“Afortunadamente esta Revolución no depende de un hombre…hoy tenemos un liderazgo colectivo que se ha desplegado por todas partes…”. Fueron parte de las 3901 palabras expresadas por el Camarada Presidente en su intervención televisiva del 8 de noviembre de 2012. No es exagerado calificarla como una de la más emotiva y valiente participación pública del máximo líder bolivariano, con toda la connotación mundial que encierra el adjetivo “bolivariano”. Esa noche del 8 de noviembre participó el humano Chávez, sabedor de su condición finita como ser de carne y huesos, pero también consciente de la carga de su tiempo histórico, de la dimensión de su liderazgo mundial, de su tránsito por el mundo terrenal, de su trascendencia espiritual; consciente del impacto político, moral, espiritual ante la posibilidad –como lo dijo él- de que “…se presentara alguna circunstancia sobrevenida…que [lo] inhabilite…” para continuar ejerciendo la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela.
En ese contexto, como expresión de la responsabilidad a la cual nos tiene acostumbrado desde aquél premonitorio Por Ahora, de manera “…firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total…” pidió al pueblo que si algo ocurriera que lo inhabilitara de alguna manera, elegir “…a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido desde mi corazón” Y argumentó: “Es uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para continuar, si es que yo no pudiera continuar con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, con su don de gente, con su inteligencia, con el reconocimiento internacional que se ha ganado, con su liderazgo…”
Pero no fue sólo al pueblo a quien dirigió su voluntad. También le dijo al Camarada Nicolás “…frente de la Presidencia de la República, dirigiendo, junto al pueblo siempre y subordinado a los intereses del pueblo, los destino de esta Patria”. Por lo tanto se trató de un doble llamado histórico a la vanguardia y al pueblo a cumplir la tarea de “…garantizar la marcha de la Revolución Bolivariana, la marcha victoriosa de esta Revolución, construyendo la democracia nueva, que aquí está ordenada por el pueblo en Constituyente; construyendo la vía venezolana al socialismo, con amplia participación, en amplias libertades…”
Y pensando en el final de Bolívar –digo yo- consideró necesario insistir, casi a gritos, con el alma, con vehemencia, casi en forma de ruego, en la “¡Unidad, unidad, unidad! ¡Unidad!” para el logro de las metas que implica la tarea: “Si en algo debo insistir en este nuevo escenario, en esta nueva batalla, en este nuevo trance…es en fortalecer la unidad nacional, la unidad de todas las fuerzas populares, la unidad de todas las fuerzas revolucionarias, la unidad de toda la Fuerza Armada…la unidad del Ejército… de la Marina…del Partido Socialista Unido de Venezuela, de los partidos aliados, del Gran Polo Patriótico, de las corrientes populares revolucionarias, de las corrientes nacionalistas” Y recordó a Bolívar: “Unámonos o la anarquía nos devorará, sólo la unidad nos falta —dijo después, o antes había dicho— para completar la obra de nuestra regeneración…”.
Ese llamado a la unidad, a continuar profundizando la Revolución Bolivariana y seguir construyendo las bases espirituales y materiales que nos conduzcan a una nueva sociedad, la Socialista, lo fundamentó en el hecho de que “…Sea como sea…hoy tenemos Patria, que nadie se equivoque. Hoy tenemos Pueblo, que nadie se equivoque. Hoy tenemos la Patria más viva que nunca, ardiendo en llama sagrada, en fuego sagrado...”
“Afortunadamente esta Revolución no depende de un hombre…hoy tenemos un liderazgo colectivo que se ha desplegado por todas partes… Chávez no es este ser humano solamente, Chávez es un gran colectivo…”
¡HOY ES EL TIEMPO DEL PUEBLO!
Diputado AN/PSUV Portuguesa
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