Razones para el optimismo a pesar de todo

La notable victoria del candidato Nicolás Maduro, en lo que constituyó su primer desafío electoral, parece haberse visto ensombrecida a ojos de muchos de los seguidores de la Revolución Bolivariana por la reducida distancia entre los dos candidatos, de poco más de un punto porcentual y un cuarto millón de votos. Naturalmente, este hecho ha dado pie a una desazón entre los seguidores de la Revolución y una cierta alegría, aunque muy contenida por la perspectiva de un mandato de Maduro en los próximos seis años, en los medios de derecha nacionales e internacionales, que son hostiles a la Revolución.

En primer lugar, cabe señalar que los miembros de la derecha política y mediática hacen gala, como siempre, de una gran hipocresía. En el mundo occidental capitalista, que ellos admiran tanto, las mayorías y tasas de participación no tienen nada que ver con las de Venezuela. En estos países, tanto en EEUU como en la Unión Europea, el número de votantes a menudo no llega al 50% del censo electoral. Esto es debido no tanto al desinterés del electorado, sino a su convencimiento de que vote por quien vote nada ha de cambiar por cuanto detalles económicos cruciales para la sociedad han sido sustraídos a la voluntad popular y están en manos de las grandes corporaciones nacionales o internacionales o a instituciones que sirven a los intereses de éstas ultimas y de las capas más opulentas de la población, incluyendo aquí a la Reserva Federal de EEUU, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional u otros.

Así pues, las políticas económicas, en la doctrina neoliberal, no sólo no tienen nada que ver con el bienestar de la población en general, sino que apuntan directamente a su ruina. Un ejemplo de esto es lo que sucede en Europa, incluyendo España, que está sufriendo la mayor crisis económica y social de su historia. Lo que fue un continente próspero y dominante a nivel mundial ha quedado arrasado, económicamente hablando, por el neoliberalismo. Millones de personas sufren paro, hambre y necesidad y, sobre todo, una gran desesperación. Las elecciones se producen entre varios partidos, pero la alternativa prácticamente no existe, dado que en los sistemas bipartidistas de Europa y EEUU ambos partidos mayoritarios defienden los mismos intereses. Por su parte, los grandes medios corporativos machacan día y noche a la población con mensajes de que nada puede cambiar y que las políticas que se aplican son “las únicas posibles”.

En EEUU, George W. Bush robó en 2000 las elecciones debido a los fallos en las máquinas electorales de Florida -nada que ver con las de Venezuela-, pero la derecha mediática no sólo no discutió nunca la legitimidad de Bush, sino que aplaudió sus políticas y crímenes contra la humanidad, como la guerra de Iraq y sus efectos. En Europa, las victorias por unos pocos votos son normales y frecuentes. Para nada restan legitimidad al candidato.

En Venezuela, la victoria de Nicolás Maduro ha sido, sin duda, un gran triunfo. Ésta era la primera vez que Maduro se presentaba como candidato a una elección presidencial y, aunque es una figura pública, su faceta como presidente aún no ha calado en el seno de la población de forma suficiente. Una buena parte de la decepción en las filas bolivarianas procede de la comparación del resultado de estas elecciones con los obtenidos por el Líder fallecido de la Revolución, Hugo Chávez. Sin embargo, esta comparación es en extremo desafortunada por cuanto Chávez fue una figura extraordinaria y fuera de lo común de las que aparecen pocas veces a lo largo de la Historia. Su conexión con el pueblo fue estrecha y él despertó amores y pasiones muy lejos incluso de su país natal. Maduro es un también un gran líder y tiene un papel fundamental que jugar, pero no hay que compararle con Chávez. Maduro es Maduro. Toda personalidad es distinta y sus aportaciones también.

No cabe duda de que existe, además, un cansancio electoral en Venezuela. Es difícil encontrar un país que haya atravesado tantos procesos electorales en poco tiempo: 18, con 17 victorias para la Revolución. Es una realidad que los procesos continuados “queman mucho” a la población y sólo hay que esperar ahora que Venezuela atraviese una larga etapa de varios años de tranquilidad sin consultas electorales.

No cabe, sin embargo, obviar el hecho de que una gran parte de la población venezolana no apoya, o al menos no lo hace plenamente, la Revolución. Aquí cabe citar, desde luego, la falta de conciencia política de muchos venezolanos, algo que no se limita a Venezuela, sino que es aplicable al mundo entero. Hay que recordar aquí el hecho de que millones de trabajadores votaron al derechista Partido Popular en España. Muchos de ellos, a la vista de las regresivas políticas que el PP ha puesto en práctica desde que llegó al poder, y que han llevado a millones de personas al paro y la miseria, se lamentan hoy amargamente de aquella decisión, pero en realidad no tienen excusa. Todo el mundo sabía lo que era el PP antes de aquellas elecciones. ¿Acaso esperaban el milagro de que el partido obrara de forma distinta a lo que siempre ha hecho y a los intereses a los que representa?

Muchos venezolanos, como sucede con los ciudadanos de otros países, no votan pensando en grandes ideales, sino más bien en cosas muy cotidianas que afectan a sus vidas. Ellos juzgan un gobierno en base a si la tienda donde compran está bien abastecida, si hay cortes de luz en su vivienda o si su calle es segura para pasear por la noche. Hay que recalcar, pues, que la Revolución no debe ser sólo honesta, sino también eficaz. Aquellos que sean responsables de la mala prestación de servicios a la población deben ser apartados y sancionados, ya sean partidarios de la Revolución u opositores. Un mal funcionamiento a nivel local o provincial causa casi siempre una sangría de votos y pérdida de apoyo popular.

En resumen, Nicolás Maduro y su equipo han de demostrar a esos sectores de la población que son ganables para la Revolución Bolivariana, que esta última es la que mejor defiende y representa sus intereses. Una buena gestión eficaz llevará a que en las elecciones del 2019 la escasa diferencia que ha separado a ambos candidatos en ésta se amplíe mucho más. La Revolución debe seguir el antiguo lema de “servir al pueblo”. Lo demás vendrá por añadidura.


yusuffernandez@gmail.com

(*) Periodista español y redactor de Al Manar en Español


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