Espero que la oposición dislocada y apátrida entienda que lo que está en juego no es sus apetencias de poder sino el rumbo de la patria socialista y libre que nos heredo el Comandante Presidente.
Sé que debe ser muy difícil para quienes no tienen ni Dios ni pasión por la vida, aceptar que Chávez somos millones y por eso con el dolor en el alma por el fallecimiento del líder avanzamos en la construcción del socialismo.
En ese sentido, no pretendo enseñarle valores a quienes no tienen ni la más remota conciencia por la vida, a quienes no pueden percatarse de su condición humana, libre y por ende social colectiva, a esos que hoy lanzan cohetes y vitorean haber triunfado por la muerte del hombre más grande que ha parido esta tierra. Yo estoy dolido y junto a los y las revolucionarias llevamos nuestra pena, pero más dolido aun estamos, por aquellos que viven y se regodean en sus neurosis por el poder y el peso de sus atormentadas almas le quita cualquier razón.
Nosotros somos Chávez, un pensamiento y una acción revolucionaria, somos humanistas y empeñados en el amor, pero no somos pendejos, por ello les advertimos a los envenenados opositores que ni sueñen que nos doblegaremos ante el imperio y nos entregaremos a la validación de pactos políticos con quienes no conjugan con la construcción de una sociedad donde se desborde la mayor suma de felicidad posible para todos. Aquí solo tiene cabida la revolución y los revolucionarios.
No se equivoquen, ni un milímetro para los apátridas. Sigamos unidos que jamás seremos vencidos.
