El chalanero

En una región de Venezuela, en un lugar donde el majestuoso rio Orinoco pasea grandulón, bullanguero y bravío, dibujando la frontera entre dos geografías, vive y trabaja un anciano que tiene por nombre Domingo; gracia que tiene su origen en su abuela por parte de padre y por haberse atrevido a nacer tal día de la semana. Allí, el hombre lleva y trae gente, vehículos y macundales de un costado de Las Barrancas en el estado Monagas hacia el otro lado en San Félix, estado Bolívar.

El asunto es que Domingo me contó la siguiente anécdota, que forma parte de su repertorio de cuentos, leyendas y vivencias.

Un jueves por la tarde, ya punteando la noche, se montó en la chalana un señor alto, blanco, de chiva y bigote, con lentes redondos, peinado por el medio, bien vestido, sin formalidad pero de buen vestir, llevando un maletín de cuero color marrón, con cara de estudiado. Al poco de arrancar, se sentó a mi lado y comenzó con una preguntadeeeeera:

.- Paisano, -dijo el hombre-, y usted que maneja esta embarcación, ¿Usted sabe de mecánica? Lo digo porque debería haberla estudiado.

.- De saber sé, pero no he estudiado mecánica – contesté-.

.- ¿Y usted sabe de navegación sin instrumentos? – preguntó de nuevo el pasajero.

.- No, no he estudiado navegación sin instrumentos, pero llevo desde años en estos menesteres.

.- Mal hecho, debería estudiarla ¿Y matemáticas, ha estudiado matemáticas?

.- No, no sé de matemáticas.

.- Mal hecho, debería estudiarla, eso le sirve para su trabajo ¿Y física hidráulica? ¿No me diga que tampoco ha estudiado física hidráulica?

.- Pues lamento decirle que tampoco he estudiado eso que usted dice.

¿Y de hidrografía? Usted trabaja en un rio, tiene que saber sobre hidrografía, - continuó luciéndose aquel hombre-.

Eso está referido al estudio de la geografía y la dinámica de las aguas.

. – No, no sé de eso señor – contesté verde de la rabia, pero con la paciencia de un caracol.

.- Pues mal hecho ¿Y usted hablará otros idiomas? Porque usted tiene que servir a turistas.

.- Tampoco sé de idiomas señor, -contesté mordiéndome la lengua con las encías-.

.- Pero al menos dígame que culminó los estudios secundarios ¿Por qué algo tiene que haber estudiado usted?

.- No señor, yo llegué hasta segundo grado con la maestra Carmen – respondí rogándole a Diosito que apareciera un caimán pa` que se callara la boca.

.- Pero que mal ejemplo para sus hijos señor – siguió diciendo el lagartijo ese y yo sin poder empujarlo, porque todavía no me había pagado el viaje.

Pero en eso se desató una tormenta en pleno Orinoco y aparecieron unas olas como de seis metros de altura y una ventisca de padre y señor nuestro, y fue entonces cuando me llegó mi turno…

.- Señor, - y el hombre más blanco que cuartico e` leche, con los dedos clavados en donde estaba sentado - ¿Y usted sabe nadar?

.- No, ¿Por qué?

.- Muy mal hecho, porque entonces usted se jodió, sabe.



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