Todos somos Chávez

Nosotros somos los primeros en decirles a los pueblos de nuestra América, que no queremos prosperar sobre la opresión de la personalidad ni sobre el avasallamiento de la nacionalidad, sino por el contrario, sobre la mayor igualdad, libertad e independencia de todos y en una hermandad fraternal. La reconciliación como aspiración, y Venezuela primera hacia esa meta.

Venezuela irradiará la eterna luz, y será el pueblo sencillo —no el espíritu alambicado, la cultura del consumismo— Quien redima a la América de Bolívar y no la de Washington aliando sus fuerzas en el misterio de la libertad. Y donde hoy reina el poder de la burguesía, reinará mañana el amor activo; a la contienda de las individualidades sucederá un sentimiento de omnihumanidad, y el nuevo Cristo, el Cristo de Chávez, traerá la reconciliación de todo y de todos, la disolución de los contrastes en la armonía. Y así creyendo en Cristo, se convierte en su misionero, y despreocupándose de sí mismo, predica la fe en el socialismo cristiano en Venezuela y en toda nuestra América Bolivariana. Siempre, ahora en la idea, como antes en defensa de los pobres, es el mártir que se clava a sí mismo en la cruz para redimir con su sangre el pueblo.

Este coloso sólo sabe situarse apasionadamente ante la vida, y la pasión llega al apogeo, naturalmente, ante su amor más apasionado: el pueblo. Todo lo lleva a términos de pasión. Esta frase da en el alma de toda la sociedad, y da, sobre todo, en el alma de su misma creación. Ese es su gran secreto. Hacerse fecundo por contraste. Tender este contraste a las masas, y proyectar luego sobre el futuro la energía que de él irradia. El pueblo se crea un ideal a fuerza de exaltar su personalidad, representándose así mismo purificado, esclarecido, mejorado, entronizado, proyectándose en ideal de la sociedad del futuro.

En Chávez se cierran todos los caminos hacia el pasado: nadie que haya tocado en él la hondura del conocimiento y se haya penetrado de su análisis exhaustivo de las pasiones puede volver atrás. Ningún ideal que quiera ser verdadero puede entronizar de nuevo los ídolos que él destronó: ¿Quién puede atreverse a escribir los ideales de todo un pueblo y de los sentimientos de donde los sacó él, a ignorar ese reino misterioso que se levanta entre las almas y que su clarividencia iluminó? A él debemos el presentimiento del hombre nuevo y de la mujer nueva que llevamos por dentro, esta conciencia de ser nosotros(as) mismos(as) frente al pasado, con una vida de sentimientos mucho más compleja, más henchida de conocimiento que las anteriores generaciones. Y nadie sabrá decir cuánto nos hemos aproximado a este hombre, en los veintiún años que van transcurridos desde su llegada; cuántas de sus enseñanzas han tomado cuerpo ya en nuestra mente, en nuestro espíritu. ¿No son acaso las ideas por él descubiertas las que habitamos hoy, y los conocimientos que él transpuso las ideas de nuestra mente actual?

El don profético de Chávez trazó infinitos caminos hacia esta verdad última de que vive el venezolano de hoy y nos entregó una medida nueva para medir la hondura ideológica; ningún mortal antes de él supo tanto del misterio insondable del alma. Más lo maravilloso es que, por mucho que haya ensanchado nuestro saber acerca de nosotros mismos, por mucho que nos enseñe su conciencia no mata jamás esa elevada sabiduría del sentimiento que nos exhorta a ser humildes, solidarios y todos unidos, rumbo al socialismo. La ciencia y la conciencia que él nos infunde, nos hacen más libres. Y así no dejamos de sentir su fuerza avasalladora con el mismo respeto que los progresos de los conocimientos ante la obra de este gran creador, contemplamos la humanidad. Chávez, al mismo tiempo que nos enseña a leer con mirada sabia en el boscaje de las almas, como analizador y fisiológico del sentimiento, nos infunde un sentimiento humano más profundo y omnihumano que todos los idealistas de otras ideas políticas de nuestro mundo. Ese hombre, que como nadie sondea en el alma de las masas, se inclina también como ninguno ante lo Inasequible que lo formó: ante lo divino, ante Cristo.

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cinco cubanos héroes de la Humanidad!

¡SigamosUnidosConChávezPorSiempreYParaSiempre!

¡Bolívar Vive!

manueltaibo1936@gmail.com


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Manuel Taibo


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