En una palabra

Libertad

Medellín, 05/01/2013

Me he levantado esta madrugada soñando con usted, señor Presidente. No suelo recordar mis sueños, tampoco acostumbro a transcribirlos y mucho menos a compartirlos con los demás. Algo me impulsa a divulgarlo. Un mínimo y elemental gesto de gratitud y una deuda con usted me obligan.

Tal vez, mi sueño es una ficción y esté relacionado con la angustia y la incertidumbre que vivimos quienes le apreciamos y valoramos. O, ¿quién sabe?, es nuestra forma de contribuir a que se aferre a la vida y a sus sueños, pues, como dijera el poeta: “La vida es un sueño”. Y ayudarlo a conservar sus sueños, es ayudar a mantenerlo con vida.

En ese sueño, usted y yo éramos una misma persona. Me sentí como un canal a través del cual usted quería dejarnos un mensaje. Fue una situación extraña. Es posible que pueda proceder de mi propia imaginación creadora y de la información que conozco sobre su vida. Con todo respeto permítame, por favor, transcribir lo que recuerdo ahora:

“Te he sentido llegar a mi lecho, en la tierra de Martí: trémula, dócil y refulgente.

Te has sentado a mi izquierda, en la cornisa de la almohada, para susurrarme al oído la palabra que lo abrevia todo. Ella es bálsamo para mi cuerpo adolorido porque encierra todos nuestros ideales y luchas ancestrales. Sonrío, al saberte cercana: Libertad.

Tu silueta, me recuerda aquellos días lejanos en los que solíamos conversar sobre el destino de América. Ahora comprendo por qué esperaste la llegada de la fragata, que surca los mares del mundo, para traerme este mensaje: ¡Nunca renunciemos a ser libres!

Me he despertado sobresaltado, para ayudar a trazar, después de emborronar una y mil cuartillas, nuestra última proclama de amor a favor del más importante proyecto que nos garantizará la verdadera y definitiva unidad e independencia de los pueblos del sur.

Somos almas y espíritus, condenados por nuestra propia voluntad, a vivir en un cuerpo que a veces, como ahora, pudiera marchitarse antes de lo esperado. Sólo Dios sabe de mi lucha interna por querer continuar viviendo y seguir luchando al lado de mi grey.

Nuestro ser superior, cuando se conecta con las altas esferas dimensionales y divinas, jamás puede ser engañado. Por eso, a través de tu llegada, se agolpan en mi pecho tantas verdades que me mantienen en vilo. “Se ven las caras, pero no los corazones”, me decís.

Sufriendo se encuentra mi espíritu, en medio de tantas traiciones y conspiraciones, como las que padecieron nuestros libertadores. Se horadan nuestros más puros sentimientos. Anhelo, ¡Oh, Dios! la lealtad de mis compañeros de armas y de mis camaradas de lucha. A veces, ingratos, son capaces de vender su alma al mejor postor. Por eso, sigo apostando al poder creador del pueblo. Sólo el pueblo se salvará a sí mismo, si toma consciencia de su fuerza. Ya lo dije, en diciembre de 1998, en la Plaza Caracas, frente al Consejo Nacional Electoral, de la época:

“Hoy, he sido proclamado como Presidente de la República y Jefe de Estado, pero, a partir del 02 de febrero de 1999, el verdadero gobernante será el pueblo de Venezuela”

Y, desde entonces, hemos bregado sin descanso por hacer cierta la palabra comprometida, para ser verdaderos bolivarianos. Porque como dijera nuestro Libertador: “Me sentiría un ser indigno, si fuera capaz de asegurar, aquello que no estoy cierto a cumplir”. Lo reconozco, aún falta mucho camino por andar, a pesar de todos nuestros esfuerzos y desvelos. Por eso, he rogado a Dios que me siga dando vida, que me dé una “ñapita” para poder cumplir con mi responsabilidad. También le pedí al pueblo, que ha sido la voz de Dios, que me diera otra oportunidad y votara por nosotros, para poder continuar la obra de creación, organización e impulso del poder popular. Y el pueblo cumplió y, una vez más, nos dio su confianza. No debemos ni podemos fallarle.

Hoy, en medio de mi enfermedad, recordé las enseñanzas del maestro Simón Rodríguez que resuenan en mí y que quiero compartir con ustedes, porque allí me veo retratado:

“yo, deseando hacer de la tierra un paraíso para todos, la convierto en un infierno para mí. Pero, ¿qué quiere usted?

La libertad me es más querida que el bienestar.”

Si, maestro, la entrega por la libertad de nuestros pueblos, a veces, impide que alcancemos nuestra propia libertad. Pasa como la felicidad. Muchas veces debemos renunciar a ella para que muchos otros puedan ser felices. Por eso no sólo es un infeliz, el que construye su felicidad a costa de la infelicidad de los otros, también puede serlo el que se ofrenda a los demás al costo de su propia felicidad y de su libre albedrío.

