Me consta y he sido testigo de la admiración y respeto de Mario hacia Diosdado

Se fueron de nalgas los que creyeron que con el montaje contra Mario Silva, iban a crear el caos y la desmoralización del proceso revolucionario. Ya el pueblo no come casquillo ni mucho menos la procaz mierda de todos los días que la poderosa prensa nacional e internacional lanza contra el chavismo.

CNN, El País, El Nuevo Herald, Globovisión y medio centenar más de putas desaforadas de los medios andaban frotándose las manos porque calculaban que habían sacado del aire y para siempre al programa La Hojilla.

La Hojilla volverá. Volverá, volverá.

La Hojilla es ya parte del alma del chavismo mismo. Es su aliento, su fuente más cristalina y revolucionaria. Seamos sinceros, ese es un programa que sólo Mario puede hacer y dirigir, con su gran talento de analista político, con su gran olfato para detectar dónde se esconde la mierda de la ultra-derecha, y por donde vienen los tiros siempre arteros de los enemigos del pueblo. Nunca podrá evaluarse de cuántas tramas y trácalas Mario ha salvado al pueblo: alertando, visionando, aconsejando, debatiendo y analizando, teniendo siempre como guía y norte, los sabios y nobles sentimientos del Comandante Chávez. Yo he pasado largas noches y madrugadas conversando con Mario sobre el destino de nuestro país y lo que sale de su corazón es el más noble y profundo amor por la patria. Y Mario es un hombre sustantivo, de una sola pieza, como lo fue nuestro Comandante Chávez: duro en la crítica, lector incansable y hombre muy culto y sensible.

Hace poco tiempo, requerí de la acción del Presidente de la Asamblea Diosdado Cabello en relación con una grave situación, que rozaba más lo humano que lo político. Estábamos confrontando un conflicto en un sector del movimiento estudiantil revolucionario en Mérida. Habíamos acudido a multitud de personajes para tratar de resolver este caso, entre ellos camaradas de la Dirección regional y nacional, algunos ministros amigos, y nadie había podido dar con la solución. Llevábamos un año en alto grado de desesperación porque parecía imposible romper aquel nudo gordiano. Fui especialmente a Caracas para comunicarme de nuevo con altos dirigentes del PSUV y en particular hablé del caso con mi gran amigo Mario Silva.

  • Lo último que me queda Mario le dije es hablar con el presidente Chávez, pero en la grave situación en que se encuentra eso se vislumbra imposible.
  • No te preocupes me contestóMario mantenme informado, que si en pocos días no se obtiene una solución yo séa quién voy a acudir. Tengo por allíun buen camarada que le echarábolas al asunto No te preocupes.

Con el correr de los días la situación se presagiaba insoportable, desesperante y me vi en la necesidad de llamar a Mario.

  • Listo -me dijo - llamaréen este momento al camarada Diosdado.

A los cinco minutos estaba sonando el teléfono:

  • Quétal José. Me acaba de llamar Mario y me enteróde todo. Ahora mismo me dedicaréa resolver ese caso.

Insólito, al día siguiente todo estaba aclarado y solucionado como por arte de magia. Luego oiría a muchos personajes hablar del caso como si ellos lo hubiesen resuelto.

Toda esta larga y extenuante situación me hizo ver que cuando la acción coordinada, firme y leal de los revolucionarios se pone en movimiento nada ni nadie puede contra nosotros.

La bazofia que vomitó el miserable Ismael García se pulverizó en el acto. Qué gran lección le hemos dado a la ultraderecha.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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