No a las corridas de toros

“… y deseando que estos espectáculos, tan torpes y cruentos, más de demonios que de hombres, queden abolidos en los pueblos cristianos…”
Papa Pío V.
(Bula de 1567 excomulgando la fiesta de los toros)

Las Corridas de Toros, son una práctica brutal de origen militar y heredada de la cultura europea impuesta a los pueblos americanos. El Rey Absolutista Fernando VII, cerró Universidades y abrió escuelas de tauromaquia: “un pueblo embrutecido es más manejable que un pueblo instruido”. O’ Higgins las abolió junto con la esclavitud y la pelea de gallos, cuando en el siglo XIX libertó a Chile. En Argentina la Ley Nacional las prohíbe. En Inglaterra e Italia desaparecieron con la llegada del pasado siglo XX. En México, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Portugal y una región de Francia aun se práctica al estilo Español, es decir en toda su manifestación de crueldad.

Algunas de sus prácticas de tortura y muerte son: dejar sin agua dos días al toro. Aporrearlo con sacos de arena. Untar sus ojos con vaselina, para disminuir considerablemente su visión. Recortarles las pezuñas y untarles aguarrás o amoniaco para que en el ruedo no se quede quieto. Se le hace salir al ruedo punzándolo con lanzas. Sin saber el Toro claro está, que en ese momento se profundiza su tortura que lo conducirá irreversiblemente a una lenta y humillante muerte, ejecutada por su verdugo el torero, llamado también “El Novio de la Muerte”, engalanado en su traje de luces y con el consentimiento y aliento de un público ávido de sangre.

Lo que sigue es un ritual colmado de crueldad, es una manifestación de sadismo masivo, acompañada de Pasodobles y frenéticos aplausos: El picador lo hiere sin compasión alguna, introduciéndole una puya de 10 cm. de longitud, que al hundírselo en el cuello le desgarra los músculos produciéndole una intensa hemorragia. Las esperadas banderillas, que son afilados arpones, se las clavan en su lomo para “humillarlo”, haciendo con esto que agache la cabeza y el matador pueda culminar con éxito su rito de muerte. Cuando con la afamada estocada final no se consigue su muerte, se le clava la “Puntilla”, cuchillo que penetra la médula espinal, quedando este hermoso animal paralizado pero consciente, conducido de esta manera al desolladero.

El caballo del picador, de igual manera es otra victima del sangriento espectáculo. Se le droga regularmente y se le tapan los ojos, con el objetivo de evitar su huida al ver el toro, cuando éste en defensa arremete contra lo que considera son sus agresores. En ocasiones dicho enfrentamiento causa graves lesiones al caballo e inclusive su muerte.

La UNESCO, en 1980 define a la Corrida de Toros, como “…el malhadado (desgraciado) y venal arte de torturar y matar animales en público y según una reglas. Traumatiza a los niños y los adultos. Agrava el estado de neurópatas atraídos por estos espectáculos. Desnaturaliza la relación entre el hombre y el animal. En ello constituye desafío mayor a la moral, la ciencia y la cultura”.

Mientras que Álvaro Posada, Director para América Latina de la Sociedad Humanitaria Internacional, al referirse sobre los niños que acuden a dichas corridas llevados por sus padres, expone: “Inconscientemente ese niño termina asumiendo que la tortura y la sangre que brota del animal no significa nada y en el largo plazo eso es muy grave en un país como Colombia en donde la vida vale muy poco”.

Por lo dicho, es que asumimos una postura bien clara, que es justa y noble; aquellos que impulsan y apoyan ese espectáculo cruel son los que deben avergonzarse. Es por esto que realizamos un llamado a todos los seres sensibles que no comulgan con estos actos de crueldad humana. En nuestro entorno familiar y social podemos exponer nuestro pensamiento y actitud ante dicha práctica. No acudamos a estos eventos. La tauromaquia constituye un mal ejemplo para la educación de nuestros hijos. Propongamos su abolición. Que los Gobiernos y Organismos Públicos, no malgasten los recursos de nuestra comunidad en apoyar estos repugnantes actos, propios de individuos y/o sociedades crueles.

johnelvisvera@gmail.com




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