Las loras de la Contra



Uno de los trabajos más difíciles de desempeñar es el evaluar el trabajo de otros. No me acuerdo como le hacían en el Ágora de Atenas, ni que esquemas se usaban en el antiguo Egipto. La evaluación seria, decente y responsable es la cura mas efectiva contra la mediocridad.

La imparcialidad es elemento fundamental en quien evalúa. No tenerle culillo a la crítica es también parte del sancocho. Un mediocre en funciones de contralor es una bomba activada por un dispositivo betancuriano: un reloj de tiempo.

¿Por qué estamos obligados a defendernos -y a neutralizar- al mediocre? Porque el mediocre irresponsablemente destruye y nunca ofrece una alternativa, ni asume la responsabilidad -¡tremenda!- de construir. No estoy diciendo nada nuevo. Hay tratados políticos en esta materia. Tratados que trascienden la academia para convertirse en dramáticos alertas de la realidad.

El mediocre se reconoce fácil. Basta con latirles en la cueva. Si le das una posición de mando o comando la ejerce para destruir a todo aquel que le objeta, o se convierte en obstáculo para su ejercicio de poder en su micro-parcelita. Censuran, manipulan, ejercen la mediocridad y se rodean de gente aun mas mediocre.

No me acuerdo como le hacían en el Ágora de Atenas, pero en el Ahora de Venezuela se nota a leguas que le repartieron pasta de diente a burros y por kafkiana metamorfosis (dígalo ahí Malaver!) se convierten en las loras de la contra...o las contra loras.

Rrrrrrrrua loritas!!!, que algo queda...






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Manuel Brito


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