Lil Rodríguez y a Jorge Medina

A una venezolana y un puertorriqueño, por su compromiso con la música de nuestros pueblos latinoamericanos

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.”

Declaración Universal de Derechos Humanos, Artículo 1ro.

Las veces que he estado en Venezuela, me ha maravillado la cantidad de preguntas que me hacen los venezolanos con respecto a nuestros compositores e intérpretes musicales. Aunque no soy especialista en música, podía contestar con bastante acierto la mayoría de las preguntas. Sin embargo, debo confesar que, en una ocasión, no tenía idea de quién era el músico por el cual me preguntaban. A mi regreso a Puerto Rico, me traje la interrogante, para buscar la contestación a la pregunta. Para mí era importante responder adecuadamente, porque nuestra música es una de las manifestaciones culturales que nos define y de la que nos sentimos muy orgullosos. Conseguí la información pertinente. Era un puertorriqueño establecido en Nueva York, de “la época de la Fania”, aunque hoy día ya no está con nosotros. Su especialidad musical era la salsa. Un género por el cual Puerto Rico es reconocido internacionalmente.

Me consta lo integrados que están nuestros pueblos gracias a este género musical. Es una de las expresiones culturales que ha sido extraordinaria facilitadora de relaciones de amistad sumamente estrechas entre puertorriqueños y venezolanos, cubanos, dominicanos y colombianos, entre los más cercanos. Entonces, el respeto para la música es muy fuerte por parte de nuestros pueblos, al igual que el respeto mutuo para otras tradiciones.

Hoy día se producen expresiones muy desgraciadas por parte del músico puertorriqueño Willie Colón, en referencia al presidente Hugo Rafael Chávez Frías, primer mandatario de Venezuela. Colón ha incurrido en una falta indecorosa debido a la manera en que ha aludido a la condición de salud del presidente Chávez. No reconocemos en sus expresiones los valores de humanidad y hermandad tan característicos de nuestro pueblo. El no compartir una afinidad política o ideológica no debe ser motivo para expresiones ofensivas e irrespetuosas contra otro ser humano, en este caso, el ciudadano a quien los venezolanos han elegido como su presidente, y que representa al pueblo venezolano en su totalidad.

Además del ya conocido tuit en el cual Colón alude irrespetuosamente al presidente Chávez y al vicepresidente Nicolás Maduro, Colón se ha atrevido a sugerir que el presidente Chávez está secuestrado, y ha emitido declaraciones como la siguiente: “Es mejor que Chávez se desaparezca...” Asombra a muchos tales expresiones, que no son dignas de ningún ser humano, y muy lejanas de la manifestación natural de un puertorriqueño. “Yo me resolví de no tocar en Venezuela hasta que ‘haiga’ una democracia... y también, como hago con Cuba... Yo no voy a apoyar esos gobiernos”, ha dicho Colón. Muchos de quienes se alinean con un sector privilegiado de la población no entienden el proceso democrático de Venezuela porque allí existe la democracia participativa, donde verdaderamente es el Pueblo el que decide y no sólo el sector que antes ostentaba el poder. Es importante recordar que los puertorriqueños somos amigos de todos los venezolanos y no de un segmento exclusivo de la población.

Los puertorriqueños somos personas de respeto y somos un Pueblo, que aunque hemos estado sometidos a un estado de coloniaje por los Estados Unidos de Norte América, no hemos abandonado nuestra cultura ni nuestras relaciones con los pueblos hermanos. Siempre hemos reclamado nuestro espacio como pueblo latinoamericano. Jamás atentaríamos contra la dignidad del pueblo venezolano porque sería tanto como atentar contra nuestra propia sangre.

Cuando, en 1810, los venezolanos luchaban por su independencia, en Puerto Rico también se luchaba. Nos llamábamos americanos todos, por ser hijos de Nuestra América. A pesar del excesivo control militar de las fuerzas españolas sobre Puerto Rico, los puertorriqueños se negaban a participar en agresiones contra el pueblo venezolano. Me permito recordar las palabras que hace dos siglos expresaban puertorriqueños comprometidos: “Este pueblo, bastante dócil para obedecer a las autoridades que tiene conocidas no sufrirá jamás que se saque de la Isla un solo americano para llevarlo a pelear contra sus hermanos caraqueños”.

Hoy, mantenemos la misma posición. Los puertorriqueños no debemos atentar contra nuestros hermanos. La libertad de expresión no es un escudo tras el cual se puedan justificar agresiones a la dignidad y al respeto de otro ser humano. La Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce el derecho a la dignidad intrínseca de todos los miembros de la familia humana. Eso incluye al presidente Chávez. En este caso, también es la persona a quien un pueblo ha reclamado democráticamente y enfáticamente durante casi tres lustros. Eso también hay que respetarlo.

Sé, que como yo, hay puertorriqueños que esperan que el presidente Chávez continúe avanzando en su recuperación hasta un total restablecimiento. Ojalá que pronto esté de regreso en su patria chica, con todas sus energías y entusiasmo, y por supuesto, tarareando y cantando esas canciones que son parte de la magia que une a nuestros pueblos.

Las familias puertorriqueñas y venezolanas además de estar unidas por la historia, también están unidas por la música. Desde el hermano pueblo se reciben expresiones de que “este tipo de afrentas, no sólo hieren el alma popular, sino que se transforman en una agresión a la ética democrática y revolucionaria”. Las expresiones de Colón han lacerado sus relaciones con los artistas venezolanos, con el pueblo venezolano y también con el pueblo puertorriqueño. Habrá que ver si mantendrá su posición, cueste lo que cueste, o qué será.

Fuente: Claridad

http://www.claridadpuertorico.com/content.html?news=DFE94484D3B1C01A37197A5B1996C4D4

inaruh@yahoo.com


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