Vomitivos medios

 


Comentaba hace unos días la línea seguida por la vomitiva prensa española, con ocasión de las recientes elecciones venezolanas. Es difícil encontrar una opinión pública más desinformada que la española en lo que se refiere a Venezuela. Dejando al margen la nula instrucción cívica de la sociedad española, heredera de 40 años de dictadura, no es de extrañar lo que sucede. Sistemáticamente, se han reproducido, y se vienen reproduciendo por los vomitivos medios españoles, cortes fílmicos totalmente descontextualizados sobre el difunto presidente Hugo Chávez- y ahora del presidente Nicolás Maduro-, anécdotas intrascendentes, noticias informadas a medias y mentiras flagrantes, difundidas por la oposición venezolana como verdades irrefutables. Cuando en su día el difunto mandatario venezolano, a través de la oportuna reforma legislativa, se postuló para un tercer mandato, la medida fue presentada ante la opinión pública española como la ruptura del orden constitucional. Nadie les explicó que en España, al Rey no le elige nadie ni se presenta a las elecciones, ni tampoco que cualquier presidente en España- y en la mayoría de las naciones europeas- puede presentarse a las elecciones hasta el infinitum. Pero da igual, ellos, los vomitivos quiero decir, siguen a lo suyo. Y así, si a un medio de comunicación no se le renueva la concesión administrativa, para emitir en el espacio radioeléctrico venezolano, se califica automáticamente el hecho de brutal agresión a la libertad de expresión; y esto lo hace un país, no se lo pierdan, como España, que a acaba de cerrar recientemente la señal satelital a la emisión en castellano de Hispan TV, noticia ésta que ni se ha informado, ni comentado en los medios de comunicación españoles. Por otro lado, que la cadena de TV venezolana, no renovada en su concesión administrativa, fuera un aquelarre de golpistas en el 2002, es lo de menos. El ciudadano medio español ni tiene el menor conocimiento, ni lo va tener, por que nadie se lo dice. No vale la pena continuar.



Es tal la intoxicación inoculada a la opinión pública, que una mayoría da por hecho que Venezuela es una dictadura, sin libertad de expresión, prensa y radiotelevisión. Es algo tan introducido en el código genético del español medio que, aunque remitas a tu contrincante verbal a la lectura por Internet de los diarios el Universal o el Nacional, como medio de liberarlo de su equivocación a través de la evidencia, el autista no reaccionará y se negará incluso a razonar, leer o comprobar. Hagan la prueba si tienen algún amigo en España.



Hace unos días en el país de la recesión económica por excelencia, como es España actualmente, tuve un poco más de suerte y con ocasión de informar a mi interlocutor sobre la cifras de crecimiento económico de Venezuela en los últimos 8 años, que por supuesto no creyó, lo dejé delante de Internet y le dije “ busca los datos tú mismo en la fuente que quieras”. Quedó asombrado y sorprendido antes los resultados obtenidos, no comprendía nada. Quizá llegó a preguntarse cuál habría sido su error. Y es que ya se sabe, hay ocasiones en que poco puede la razón ante las verdades teológicas infalibles.



Pero últimamente, a fuer de ser sincero, asaz de ser honesto, como escribiera Cervantes en el Quijote, soy un poco más optimista, cuando informo a mis compatriotas sobre instituciones jurídico- constitucionales como el mandato revocatorio existente en Venezuela ( ya quisieran ésta los españoles, sufridos como andan de que sus partidos políticos mayoritarios les tomen el pelo con promesa electorales, que luego cínicamente son incumplidas) o sobre los Consejos comunales. Hasta me escuchan y preguntan cuando les relato sobre estas avanzadas instituciones democráticas, de nuestra hermana república bolibariana, pues la verdad es que ya andan hartos de una partitocracia corrupta al servicio siempre de las grandes empresas de telefonía, banqueros especuladores, eléctricas o compañías de combustibles que les están chupando la sangre, empobreciéndolos, o lanzándolos de sus casas, mientras los directivos de estas corporaciones se enriquecen a todo velocidad, colocando sus beneficios en los paraísos fiscales. Lo dicho, que veo a los españoles de un tiempo a esta parte un poco más receptivos a conocer las evidencias, ahora que la necesidad aprieta, por no decir que los está ahogando. Si comienzan a pensar- me digo- será porque, como decía Descartes, han decido existir y han comenzado a recorrer el camino que nace de arrinconar los prejuicios y la ignorancia para conducir al pensamiento, la razón y la libertad de criterio. Hasta ahora habían sido sólo momias autistas, consumo y arrogancia de nuevo rico. Cabe la esperanza de que más de uno de mis compatriotas ya se esté interrogando si estos tipos vomitivos, a los que me refería, quizá no pasen de ser unos intoxicadores al servicio, previa coima, de quienes los han arruinado.

 

 



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