Fabricio Ojeda y la revolución traicionada

21 de Enero de 1958 inicio del fin de la dictadura- 23 de enero de 1958 inicio del fin de la Revolución Traicionada.

El 21 de enero de 1958, la Junta patriótica desde la clandestinidad convoca a una huelga general en apoyo a los militares que se habían alzado en el fallido intento de golpe de estado del pasado 1 de enero y para presionar la caída del régimen de Marcos Pérez Jiménez.

Fabricio Ojeda, entonces periodista del universal, cubría la fuente de Miraflores en su vida pública; pero en una función de valor y hombría sin igual, era además el presidente de la clandestina Junta Patriótica, que luchaba por el derrocamiento de la dictadura.

En la madrugada de ese 21 de enero el país escuchó una breve transmisión a través de Radio Caracas radio: “Les habla Fabricio Ojeda, presidente de la Junta Patriótica”. El que fuera reportero político de El Nacional, hasta la fecha casi un desconocido, se reveló como uno de los líderes de la lucha clandestina que condujo al derrocamiento del régimen militar. Tenía 28 años de edad y desde ese momento fue considerado como un héroe nacional. 

La huelga general convocada fue de un éxito total, al punto que dos días después, el 23 de enero el dictador huiría del país en el avión presidencial “La Vaca Sagrada”. Un problema inmediato surgiría: La Junta patriótica no tenía la capacidad de asumir el gobierno por lo que se formó una junta militar de gobierno presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazabal como presidente y los coroneles Carlos Luis Araque, Pedro José Quevedo, Roberto Casanova y Abel Romero Villate.

Al amanecer del día 23, los venezolanos celebraron la caída de Pérez Jiménez, pero protestaron por la presencia en la Junta de Gobierno de Casanova y Romero Villate, reconocidos miembros del perejimenismo; los cuales finalmente fueron obligados a renunciar y reemplazados el día 24 de enero por los empresarios Eugenio Mendoza y Blas Lamberti.

Mas, a pesar de no formar parte del naciente gobierno, La Junta patriótica dirigida por Fabricio Ojeda cumplió su cometido de impulsar el exitoso plan que culminaría con la huida del dictador. Lejos estaban Fabricio y el pueblo venezolano de saber que en Nueva York se habían reunido en presencia de Maurice Bergbaum, jefe de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos del Norte de América, los líderes venezolanos Rómulo Betancourt (AD), Rafael Caldera (COPEY) y Jovito Villalba (URD) y habían acordado unirse para instaurar lo que denominarían la democracia representativa donde ellos se reservarían el rol de ser los representantes y nosotros seriamos los representados; ellos serían los elegidos y algunos de nosotros seriamos los electores; el pueblo en general seria convertido en votos cada 5 años; no importaría la cantidad mucho, menos la calidad del voto, lo importante era que la mayoría eligiera y uno de ellos ganara.

Lejos estaban Fabricio Ojeda y el pueblo venezolano que ese pacto hablado en nueva York, seria luego firmado en férrea alianza en Caracas, en la quinta “Punto Fijo” propiedad de Rafael Caldera; a partir de ahí la más oscura noche cubriría el día venezolano por más de cuarenta años.

La junta de gobierno, conformada por los militares y los empresarios convocó a elecciones que ganaría Rómulo Betancourt de Acción Democrática; Fabricio Ojeda seria electo diputado al congreso en esas mismas elecciones.

Tres años le bastarían al líder revolucionario para sentir que era suficiente; que la revolución que derrocó a la dictadura se había perdido en manos de un estado que ya había traicionado la esperanza del pueblo; tres años de ver la concreción de las alianzas derivadas del pacto de punto fijo, donde la alianza tripartita (AD, COPEY y URD) se repartieron entre ellos los cargos y las gobernaciones, serían suficientes para que Fabricio Ojeda, el héroe, llegara un día al congreso y en emotivo discurso renunciara a su cargo de diputado y anunciaría su decisión de irse a la montaña a sumarse a la fuerza guerrillera que ya empezaba a hacer frente a la represión originada por el nuevo gobierno y a su plan de repartir miserias más que bondades.

En poco tiempo Fabricio Ojeda sería uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) del cual sería comandante. Poco tiempo pasaría también para que el líder guerrillero fuera apresado, fue sentenciado a 18 años de prisión por rebelión militar pero logró fugarse de la cárcel; sin embargo dos años después, durante el gobierno de Raúl Leoni, presidente adeco, sucesor de Rómulo Betancourt sería capturado de nuevo; esta vez no habría juicio, esta vez no habría más oportunidades; recluido el líder guerrillero en los calabozos del Servicio de Inteligencia de Las Fuerzas Armadas (SIFA) solo dos días duraría la llama que alumbró esa prisión, después de torturado, fue ahorcado por sus carceleros.

Con el ahorcamiento de Fabricio Ojeda, ahorcaron también al pueblo pero como este tiene el cuello más grueso solo quedó privado en su respiración por cuarenta años, quizás si esta garra opresora se mantenía por más tiempo definitivamente podría haber logrado su objetivo, pues en cuarenta años ya lo raquítico del pueblo (tanto físico como moral) era notable; afortunadamente no fue así; el pueblo en sus estertores de la cercanía de la muerte por asfixia se rebeló y arraso por un momento las garras que lo ahorcaban, eso fue el 27 de febrero de 1988, esa bocanada de aire insufló los pulmones patrios y le dio el aliento necesario para tomar fuerzas. Luego el 2 de febrero de 1992 el brillo de la espada de Bolívar desenvainada de nuevo traería esperanza y valor a un pueblo que desde ese momento comenzó a respirar de nuevo; ese mismo pueblo que hoy jura no dejarse ahorcar nunca más.

Que viva el 21 de enero de 1958, Que viva Fabricio Ojeda, quien fue ahorcado junto al pueblo y junto al pueblo surgió nuevamente respirando vigoroso y soplando brisa fuerte. El mismo Fabricio Ojeda que desde las montañas nos recuerda que su muerte no fue en vano y que su muerte es parte de nuestra vida. El 21 de enero de 1958, Fabricio Ojeda llamó al pueblo a revelarse contra la tiranía, hoy debemos escucharlo una vez más y si el opresor, ahora con nombre nuevo pero con el mismo apellido intenta tomar el poder para ahorcarnos de nuevo, las montañas se quedaran pequeñas para albergar a los millones de nuevos Fabricios que se alzaran contra ellos.

Hoy Fabricio Ojeda vive nuevamente y su sacrificio se reconoce como el de los tantos mártires y próceres de la patria. Por eso, así como el 23 de enero de 1958 debería ser definitivamente pasado a la historia como el día de la ignominia y la traición, el 21 de enero de 1958 debería pasar a engrosar las fechas patrias a la altura de 4 de febrero de 1992.

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Oscar Jimenez


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