorio que ecuatorianos y bolivianos se deslastran de algunos rasgos que venían arrastrando desde la colonia, gracias al modelo venezolano inspirado en la doctrina del socialismo bolivariano del siglo XXI.

DE LOS CUARTELES A LA CALLE:

Dicen que a confesión de parte, relevo de prueba, por ello precisamente Chávez fue quien admitió que su revolución nació en los cuarteles, reconociendo entre otras cosas que a mucha honra se cuenta entre quienes integran el ala de estirpe militar revolucionaria, razón que los distanció a cien años luz de esa asquerosa doctrina militar de la llamada Escuela de Las América, inculcada exclusivamente por EEUU durante el nefasto periodo puntofijista( 1958-1998). Esto explica porque por muchos años la oficialidad actuó como guardia pretoriana de gobiernos títeres del imperialismo; y lo que es peor, rindiendo pleitesías a amantes palaciegas como Blanca Ibáñez y Cecilia Mato.

Diferente por el modo, tiempo y lugar a militares como Juan Domingo Perón en Argentina y Juan Velasco Alvarado en Perú, quienes a su turno desarrollaron proyectos históricos esencialmente nacionalista, Chávez fue más allá de esos movimientos anti-imperialistas, anti feudales y de engañosas democracias dizque representativas donde el gran ausente fue siempre el pueblo democrático. Vale decir, Chávez entonces entendió que la revolución contemporánea seria chucuta, si esta se limitaba a simples reformas que dejaran intactas las viejas relaciones de producción basada en la explotación del hombre por el hombre. Ya en tiempos de Juan Vicente Gómez, ya había existido un movimiento de corte pequeños burgueses. Este sería el caso del llamado ARDI y su programa “Plan de Barranquilla, documento suscrito el 22 de marzo de 1931 por algunos venezolanos exilados en Colombia, a quienes el régimen acusó de estar presuntamente implicados en el Asalto al Cuartel San Carlos el 7 de abril de 1928. Entre sus 12 firmantes aparecerá el nombre de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Ricardo Montilla y Valmore Rodríguez, este último partidario de una alianza uniclasista de explotados, tesis que expuso en su dialogo epistolar con algunos de sus compañeros de generación. Según la opinión de politólogos e historiógrafos, este documento representa la primera expresión de un análisis estructural de la sociedad venezolana y de su proceso histórico, vinculado a un proyecto político y a un programa de acción que planteaba la lucha contra el régimen gomecista. Estructuralmente, el plan se componía de 2 partes. En la primera se analizaba la situación venezolana desde los orígenes de la República y de sus caudillos, recurriendo para esto a la utilización del método dialectico y el materialismo histórico del marxismo para lograr una comprensión de la estructura socio-económica del país. De acuerdo con este enfoque, Venezuela es caracterizada como una nación de rasgo semifeudal, en una relación de dependencia neocolonial con la estructura imperialista del capitalismo internacional. La segunda parte del Plan expone un "Programa mínimo" de acción inmediata de acuerdo con los siguientes enunciados: hombres civiles al manejo de la cosa pública, con la exclusión de los militares. Sin embargo, los hechos demostraron que una vez que fueron gobierno, adecos y copeyanos incumplieron todo lo que ofrecieron cuando estaban en la oposición, pues Betancourt y Caldera simplemente fueron perros falderos de Washington, sirviendo incondicionalmente a los cochinos intereses de las trasnacionales que compraban nuestro petróleo a precio de gallina flaca.

Ahora queda a prueba el chavismo sin Chávez

LA QUIJOTADA QUE SEMBRÓ ESPERANZAS

Aún las páginas de la historia de la pasada centuria y comienzos del siglo XXI, esperan por el juicio final sobre la conveniencia o no del 4 de febrero de 1992. Para algunos fue un fallido intento de golpe de Estado, ayuno del necesario calor de las masas en las calles, y lo cual pudo ocurrir porque quizás no estaban dadas las condiciones objetivas para que prosperara una salida extraordinaria de cara a la grave crisis nacional. Otros estiman que el 4F fue tan solo la onda expansiva del trágico caracazo del 27 de febrero de 1989, evento que al decir de ciertos analistas dejó abierta la puerta de la historia para posteriores sucesos que marcarían hito en la vida republicana. En apretada síntesis, se diría que son muchas las razones que nos llevan a pensar que hablar de esta revolución inédita, es reconstruir el proceso político que se erigió sobre las cenizas de la cuestionada Cuarta República.

27 y 28 de febrero el pueblo protestó contra el paquetazo de CAP

Van 16 comicios ganados en buena lis, sin que en ninguna de las consultas se haya recurrido a la odiosa praxis de “acta mata voto”, trampa que caracterizó a la partidocracia bipartidista. Sin lugar a dudas, nuestro Comándate Supremo supo vencer dificultades y construir una poderosa organización de masas que hasta el momento no tiene contendor en el campo electoral. De modo que del chavismos podemos decir igual que Guzmán Blanco refiriéndose al liberalismo, cuando afirmaba que el partido era tan grande que había y sobraba para que fuera gobierno y oposición al mismo tiempo y para que dentro de la oposición pudieran caber holgadamente y sin arrebatarse partidarios, varias oposiciones.

Y es que el secreto del éxito de Chávez, no fue otro que interpretar la señal del tiempo en su debida oportunidad, pues con pertinencia llegó a la cita crucial con la puntualidad de los ingleses (por cierto para lo único que sirven los londinenses). Y porque descifró con agudeza de visionario el dantesco drama que entonces existía en Venezuela y en el resto de los países tercermundistas, Chávez entonces entendió que repetir una revolución demócrata-burguesa era caer de nuevo en desviaciones gatopardianas, reformistas liberaloides que en otras latitudes anularon intentos revolucionarios que se negaron asomarse al porvenir con grandeza de pensamiento continental.

Que nuestro socialismo del siglo XXI nació del ingenio creador de un soldado de la patria, y no de un miembro de la sociedad civil ¿acaso todas sus victorias electorales no fueron tan civilistas como la de Salvador Allende en 1970? De eso y otros importantes hechos queda mucha tela donde cortar, y duélale a quien le duela, por encima de la miseria humana, justo es admitir que Chávez fue un gigante que nimbado por la magia de los elegidos entro a la Historia de Venezuela. A Chávez debemos que ahora nuestro Libertador Bolívar se fugó de las bibliotecas, donde por siglos las oligarquías lo condenaron al ostracismo. Hoy, gracias al proceso bolivariano El Libertador reapareció por siempre en la memoria colectiva con toda su vigencia, precisamente en un tiempo de crisis de fe, de moral y de rumbo.

Aceptó el reto de llevarnos a puerto seguro con el Plan de la Patria propuesto por Chávez


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Freddy Elías Kamel Eljuri

Presidente del Instituto Municipal de Patrimonio Histórico de la Alcaldía Bolivariana del Municipio Miranda del estado Falcón. Vicepresidente de la academia de Historia del Estado Falcón. Escritor. Productor radial.

 kameleljuri@gmail.com

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