Trinchera Bolivariana

La Revolución avanzará si nos deslastramos del burocratismo

El burocratismo, según lo expresa Ernesto “Che” Guevara en uno de sus más célebres discursos, es un mal de los aparatos públicos burgueses. La burocracia es la práctica normal y rutinaria de los empleados públicos en el desarrollo de sus funciones, mientras que el burocratismo, definido por Wikipedia: “Es la tendencia a utilizar el aparato burocrático de manera coactiva. Aparte de la ineficiencia administrativa, la consecuencia más palpable del burocratismo es el inevitable distanciamiento entre las personas y los organismos administrativos ya sean estos organismos pertenecientes a estados, empresas o cualquier otro tipo de organización”.

Lamentablemente, y a manera de autocrítica revolucionaria, debemos decir sin lugar a dudas que la práctica del burocratismo está presente en la mayoría de las instituciones públicas de la revolución. Los viejos vicios de la cuarta república persisten y es un deber ineludible de todo revolucionario combatirlos, dependiendo de esa lucha sin cuartel, la sobrevivencia del proceso de cambios liderado por nuestro Comandante Presidente Hugo Chávez.

La burocracia burguesa caracterizada por sus prebendas, por el lacayismo y por esa gran corte de aduladores del dirigente de turno y vividores que florecen a la sombra del presupuesto estatal, ha de ser sustituida por el funcionariado comprometido y revolucionario, caracterizado por el cumplimiento responsable de sus tareas en las instituciones del Estado, quehaceres que al fin y al cabo son para beneficiar al mismo pueblo del cual proviene.

Parafraseando al Che, podemos decir que se deben estudiar las responsabilidades de cada uno de los empleados, estableciendo rígidamente sus funciones, de las que no debe salirse a menos que desee ser sancionado de manera severa y, bajo esta premisa, darle las más amplias facultades e insumos para cumplir sus tareas y lograr sus metas de la manera más eficaz.

De igual forma, analizar lo que es necesario y lo que es accesorio en el cumplimiento de las labores en nuestras instituciones públicas revolucionarias, haciendo hincapié en lo esencial, logrando de esa manera, respuestas oportunas a los más ingentes problemas sociales. Y por último, demandar de nuestros empleados y, por supuesto, también de sus jefes, la implantación de lapsos de tiempo para cumplir con las instrucciones y con la toma de decisiones en un plazo discrecional.

Si se consigue cumplir con los parámetros anteriores, esta perversión burocraticista de nuestras instituciones estatales desaparecerá y la revolución avanzará. Como dice el Comandante Chávez: “Esto tiene que ver con la guerra contra la burocratización, la burocracia que no sirve, y la creación del nuevo Estado social de derecho y de justicia… La vieja idea hay que golpearla, golpearla sin clemencia por el hígado, por el mentón, todos los días, en todas partes, las viejas costumbres; si no lo hacemos, si no las demolemos, ellas nos van a demoler tarde o temprano”.

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Ritcher Antúnez


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