Hugo Chávez

Hugo Chávez, presidente de Venezuela y líder mundial contra el imperialismo, murió. Los imperialistas de Washington, sus medios de comunicación y putos comités de expertos (think tank whores) expresaron alegres suspiros de alivio al igual que la población estadounidense con el cerebro lavado. Un "enemigo de EE. UU." se había ido.

Chávez no era un enemigo de Estados Unidos. Él era un enemigo de la hegemonía de EE. UU. sobre otros países, un enemigo de la alianza de Washington con camarillas élites gobernantes que roban a la gente, desgastan y niegan el sustento. Él era un enemigo de la injusticia de Washington, de la política exterior de Washington basada en mentiras y agresión militar, bombas e invasiones.

Washington no es Estados Unidos. Washington es la ciudad natal de Satanás.

Chávez era un amigo de la verdad y justicia, y esto lo hizo impopular en todo el mundo occidental, donde cada líder político se refiere a la verdad y la justicia como amenazas graves.

Chávez fue un líder mundial. A diferencia de los políticos estadounidenses, Chávez fue respetado en el mundo no occidental. Fue nombrado doctor honoris causa por China, Rusia, Brasil y otros países, pero no en Harvard, Yale, Cambridge y Oxford.

Chávez fue un milagro. Él era un milagro, debido a que él no se vendió a Estados Unidos y las élites venezolanas. Si él se hubiera vendido, Chávez habría llegado a ser muy rico de los ingresos del petróleo, como la familia real saudita, y habría sido honrado por Estados Unidos en la forma en que Washington rinde homenaje a todos sus títeres: con visitas a la Casa Blanca. Él podría haberse convertido en un dictador de por vida, siempre y cuando sirviera a Washington.

Cada uno de los títeres de Washington, desde Asia hasta Europa y el Medio Oriente, ansiosamente esperan la invitación que demuestra aprecio de Washington por su servidumbre al poder imperialista mundial que todavía ocupa a Japón y Alemania 68 años después de la Segunda Guerra Mundial y Corea del Sur 60 años después luego del fin de la guerra Coreana y ha colocado tropas y bases militares en gran número de otros países "soberanos".

Habría sido políticamente fácil para Chávez venderse. Todo lo que él tenía que hacer era continuar con la retórica populista, promover a sus aliados en el ejército, dar más beneficios a las clases bajas qu sus miembros nunca habían experimentado anteriormente, y dividir el resto de los ingresos del petróleo para las élites corruptas venezolanas.

Pero Chávez fue una persona auténtica, como Rafael Correa, el tres veces electo presidente de Ecuador, que se enfrentó a Estados Unidos y concedió asilo político al perseguido Julian Assange, y Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia desde la conquista española. La mayoría de los venezolanos entendieron qu Chávez era una persona auténtica.

Ellos lo eligieron por cuatro períodos como presidente y habría continuado elegiéndolo mientras viviera. Lo que Washington odia más es a una persona auténtica que no puede ser comprada.

Cuanto más los políticos corruptos occidentales y los putos medios de comunicación satanizaban a Chávez, más lo amaban los venezolanos. Ellos entendieron completamente que cualquier persona condenada por Washington era el regalo de Dios para el mundo.

Es costoso hacerle frente a Washington. Todos los que se atreven a hacerlo son satanizados. Ellos se arriesgan a ser asesinados y ser derrocados en un golpe de estado organizado por la CIA, como Chávez tuvo en el 2002.

Cuando las élites venezolanas instruídas por la CIA dieron su golpe y secuestraron a Chávez, el golpe de estado fue derrocado por el pueblo venezolano que tomaron las calles y por oficiales del ejército antes de que Chávez fuese asesinado por las élites venezolanas controladas por la CIA, que escaparon con sus propias venales vidas solo porque, a diferencia de ellos, Chávez era humanitario. El pueblo venezolano se levantó en defensa pública instantánea y masiva de Chávez y desmintieron la afirmación del gobierno de Bush de que Chávez era un dictador.

Mostrando su sórdida corrupción, el diario estadounidnse The New York Times tomó partido del golpe antidemocrático por un puñado de elitistas contra el democráticamente elegido Chávez, y declaró que el derrocamiento de Chávez por un pequeño grupo de élites ricas y agentes de la CIA significó que la "democracia venezolana ya no está amenazada por supuesto dictador".

Las mentiras y satanización continúan con el fallecimiento de Chávez. Él nunca será perdonado por defender la justicia. Tampoco será Correa y Morales, que están sin duda en la lista de asesinatos.

CounterPunch, Fairness & Accuracy in Reporting, y otros comentaristas han recogido los orbituarios escupiendo veneno que la prensa prostituta ha escrito para Chávez, esencialmente celebraciones, que la muerte ha silenciado la voz más valiente en la tierra.

Quizás el más absurdo de todos fue la opinión de la periodista de Associated Press, Pamela Sampson, de que Chávez malgastó las riquezas del petróleo de Venezuela en "programas sociales incluyento mercados estatales de alimentos, beneficios en efectivo para las familias pobres, clínicas gratuitas y programas de educación", un mal uso del dinero que podría haber sido utilizado para construir rascacielos tales como "el edificio más alto del mundo en Dubai y oficinas de los Museos de Louvre y Guggenheim en Abu Dhabi".

Entre las decenas de millones de víctimas de Washington en el mundo - los pueblos de Afganistán, Irak, Libia, Sudán, Paquistán, Yemen, Somalia, Siria, Palestina, Líbano, Mali, con Irán, Rusia, China Suramérica esperando entre bastidores las sanciones, la desestabilización, la conquista o reconquista, el discurso de Chávez del 20 de septiembre del 2006 en la Asamblea General de la ONU durante el régimen de George W. Bush permanecerá para siempre como el mejor discurso de principios del siglo 21.

A lo largo de América del Sur y el mundo no-occidental, se le echa la culpa a Washington por el fallecimiento de Chávez. Los sudamericanos están conscientes de las audiencias del Congreso de Estados Unidos en los años 70 cuando el Comité de la Iglesia sacó a la luz los diversos planes para envenenar a Fidel Castro.

La creencia ya se ha fortalecido en América del Sur de que Washington con sus tecnologías monstruosas de muerte infectaron a Chávez con cáncer para sacarlo del poder como un obstáculo para la hegemonía de Washington sobre Suramérica.

Esta creencia nunca morirá: Chávez, el más grande de Suramérica desde Simón Bolívar, fue asesinado por Washington. Cierto o falso, la creencia está escrita en piedra. Mientras Washington y la globalización destruyen más países, las vidas de la élites es cada vez más precaria.

La muerte y la violencia que ha desatado Washington regresará a Washington y a las corruptas élites políticas de todo el mundo.

Traducción: Ivana Cardinale


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