Desde aquel memorable e histórico ¡Por Ahora! del 04 de febrero de 1992, luego de despedirme con tristeza en mis ojos y casi en silencio de mi familia, he quedado preso y esclavo de mis palabras y de mis convicciones. Aquel 26 de marzo de 1994, cuando salimos de Yare, pude saborear apenas un instante de libertad, mientras me iba a las catatumbas con el pueblo. Desde ese momento recorrí todo el país para encontrarme atado, para siempre, a las esperanzas de los más humildes y pobres de la patria.

El 06 de diciembre de 1998, respiré otra vez tranquilidad y alegría después de nuestra victoria electoral, hasta que “a los poquitos minutos después, llegó la Casa Militar: “Presidente electo, a la orden”… móntense aquí para La Viñeta”. Se acabó mi libertad, compadre, hasta el día de hoy, hasta el sol de hoy. Y aquí vamos”.

¿Cuántas veces he suspirado pensando, como lo deseaba Fidel, en estar libre en una esquina para disfrutar de ver pasar a la gente? ¿Cuánto he querido compartir con mi familia allá en Barinas incluso en otros países y no he podido? ¿Sigo acaso prisionero?

Por eso, más de una vez, he oído decir entre mis colaboradores y yo mismo lo he pensado que, desde aquel día volvimos a caer presos en Miraflores y perdimos nuestra libertad personal. Y no me arrepiento de ello. Sólo, que han existido momentos, como ahora, en los que mi espíritu libertario y mi alma que sabe que soy mucho más que un cuerpo, me reclama de nuevo surcar como el viento las oquedades del infinito Universo para continuar la danza de la vida trascendente, en otros espacios, en otro tiempo y en otras circunstancias. Son realidades que el ser humano aún no puede comprender.

Así, en medio del fragor de la lucha electoral y abusando de las autorizaciones concedidas por el creador, sometido como he estado a innumerables presiones y a intenso stress, en un momento quizás de lucidez y de sincera humildad, con profundo sentimiento y lágrimas en los ojos exclamé, allá en las sabanas de Apure:

“Le pido a Dios, si sigue siendo tan generoso con nosotros,

que me conceda el último sueño (…) el último sueño mío es liberarme,

pero qué difícil ¿no?, volver a ser libre como el viento

aunque sea por unos días, por unos meses…Mi último sueño es ser libre.

Mi sueño es bajarme de esta tarima y recorrer, una vez más,

las calles de Apure. Tocar arpa, cuatro y maracas; de nuevo.”

Por eso, Presidente Chávez, en mi nombre y el de todos los que agradecemos cuanto ha ofrendado a nuestra patria y a los pueblos de América Latina y el Caribe e incluso a nombre de quienes le adversan pero lo respetan y lo acompañan con sus buenos pensamientos y oraciones y no se han prestado para utilizar las fuerzas del mal para querer hacerle más daño a su espíritu y a su alma, le decimos desde lo más profundo de nuestros sentimientos: Levántese y sea libre, señor Presidente. Cumpla su sueño.

Haga lo que quiera. Váyase a otros mundos, otros planetas u otras dimensiones si es su voluntad o respire profundo, salga de la cama y véngase a Venezuela, a motivar a Nicolás a los Alcaldes y Gobernadores; a escribir artículos como lo hace Fidel o sus memorias, como lo hizo el Gabo en “Vivir para contarla” o, si lo desea, termine de redactar su tesis de grado en Ciencias Políticas, aunque ya no necesite títulos académicos después de recibir tantos Doctorados Honoris Causa. Véngase a descansar en un Chinchorro y a caminar por todo el llano y por las calles de Apure. Véngase a cantar, acompañado de arpa, cuatro y maraca, aunque lo haga mal, pero nos suene bonito. Véngase a descansar, como lo hacen los guerreros, para “afilar la sierra” y continuar el camino como lo hacía Bolívar. O si lo prefiere, quédese dormido y no despierte más. Descanse en paz y sea libre si lo desea. Pues, sólo en los sueños y, tal vez, después de la muerte, somos completamente libres. Usted decide: ¿Soñar o morir?

Ya usted cumplió con lo que le correspondía por Ley Humana y seguramente por Ley Divina. Recuerde lo que nos decía cuando cumplíamos metas importantes o resultados de alto impacto: “ha valido la pena vivir y llegar a la Presidencia, ya podemos morir tranquilos”. Y, por “Ley de Atracción”, nuestros sueños se cumplen. Por supuesto, no deseamos que desencarne todavía, señor Presidente; a la vez, tenga la seguridad que si es su decisión y la voluntad de Dios, usted puede irse en paz, que ya usted cumplió con creces la misión que le fue encomendada. No aró en el mar, ni sembró en los vientos.

Ahora, nos corresponde a nosotros. Sobre todo a la juventud rebelde y, en general, a las organizaciones sociales que usted ayudó a crear y consolidar. Ahora le toca a la gente honrada y capacitada que le ha acompañado. Ahora les toca a los militares patriotas, a las mujeres que hoy han visto respetar sus derechos. Es la hora de los trabajadores del campo y de la ciudad, de los Políticos decentes y, en definitiva, del Poder Popular. La hora de la Unidad de las fuerzas progresistas. Gracias a usted. Sea libre, Presidente.

hugomoyer@hotmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1549 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter