¿Y bajaron los cerros?

Cuando en los análisis de la realidad venezolana se hace referencia a la expresión “bajaron los cerros” todos coinciden en el protagonismo jugado especialmente por los habitantes de los cerros de Caracas los días 27 y 28 de febrero de 1989.

Desde entonces se afirma que el pueblo tomó conciencia de la importancia de permanecer en las calles.

Sin embargo, esa afirmación era cierta desde el punto de vista de la participación y el protagonismo político y social de los habitantes de las grandes barriadas populares. Ahora, en los catorce años de la Revolución Bolivariana, esa conciencia ha sido acompañada por reivindicaciones sumamente positivas en la vida diaria de ese pueblo. Esta Revolución le ha garantizado empleo mientras que en países de la Unión Europea lo que se garantiza es el desempleo, que llega en todos a dos dígitos y en algunos supera el 20% (Casos: Grecia, España y Portugal).

También la Revolución Bolivariana le ha asegurado un salario justo y real a la inmensa mayoría de esos habitantes.

Antes, en la época del puntofijismo, muy pocos tenían garantizado el empleo y la inmensa mayoría carecían de salarios.

En las partes más altas de los cerros de nuestras grandes ciudades, en particular en Caracas, en las “casas de cartón” como las llamaba Ali Primera, sus habitantes carecían del transporte necesario para trasladarse al centro de la ciudad. La Sociología Funcionalista los llamaba “marginales” porque se encontraban al margen del mercado y de sus leyes “naturales”: la oferta y la demanda.

Hoy en día esos “marginales” ya no se encuentran al margen del mercado y de sus leyes, por el contrario, “esa gente” como peyorativamente lo llaman los racistas y discriminadores de nuestro país, están plenamente incorporados a la dinámica diría de la sociedad venezolana.

Explicar el desabastecimiento, por ejemplo, pasa ciertamente por responsabilizar a quienes juegan con el acaparamiento y la especulación. Son los que además apuestan a la desestabilización de Venezuela. Piensan que en el caos ellos saldrían ganado. Tienen más de una década practicando esa política que hasta ahora no le ha generado los resultados por ellos esperados.

Pero el desabastecimiento también tiene que ver con un hecho incontrovertiblemente real y concreto. Se trata que los habitantes de los cerros se convirtieron en consumidores y demandantes de bienes y servicios precisamente porque tienen garantizado empleo y asegurado salarios justos y reales.

De allí que la gran deuda de la Revolución Bolivariana no sólo con esos habitantes sino con todos los sectores sociales se encuentra por el lado de la oferta. Hoy en día seguimos con una alta dependencia de los ingresos del petróleo y nuestro aparato productivo interno no produce lo que una política de justicia social logró estimular.

Es la gran contradicción: dinamizamos el mercado, lo ampliamos y lo hicimos crecer por la vía de la demanda porque el consumo se ha incrementado exponencialmente pero el otro componente del mercado, esto es, la oferta no ha crecido ni siquiera aritméticamente.

Mientras ese desbalance o desfase entre la oferta y la demanda siga presente y ampliándose la Revolución Bolivariana vivirá con una espada de Damocles. La lucha contra el desabastecimiento, la especulación y la inflación estará en la agenda permanentemente pero las posibilidades de vencer esos “demonios” será tarea ciclópea, llevará muchos años y esfuerzos porque ciertamente bajaron los habitantes de los cerros y se convirtieron en ciudadanos y por eso hoy encontramos congestionados el metro, los cable trenes, las camionetas de pasajeros, los cajeros automáticos, los mercados y supermercados, los centros comerciales y todos los lugares donde haya un servicio público o algo que consumir.

Alí Primera decía:

“Viene bajando el obrero

casi arrastrando los pasos

por el peso del sufrir

¡mira que es mucho el sufrir!

¡mira que pesa el sufrir!

Arriba, deja la mujer preñada

abajo está la ciudad

y se pierde en su maraña

hoy es lo mismo que ayer

es su vida sin mañana”

En la Revolución Bolivariana ya el obrero no viene arrastrando sus pasos por el peso de su sufrir, hoy ya tiene tantos compromisos y trabajo como ayer y su vida si tiene mañana.

Por eso y mucho más si bajaron los cerros y ahora han crecido las necesidades y las exigencias.


* Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales, Profesor Titular de la UCV y ex-Embajador en Polonia, Uruguay y Grecia

framongonzalez@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1248 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter