Chavez y la rebelión de los pardos

Chávez es un pardo. Nació en el seno de una familia humilde de origen campesino que hizo vida en Sabaneta de Barinas, una pequeña ciudad periférica en el «Sistema Regional Urbano» que nos legó la historia de más de quinientos años de coloniaje, primero europeo y luego estadounidense, pero siempre eurocéntrico. En verdad Chávez es una cultura, cultura parda que se inscribe en lo más profundo de su personalidad, conformando el sustrato de su carácter. Fue la rama rebelde de esa cultura, pues, parodiando a José Saramago, quién se definía como un comunista genético, Chávez igualmente es un rebelde y un socialista también genético. Hugo Chávez vivió en el marco del compromiso y el trabajo, con mucha alegría y energía vital. Siempre tuvo plena consciencia de vivir en un mundo lleno de injusticias y desequilibrios, males que debían y podían transformarse construyendo un Mundo nuevo guiado por la solidaridad, la benevolencia y el respeto hacia el otro. Durante los años que trabajé cerca de él, pude constatar en muchísimas situaciones esa condición; por eso siempre dije y así lo sostengo, que fue en todos y cada uno de sus actos un hombre autentico, con ganas de hacer la revolución y confianza en lograrlo. Recuerdo que estando encargado del Ministerio de Infraestructura en diciembre del 99, al final de una cuenta  conversábamos y le comenté que «desgraciadamente para mí y después de más de cuarenta años de lucha revolucionaria, dado que ya tenía 65 años, estaba muy feliz de participar en el inicio del cumplimiento del sueño, pero que difícilmente lo vería hecho realidad»… me comentó sonriente «no estés tan seguro, trabajemos duro y seguramente lo alcanzaremos, tu incluido».

La especie humana, como todo lo vivo, es un sistema complejo, dinámico y eternamente cambiante que se organiza en «Espacio/tiempo/culturales», conducido por pulsos culturales. Estos elementos han tomado diversas formas desde que surgió la civilización con sus ciudades separadas del campo, su cultura patriarcal y la propiedad privada, constituyendo diversos tipos de estado, desde los diversos imperios hasta la ciudades/estado y los recientes estados/nación que nacieron con el capitalismo y que hoy constituyen unos de los elementos principales de dicho Sistema Capitalista Mundial. Desde hace unos diez mil años –con la aparición de la civilización antes descrita– lo que es común a la humanidad y por ende propiedad de todos (la tierra, el agua, el aire las riquezas producidas, y la misma especie) ha sido apropiado por una minoría, despojando a las inmensas mayorías –la multitud, en términos de Antonio Negri–  de su tenencia y sometiéndolas a una explotación y desposesión continua mediante la imposición de una cultura que domina sus mentes en un continuum aparentemente pacifico, pero cuando la rebeldía estalla, cosa que sucede con inusitada frecuencia, actúan con la fuerza de las armas, llegando muchas veces al genocidio o a los más discriminados y abyectos asesinatos

Hugo Chávez comprendió, desde muy temprano, que la emancipación nacional completa e incluso el pleno ejercicio de la soberanía, no podía darse en el seno y con la sola fuerza de un único país. Lo internalizó buscando sus raíces que también son las nuestras, en la historia real vivida en las sierras y los llanos de Venezuela, en cabeza de Pedro Pérez Delgado (su abuelo), de Ezequiel Zamora y de tantos otros. Pero sobre todo en Simón Bolívar y su lucha por construir la Patria Grande. Y también sus vivencias adultas dada su cercanía al Poder en su rol de militar brillante y ascendente en información y liderazgo. Al internalizar desde una perspectiva actual el pensamiento bolivariano y la lucha de tantos hombres (de la humanidad toda y por siempre) por defender lo que es común y por ende nuestro, comprendió que solo uniendo en un proyecto común  a nuestros pequeños países contra el capitalismo/colonia, podríamos abrir las compuertas para practicar verdaderamente la soberanía y desarrollar a nuestros pueblos fuera de la férula capitalista, eliminando así las desigualdades y las exclusiones. Estos dos elementos –mantenimiento de la soberanía y construcción del socialismo bolivariano– que forman parte del «Plan de la Patria» siempre estuvieron presentes en sus sueños y proyectos, y por eso forman parte de su legado.

Solo es dable alcanzar lo real/posible. Chávez comprendió que solo distribuyendo a fondo la renta podría sentar las bases para convertir a Venezuela en una potencia mediana, y a «Nuestra América», de seguir nuestro ejemplo, en un Polo de Poder en el Mundo Multipolar que está emergiendo de la crisis terminal de la hegemonía estadounidense, y que, a su vez, impulsa la fase terminal del Sistema Capitalista y de la Civilización patriarcal que lo contiene. En el fondo rompió con el estigma de pueblo rentista que nos han endilgado los ideólogos eurocéntricos de derecha o de izquierda, quienes, al utilizar la palabra con carácter peyorativo y como un dispositivo para desmoralizar a nuestro pueblo, se olvidan que todos los países generan renta y que sus elites dominantes la distribuyen para quedarse con la parte del León. Siempre ha sido así, tanto en Venezuela como en todos los países periféricos/colonias del Sistema Capitalista Mundial: no hubo un solo país colonizado primero y dependiente después cuyos productos agrícolas o mineros no produjeran una renta mayor para los países centrales/coloniales y menor para los periféricos/colonias. Venezuela no es una excepción, no constituye una singularidad, es, en todo caso, una particularidad del Sistema Mundo Capitalista y propia de nuestra condición de país periférico/colonial.

Al ponerle un límite a las divisas que van al Banco Central y de allí al Presupuesto que alimenta la institucionalidad «prosistémica», parasitaria y conservadora, pudo crear instituciones paralelas que impactan la pobreza y alimentan los planes de desarrollo soberano con carácter parcialmente «antisistémico», como fabricas, ferrocarriles, metros, represas, plantas eléctricas, hospitales y misiones como barrio adentro, mercal, etc. En estos proyectos nuestro pueblo no muestra la ineficacia, ineficiencia y flojera que los ideólogos del «país rentista» le atribuyen, mientras que las instituciones «prosistemicas» que ellos manejan si presentan estos males y de manera grosera. Como un comentario que ilustra, y refiriéndonos al negocio del petróleo que dicen nos hace rentista, debemos considerar que en el fondo los hidrocarburos son una mina que contiene una mercancía cuyo precio proviene de una relación comercial internacional ajena a nuestro trabajo, es bueno enfatizar que del precio pagado por un inglés o un estadounidense por llenar un tanque de gasolina de su vehículo, el setenta o más por ciento pasa como impuesto/renta al gobierno que corresponde. Entonces ¿los países centrales son o no rentistas, igual que todos los países del Sistema m Mundo Capitalista? ¿Y qué sucede con los productos de otras minas como el cobre, el níquel, el uranio, así como de los productos de la agricultura o del intelecto? No producen como decía Ludovico Silva «plusvalía ideológica» en el caso de los bienes frutos del intelecto ¿y esa plusvalía no se trasforma en renta para quien se la apropia?

Con la inversión de la parte de la renta que antes nos robaban –cosa que también pueden hacer todos los países periféricos/coloniales– podemos erradicar la pobreza, equilibrar algo las enormes diferencias sociales e invertir en un plan agrícola/industrioso que nos de soberanía alimentaria y nos proyecte como potencia intermedia en «Nuestra América». Esta es una condición necesaria que la debemos a la aplicación de la cultura del Comandante Presidente, que no olvidemos es parda. También debemos decir que repartir la renta para que emerja un país sin excluidos no es suficiente, falta un Plan Territorial Integral que oriente y defina el país concreto a construir, pero esto, en todo caso, es responsabilidad de su equipo de gobierno y de todos los revolucionarios junto al pueblo. Es un tema a debatir en profundidad y con la honestidad revolucionaria que nos exigió el Comandante Chávez en su testamento.

El Presidente Chávez siempre usó nuestro potencial energético y la producción de hidrocarburos real, como una fuerza para cambiar la geopolítica del Planeta en general, de «Nuestra América» en particular y de Venezuela en lo singular. Independizó nuestra política energética de los dictamanes del “mercado Capitalista” tanto en lo que respecta al consumo (nichos de exportación) como de la inversión (fuentes y convenios con los inversionistas) y creó una nueva institucionalidad energética. Con esa nueva política, solidaria con los países más pobres y débiles de la región), impulsó la muerte del ALCA y la creación de instituciones regionales como la CELAC, UNASUR, ALBA, PETROCARIBE, BANCO DEL SUR, etc., que están creando el piso para que América del Sur y el Caribe se conviertan en un Polo de Poder, por ahora, navegando dentro de las estructuras del Sistema Capitalista Mundial, pero después y, dependiendo de lo que hagamos a futuro, creando «estructuras antisitémicas» que permita a nuestro nuevo Polo de Poder, incidir con más fuerza en una nueva geopolítica mundial ecológica y promotora del bien común. Debemos lograr que las cosas pertenecientes a la multitud mundial sean su propiedad y estén a su servicio, creando para ello como soñaron Bolívar y Chávez, un ente supranacional que coordine las políticas que equilibren el universo, de tal manera que se comience  a escribir la verdadera historia de la especie humana ahora humanizada.

Resumiendo, y para finalizar,  debemos decir que Hugo Chávez, como pardo que fue tuvo el inmenso  privilegio histórico de representar su cultura, nuestra cultura, que no solo es genuinamente venezolana, sino propia de los pueblos colonizados. Esa cultura    consecuencia de la hibridación, del mestizaje, de esa mezcla maravillosa que según el mexicano José Vasconcelos generaría «la raza cósmica» destinada a humanizar el planeta, está emergiendo cargada de fuerza política transformadora, y esto es en buena medida fruto de la visión geopolítica de Hugo Chávez.

Chávez que nació veguero, hijo de una familia humilde de nuestros llanos barineses, supo por tesón y espíritu de compromiso, mirar y actuar sobre el mundo donde emerge la mente que combate la cultura colonial/capitalista. Murió temprano, dejó, como Bolívar, su obra inconclusa y se fue cuando estaba desplegado en batalla para profundizar la Revolución socialista/bolivariana. De nosotros dependerá que la batalla sea guiada correctamente hasta alcanzar la victoria sobre el capitalismo. Para ello debemos analizar, debatir e incluso repensar en profundidad lo que hoy  consideramos académica y tradicionalmente correcto, actuando con tesón y en colectivo junto a los pueblos del mundo…… no podemos desmayar un solo instante. Creo que este es su legado más precioso.

 

joseluispachecos@yahoo.com

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2061 veces.



José Luis Pacheco Simanca

Ingeniero Civil (ULA). Fue fundador del (MIR) en Mérida en 1959 y secretario de organización y de formación ideológica en el Dto. Federal y el Edo. Miranda. Coordinaba el apoyo logístico al frente guerrillero El Bachiller y dirigió revistas Rojo y Negro, órgano del MIR y Vanguardia, del Movimiento Marxista Leninista de Venezuela– MMLV– en 1965. Estuvo preso por revolucionario. En 1997 participó en el Plan de Gobierno de Hugo Chávez. En 1999 fue Viceministro y Director General del Ministerio de Transporte y Comunicaciones, luego Viceministro de Planificación. En 2000 fue Viceministro de Energía en el Ministerio de Energía y Minas con la misión de coordinar la elaboración del Plan Nacional de Energía. En 2001 fue director principal de la Junta Directiva del Banco Nacional de Desarrollo (Bandes). Posteriormente fue director principal de la Junta Directiva de Bandes Uruguay, hasta 2010. Fue Presidente de la Fundación Teatro Teresa Carreño. Es autor de varias publicaciones.


Visite el perfil de José Luís Pacheco Simanca para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas