Una clase de amor en la lucha de clases, ¡mi Venezuela!

Digo a veces que Aporrea me obligó a ser un poeta prosaico, a escribir en prosa lo que dentro de mi surge en poesía.

Sucede que las primeras veces que envié poemas a Apo, me respondieron que solo publicaban artículos de opinión. Así aprendí este oficio que comparto con gente sencilla que también escribe en Aporrea diariamente, y así haga párrafos ahora, nunca pienso que dejé atrás mi poesía, se liberó más bien de la métrica que la atrapaba, aunque hacer un poema es solamente quitar tantas palabras que no hacen falta e ir directo al alma de quien nos premia con su lectura.

Es que a veces no hay otra de forma de definir a nuestra revolución sin terminar diciendo que es un poema hermoso, el más hermoso poema, carajo.

Arduo y empinado ha sido el camino de una revolución sin armas y en la que dormimos con el enemigo. Larga se hace la batalla cuando es a palabras y actos antes que con balas. Las revoluciones armadas tomaban el poder para liberarse el camino y marchar a la construcción de la sociedad nueva, el enemigo se marchaba o se moría, se era una patria libre y aquí eso no ha pasado, se sigue luchando día a día en una sociedad donde aún, hay que decirlo, somos una sociedad capitalista.

Son dos las cosas que me hacen hoy escribir, que me hacen extrañar la poesía.

Una es la carita tan hermosa de la madre de Noel, el combatiente perdido en la miserable represión de la historia pasada, que aparece hoy en las manos de nuestra gesta revolucionaria. La cara llena del amor que solo pare una madre, la constancia infinita que le devolvió el cuerpo de su amado hijo. Un poema le debo mi señora, ese si no puede ser en prosa, le debo un verso.

El otro motivo es mi pueblo, es Venezuela. Es la clase magistral de amor que estamos dando a la humanidad. Es el amor a la revolución que ya no podrá perderse y que se escribe a diario en las calles, en la lealtad y la constancia, en las voces de nuevos líderes, en la Asamblea combatiente, en la sonrisa cómplice con la que nos vemos.

Es también la clase magistral de amor con la que todas y todos esperamos el retorno de Hugo Chávez Frías, nuestro comandante. Es ese amor tan grande que le da la vuelta al mundo, esa fuerza vencedora del amor a un líder, que nos hace sumisos ante las voluntades supremas de la vida y humildes en la espera.

En esta lucha de clases que es nuestra revolución, estamos dando clases de amor a la humanidad entera.

¡Yo soy otro tú y tú eres otro yo!

¡Patria Independiente y Socialista, Viviremos y Venceremos!

brachoraul@gmail.com

@hombrenuevo
 



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Raúl Bracho


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