Los inmortales

Hay seres que nacen para no morir porque al plantar su huella en su paso por el planeta, permanece indeleble y se eterniza en el alma de sus semejantes. Es el caso del Dios hecho hombre, quien, al someterse al sacrificio de la cruz, en aras de nuestra salvación, dio origen al cristianismo o, de quien, salvando las distancias de tipo teológico, dedico su vida a liberar naciones del yugo imperial como ocurre con nuestro libertador al permanecer vivo en los fundamentos de la revolución bolivariana.

Son esos hombres que, al decir de Neruda, nacen cada cien años y para ventura de la República bolivariana, de esos, tenemos a otros gigantes como Miranda, precursor de la independencia y el más universal de su tiempo y, como si fuera “poca cosa”, parodiando a la Cristina de Argentina, en el siglo XXI, contamos con un Chávez, quien, independientemente de que pueda sobrevivir a la batalla que libra por su salud en la Cuba de ese otro grande llamado Fidel, ya se hizo pueblo, cuando, al decir de sus seguidores, dentro y fuera de su patria, todos gritan: “Yo soy Chaves”, junto a la espada de Bolívar que camina por América latina.

Que endemoniados están quienes denigran de su obra. Son los mismos que otrora crucificaron al Hijo del Hombre, condenaron a Bolívar a morir en el destierro y, más recientemente, a truncar el sueño de Allende en Chile.

No en vano, es propio de esos gigantes de la historia, tener enemigos de similar calaña, aun cuando, paradójicamente, sus odios ancestrales, lejos de mermar sus hazañas, muy a pesar de aquellos, contribuyen a su inmortalidad. ¡Que vivan los gigantes de la historia!.

(*) Periodista

aramaipuro1@hotmail.com



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