¿Patán yo?!!!

Introduzco el tema con una anécdota que puede ayudar a ilustrar este concepto. Lo que a continuación les narro aconteció a mediados de los años 90. Solo los nombres son ficticios lo demás fue absolutamente real.

Todo sucedió en oficinas del Ministerio de Educación en Caracas al que acudí a realizar una gestión personal. Al ingresar a la sede administrativa donde se suponía conseguiría la información, me encontré con un amplio salón que albergaba muchas personas, alrededor de unos 25 escritorios, y por supuesto bastante actividad. Pregunté por el Sr. Pérez y de inmediato me señalaron una especie de biombo. Efectivamente, tras aquél parapeto estaba el Sr. Pérez y a él le expliqué la razón de mi presencia en su oficina. De manera diligente comenzó a llamar a Gloria, su secretaria más cercana. Gloria! Decía en voz media para que le escuchase pero nadie respondía. Gloria! Repitió al menos tres veces, agregando cada vez más decibeles a su voz, para finalmente escucharse una voz molesta que respondía, “no me moleste, usted sabe que esta es la hora de mi desayuno”. El pobre Sr. Pérez fue cambiando de colores y temí que le diera un patatús. No dijo nada y volvió a revisar mis papeles. Luego de instantes que se me hacían siglos me dijo, “Usted disculpe Sr. Rivas, ahora caigo en cuenta que su caso lo resuelven en otra oficina que queda en el piso X.” “Diríjase allá, yo me encargaré de llamar para que lo atiendan” y muy apenado volvió a pedir disculpas. Tomé el ascensor con un sentimiento muy fuerte de pena ajena. Al llegar a la oficina indicada me conseguí al menos con dos porteros a los que tuve que explicar con paciencia cenobita, como dice la canción del Maestro Sojo, el objeto y detalles de mi diligencia. Me hicieron pasar a una pequeña antesala y allí esperé con igual paciencia unos 40 minutos. De repente escuché una algarabía a la entrada hasta que se abre la puerta de la sala en la que me encontraba. Sorpresa! Un dirigente sindical se apareció con el ímpetu de “adelante a luchar milicianos”; venía acompañado de la dama del desayuno, pero esta vez bañada en lágrimas. El señor en cuestión fue anunciado y de inmediato sale el jefe y pregunta “qué está sucediendo”. El sindicalista respondió que venía a exigir el inmediato traslado de la Sra. Gloria por cuanto estaba siendo objeto de maltrato por parte del Sr. Pérez. Ah momento tan difícil, hasta el día de hoy cargo un ratón moral por no haber abierto la boca, me sentía el otro yo del Dr. Merengue – personaje de comiquita al que le sale un doble que dice las verdades que él no se atreve – como para decirle: ¡¿Señora, usted está chiflada?, fue usted la boa constrictor que casi destruye en un instante la vida del pobre Sr. Pérez! ¡Maltratadora!... ¿Qué hubieras hecho tú querido lector? A mí me detuvo la duda: ¿Sería al revés?... El jefe mayor consoló a la pobre Magdalena y le prometió solución al caso diciéndole, “váyase a su casita, tómese el día y mañana hablamos.”

Pues bien, ahora me pregunto: ¿habrá cambiado lo suficiente mi país como para que estos casos sean simplemente historia y anécdotas? ¿Habremos superado esa bendita costumbre de no asumir responsabilidades? De verdad lo dudo. Lo vivimos en estos días. La Malinche se, reinventa e inventa unas autoagresiones, fue descubierta y nunca pidió disculpas. Ni que decir de los que saltan talanquera. Dicen hoy los guarimberos luego de destruir un centro de atención de niños y ancianos desvalidos en San Cristóbal: “Nosotros no somos los violentos, los violentos son ustedes” Los opositores gritan en la Asamblea: “Nosotros no estamos violentando la constitución, ella ha sido violentada por el TSJ”, Dieron un golpe de estado y dicen que eso no fue un golpe; Mancillan al presidente y a la patria y a continuación ellos dicen ser los agraviados, llaman a sublevación y a incendiar ciudades y luego se presentan con su cara bien lavada a decirnos que ellos son los demócratas, olvidando esta catajarra de sinvergüenzas que los venezolanos ya no somos el pueblo enceguecido de la IV República. Ya lo decía alguien por allí, olvidaron cuando los hijitos de Caldera actuando irresponsablemente gobernaron este país sin que nadie les diera autorización para ello. Nadie dijo nada en ese entonces y el país quedó arruinado. Lo cierto es que el único político que ha asumido siempre sus responsabilidades, aún en las más dolorosas situaciones ha sido el presidente comandante Hugo Chávez.

Los revolucionarios soñamos con que aquellos personajes: “rolo’e vivo”, “ese tipo se la sabe todas” “cuánto hay pa’eso”, el “comecandela”, el “frescolita”, los acaparadores, los médicos que cabalgan horarios o dicotomía médica, los profesores que no dictan clases atendiendo negocios, los contratistas inflando presupuestos, los jueces y abogados haciendo negocios, y paren de contar, desaparezcan de nuestra sociedad y de nuestro vocabulario por siempre. Todos los venezolanos de buena voluntad que somos la mayoría debemos actuar como Roy Chaderton, denunciando y expulsando de todos los espacios a los patanes de este país. Solo una nueva generación formada en valores revolucionarios que es igual a decir humanistas responsables, podrá superar lo sembrado por años por el gran engaño capitalista. Contribuyamos todos junto al Comandante a construir una nación de ciudadanas y ciudadanos honestos y responsables. Los hijos y las próximas generaciones de esta patria grande nos lo agradecerán.

alcidesrivas@gmail.com


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Rubén Rivas

Merideño, Profesor de Música, con estudios en la Escuela de Música de la ULA. Egresado de la U. de Chile. Magister de la U. de Cincinnati. Autor de los proyectos de Carrera de Licenciatura en Música de la Universidad del Zulia y Universidad del Táchira.

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