¿Hacia el estado educador?

Ocurre algo casi invisible pero de la más alta relevancia en la
Venezuela de hoy. Desde nuestro cuerpo institucional vigente, tan
pesado para vivir en sí mismo la práctica socialista, han empezado a
proliferar en los últimos años espacios de formación institucionales y
transinstitucionales.

Por ejemplo, existen viceministerios cuya función primordial es la
formación, como es el caso del viceministerio de educación del
Ministerio de la Defensa. Los ministerios asumen directamente procesos
formativos, no sólo para sí mismos, sino también para las comunidades,
como lo hacen los Ministerios para la Ciencia, Tecnología e
Innovación, y para la Información y la Comunicación, entre otros. Y
también lo hacen organismos como CANTV, IDENNA, ONA y un buen
etcétera. En estos procesos, nuestro cuerpo institucional comparte
(por lo menos de modo incipiente) con innumerables experiencias
formativas en educación popular, autogestionarias, para la producción,
que han emergido desde hace mucho a partir de la organización popular.
¿Por qué es importante esto? Tal vez por dos grandes razones:

1. La diversificación de sujetos educativos y la proliferación de
espacios para la formación (política, científica, técnica) implica un
replanteamiento incluso de la concepción de estado docente que pese a
su vigencia y su enorme importancia, había restringido la función
formativa a las instituciones de la educación escolarizada (inicial,
primaria, liceo, universidad). Es la sociedad la que educa en todos
sus espacios y todo el tiempo; la educación escolarizada es sólo un
modo de educar.

2. En la búsqueda de modos y medios de formación con la máxima
pertinencia social, los diversos actores en los múltiples espacios
necesariamente se han visto en la situación de asumir reflexiones
críticas sobre los modos y modelos educativos dominantes y buscar
referencias en fuentes latinoamericanas (como la educación popular, la
educación dialógica de Freire y la sistematización) para desplegar
procesos formativos realmente transformadores en conjunción con los
grandes colectivos nacionales.

Estos procesos son sumamente importantes no sólo para la formación
transformadora al interior de las propias instituciones –tarea
extremadamente urgente-, sino también para la construcción de espacios
formativos nacionales con la participación activa y protagónica de
todas las comunidades del país. Esto –a mi humilde parecer- conlleva
una alta potencialidad transformadora en el sistema educativo
venezolano capaz de mover las anacrónicas pautas organizativas y
prácticas curriculares de nuestro sistema escolar.

Ahora bien, dado lo anterior queremos hacer tres propuestas para
mejorar y potenciar estos espacios formativos aún incipientes:

1. Considerar todo esto como un asunto de Estado. De un Estado
educador, que ya aparece en el artículo 5 de la Ley Orgánica de
Educación vigente. El Estado ha de asumir los lineamientos filosóficos
y las acciones estratégicas para que estos procesos formativos
impregnen las instituciones y viabilicen el plan de la patria.

2. Las instituciones practicantes de la formación pueden fomentar
oportunidades de encuentros con otras instituciones y con comunidades
para compartir lo que hacen en materia formativa y para reflexionar
conjuntamente en torno a los supuestos fundamentales, las referencias
doctrinarias y las acciones sistemáticas que puedan derivarse de ello.
En foros, conversatorios, jornadas de reflexión pueden constituirse
-por ejemplo- mesas de trabajo encargadas de analizar críticamente las
experiencias, sus fundamentos y su impacto social, generando
propuestas y caminos alternativos.

3. Registrar, sistematizar, escribir y socializar estas experiencias
formativas de cara a la profundización teórica y al desarrollo de
esquemas y metódicas de acción ampliamente dialógicas y
transformadoras.

juliovaldez055@gmail.com



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